_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bombas de neutrones para los soldados norteamericanos en Europa

A partir de 1961, con la llegada de la Administración Kennedy, la política americana de defensa excluyó las capacidades nucleares selectivas, tales como la bomba de neutrones, para los países de la OTAN. De hecho, en 1963, cuando una cabeza nuclear de neutrones superó con éxito las pruebas y fue propuesta para los misiles tácticos del Ejército de Tierra norteamericano, la Administración Kennedy se pronunció abiertamente contra la producción de este arma. Esta actitud política de Estados Unidos se ha mantenido hasta la presente semana, es decir, hasta la decisión del presidente Reagan de fabricar la bomba de neutrones y almacenarla en Estados Unidos.En razón de la política básica de la OTAN -lo que se ha llamado política de respuesta graduada-, ha sido extremadamente dificil convencer a los jefes de Estado europeos de que las cabezas nucleares de neutrones deberían incorporarse al arsenal de la OTAN. En la mayoría de los países europeos miembros de la OTAN han aparecido reacciones emocionales muy fuertes. No se trata de discutir aquí la eficacia y la credibilidad de la política de respuesta graduada de la OTAN, concepto que existe desde hace más de veinte años. Nos vamos a contentar con explicar brevemente y examinar el papel de la bomba de neutrones den-. tro de esta política.

Supongamos un escenario bélico de este tipo:

1. Tras unos preparativos intensos, que permiten de sobra a la OTAN organizar su defensa, los ejércitos soviéticos y del Pacto de Varsovia invaden Europa con armamentos clásicos (los soviéticos no usan armas nucleares). En esta fase inicial de la guerra, la OTAN se defiende únicamente con medios clásicos.

2. Si los medios de defensa clásicos de la OTAN fracasan o si las invasiones intensas parecen inminentes e inevitables en la República Federal de Alemania, las armas nucleares del campo de batalla entran entonces en juego para impedir esta invasión y el aplastamiento de las fuerzas de la OTAN (suponiendo siempre que los soviéticos no empleen sus propias armas nucleares). Esto supondría el uso de un cierto número de estas armas tácticas, entre algunas decenas y dos centenares, que serían utilizadas contra las formaciones blindadas avanzadas del enemigo para neutralizar sus fuerzas y parar la ofensiva. En este punto de la reflexión podemos suponer que los soviéticos deciden poner fin a las hostilidades y sentarse a la mesa a negociar.

3. Si este ataque nuclear táctico no consigue parar las hostilidades y si los soviéticos mantienen su postura, entonces, de acuerdo con sus compromisos ádquiridos desde hace tiempo, Estados Unidos ampliaría el conflicto, incluyendo ataques nucleares contra la propia ,Unión Soviética. La perspectiva, de represalias tan drásticas pondría ciertamente fin a la agresión soviética si la sola amenaza de tal acción no hubiera conseguido ya ese resultado.

Prioridades

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Es dentro de la segunda fase donde interviene la bomba de neutrones. El Gobierno de Estados Unidos afirma que la utilización de bombas de neutrones en el campo de batalla permitiría ataques eficaces realizados contra los carros blindados de los enemigos, al mismo tiempo que se reduce el peligro para las tropas propias en posición defensiva y disminuye sustancialmente la extensión de daños civiles en la República Federal de Alemania. Sobre esta base expositiva, las bombas N parecen ostensiblemente preferibles a las otras armas nucleares que se encuentran actualmente almacenadas. El presidente Carter expresó claramente esta ventaja cuando argumentó en favor de las bombas de neutrones en 1977.

Si a pesar de estas ventajas los europeos de la OTAN, y particularmente los alemanes, no desean que se empleen esas armas en sus territorio, hay que respetar su opinión. Tienen problemas de política interior muy delicados en, cuanto a este tema se refiere y no quieren verse forzados por Estados Unidos a aceptar estas armas.

Existe un aspecto americano de este problema que también tiene sus propias sensibilidades internas y que contribuye a complicar este debate. Es un hecho que el territo río que Alemania quiere resguardar del empleo de armas nucleares está ocupado aproximadamente por unos 200.000 soldados enviados generosamente y desde hace tiempo por Estados Unidos para proteger Europa.

