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Premio Nobel de Física 1979

Más cerca de la teoría unificada de campos

Los científicos y los pensadores de todos los tiempos se hacen incesantemente estas preguntas: el Universo en que vivimos, ¿ha tenido principio..., tendrá fin? Pero todavía hay una pregunta más fascinante: ¿cómo fueron los primeros instantes del Universo?«En el Universo primitivo, especialmente en el primer centésimo de segundo, los problemas de la teoría de las partículas elementales se unen a los problemas de la cosmología... Es una cosa notable poder decir cómo era el Universo al final del primer segundo, el primer minuto o el primer año. Para un físico, lo estimulante es poder efectuar cálculos numéricos, poder decir que después de tal o cual tiempo determinado, la temperatura, la densidad y la composición química del Universo tenían tales o cuales valores. Es verdad que no estamos absolutamente seguros de todo esto, pero es emocionante el que podamos ahora hablar de estas cosas con alguna confianza. Fue esta emoción lo que quise transmitir al lector.»

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Una tentativa de Einstein

El autor de las líneas que anteceden es Steven Weingerg, 56 años, profesor de Física de la Universidad de Harvard. El texto pertenece a la obra Los tres primeros minutos del Universo, monografía «recibida por los medios académicos del mundo anglosajón como una obra maestra de divulgación científica de alta calidad y editada en España por Alianza Editorial. Tal vez estemos ante un nuevo best-seller internacional, pero lo importante es que el profesor de Física de Harvard que escribió Los tres primeros minutos del Universo acaba de recibir el Premio Nobel de Física de 1979, junto con Sheldon L. Glashow, 56 años, nacido también en Nueva York y profesor también de la Universidad de Harvard, y con Abdus Salam, nacido en Pakistán, profesor de Física Teórica en el Colegio Imperial de Ciencias y Tecnología, de Londres, y director del Centro Internacional de Física Teórica, de Trieste (Italia).

La estructura de la materia

Steven Weinberg no ha recibido el Premio Nobel por haber escrito Los tres primeros minutos del Universo, es decir, por haberse preocupado de aquellos instantes tan tremendos para la materia, si es que el Universo ha tenido principio alguna vez, sino que lo ha recibido por haberse acercado a la comprensión más en profundidad de las partículas elementales o, mejor dicho, de las fuerzas que actúan entre ellas.

Unificación de campos

Conocer la estructura íntima de la materia significaría conocer muchas cosas más; ¿cómo empezó el Universo?, ¿cuándo acabará, si es que su existencia es limitada en el tiempo?, ¿cuál es el carácter último de la fuerza y la energía? Ni que decir tiene que hallar respuesta para estas preguntas traería también consigo una serie de consecuencias prácticas altamente rentables para la humanidad. Saber cuál es la naturaleza íntima de la materia o, hablando con más rigor, cuál es el comportamiento de la misma, permitiría, tal vez, reproducir las condiciones en las que surgieron las estrellas o crear fantásticos sistemas de producción de energía.Conocer la tremenda complejidad de los hechos supone tratar de integrarlos en función de variables conocidas. La aspiración a la simplicidad y la unificación, propia de la mente humana, intenta constantemente reducir los hechos a las mismas variables. Al principio de su experimentación, el ser humano, el científico, pensó que los fenómenos de tipo gravitario -las fuerzas del peso o la atracción entre los planetas- no tenían nada que ver con los fenómenos de naturaleza eléctrica, ni la de éstos con la de los magnéticos. Fue un gran hallazgo comprobar que la electricidad tenía mucho que ver con el magnetismo. Hace poco más de un siglo, en 1864, Maxwell logró expresar en unas sencillas y elegantes ecuaciones el hecho de que variaciones de un campo eléctrico dan origen a fuerzas magnéticas; y variaciones del campo magnético generan fuerzas eléctricas. Los vectores E (intensidad de campo eléctrico) y B (intensidad de campo magnético) se reunían en una magistral ecuación.

¿Podrá algún día el científico expresar también la fuerza gravitatoria en función de la eléctrica o la magnética? El trabajo de Glashow, Weinberg y Shalam nos acerca a ello. Al haber profundizado en la relación que existe entre unas y otras fuerzas existentes entre las partículas elementales de la materia, descubriendo variables que unifican fenómenos dispares, la mente humana se acerca al sueño de Heisemberg y Einstein, un sueño que, aunque con resabios de omnipotencia, pretende reducir e integrar la intelección del comportamiento material, lograr una ecuación que explique las relaciones, complejísimas, entre todo lo existente. ¿Utopía o posibilidad real de la inteligencia humana?

En todo caso, si la mente humana -alguna de ellas o un conjunto de las mismas- logra aún simplificar y explicar unitariamente hechos tan dispares y complejos fenómenos tan diversos y distantes como se producen en el Universo, la genial unidad de lo expresado llevará en su expresión una tremenda complejidad y, aun así, se habría logrado unificar sólo un aspecto del conocimiento humano: la dimensión física de lo real.

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