Considerando que, desde un punto de vista americano, el comandante jefe de estas tropas, es decir el presidente de Estados Unidos, se ve obligado, debido al compromiso con la Alianza a la defensa de Europa, a mantener estos soldados, está igualmente obligado a proteger sus bases americanas con los mejores medios militares posibles para impedir su derrota y captura en caso de guerra. Por tanto, si las bombas de neutrones representan el mejor medio para realizar y conseguir este objetivo, desde un punto de vista americano, con todo el respeto hacia la opinión europea, Estados Unidos deseará que por lo menos estas armas sean utilizadas por las fuerzas americanas en Alemania.

En cuanto a la prioridad de los misiles nucleares americanos de mediana potencia (misiles de crucero lanzados desde tierra y misiles balísticos Pershing II) prevístos para usar en Europa, hay que resaltar que en el contexto de un escenario bélico la utilización de tales armas no tendría un efecto directo como para poder detener las fuerzas soviéticas y del Pacto de Varsovia. Atacando las fuerzas enemigas en Europa del Este y en Rusia occidental, los euromisiles podrían tener un efecto benéfico en el caso de que la guerra se prolongase. Pero representarían dificilmente por sí mismos un medio de impedir que las fuerzas de la OTAN fuesen aplastadas en el campo de batalla.

Un conflicto, fundamental

Estos misiles corresponden normalmente a la tercera fase de. la respuesta escalonada, cuando Estados Unidos invoca su compromiso nuclear estratégico hacia la OTAN. Henri Kissinger llegó incluso a declarar, en septiembre de 1979, que Estados Unidos no mantendría estos compromisos por las consecuencias espantosas para ellos en caso de que estos ataques en territorio soviético provocaran una respuesta nuclear de la URSS sobre el territorio americano.

Simbólicamente al menos, esta controversia sobre la bomba de neutrones supone un conflicto fundamental de las concepciones europeas y americanas a propósito de la defensa de Europa. Se trata de saber si la Eur opa de la OTAN desea seriamente defenderse de una invasión terrestre o si se prefiere utilizar las garantías nucleares y estratégicas de Estados Unidos como una razón para evitar la creación de una defensa terrestre creíble. Se trata de saber si, por el único interés por el que existe una alianza, ésta tiene que elegir entre seguir una política (y las correspondientes capacidades militares) cuya credibilidad decrece, mientras que las fuerzas soviéticas, clásicas y nucleares, continúan aumentando y superan de día en día a las de Occidente, o si hay que cambiar de punto de vista y optar por una solución más realista.

Estados Unidos tiene, sin duda, grandes obligaciones hacia la alianza de la OTAN, pero igualmente tiene obligaciones fundamentales para consigo mismo, entre ellas obligaciones económicas que se hacen muy urgentes. El estacionamiento de las tropas americanas en Alemania supone una inversión en fuerzas de tierra, aéreas y navales de cerca de 100.000 millones de dólares anuales. Para muchos americanos, la idea de ceder a la oposición alemana al despliegue de las bombas de neutrones, cuya utilización podría salvar a las fuerzas americanas de la derrota, corre el riesgo de no ser aceptable.

La enorme contribución americana con la OTAN está dirigida a impedir que Europa sea invadida y ocupadá. Sin una defensa terrestre adecuada, lo que ocurre más de treinta años después de la creación de la OTAN, las fuerzas americanas en Alemania no son más que unos rehenes en potencia dedicados a la vigilancia del Ejército rojo. Esto también corre el riesgo de no ser muy aceptable para los americanos.

Pero la cuestión del despliegue de la bomba de neutrones puede ser resuelta; al hacerlo, los europeos y los americanos deberían tener en cuenta objetivamente sus diferencias y sus preocupaciones respectivas a propósito de su defensa común.

Sam Cohen es un físico nuclear norteamericano considerado como uno de los padres de la bomba de neutrones. Este articulo fue publicado por el diario Le Monde en su edición del día 12 de agosto.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_