_
_
_
_
_

"En la investigación se requiere un planteamiento casi artesano

El profesor Woodward, premio Nobel de Química en 1965, no duda en confesar su gran suerte en lo que a su vida se refiere ni el fruto de su intensa labor investigadora, que él siempre ha considerado no como labor personal, sino colectiva. «Ya en mis primeros años escolares -declara- me divertía - trabajando en mi propio laboratorio de química. Fui el primer miembro de la familla interesado en la química Desde antes de los seis años trabajé en ella ... »La conjunción entre arte y ciencia forma parte de la investigación científica, según el galardonado: «En la experimentación se requiere -prosigue-, además de conocímientos meramente científicos, un planteamiento casi artesano; adeuiás, claro está, de una planifícación ordenada y metódica. La habilidad juega un papel de vital importancia. La actividad del investigador ha de ser creadora y artística. Por eso siempre he considerado la síntesis orgánica corno una preciosa combinación de arte y ciencia.»

Respecto a la dificultad que plantea la investigación y a la constancia que requiere, afirma: «Nunca me he sentido desilusionado, y menos, deprimido. En el trabajo que hacemos es importante que todo lo planeado no sea estricto o rígido; debe existir una flexibilidad. Lo explicaré con un ejemplo: si una síntesis orgánica consta de veinte pasos totales y, en el proceso, está premeditada la presencia de un producto intermedio, y resulta que ese producto falla. la síntesis se ve desbaratada en,su plena realización. Por tanto, todo lo planeado debe tener flexibilidad operatoria y conceptual, de forma que cualquier imprevisto o fallo pueda esquivarse o se puedan encontrar otros caminos que nos permitan seguir adelante en nuestro trabajo.»

Sensualidad experimental

« Las previsiones que uno hace al trabajar -prosigue- pueden resultar en su consecución diferentes de lo que uno esperaba. Pero el investigador intenta descubrir lo que ha ocurrido. Frecuentemente nos sorprende ver qué distinto es el resultado práctico de la expectativa teórica premeditada de antemano.Eso puede parecer desfavorable en un principio, pero realmente es muy favorable, ya que puede llevarnos a ser más inteligentes de lo que somos. Siempre he pensado que el trabajo de un químico en el campo de la investigación y, en particular, la síntesis orgánica, ha de conducirle a un estado de felicidad basado en la realización del trabajo y no cimentado en los resultados favorables de su esfuerzo.»

Para el investigador, no solamente hay gratificación en el éxito conseguido: «Hay otros aspectos -asegura- Yo soy muy sensual con los experimentos. Me gusta observar las cosas,los preciosos botes, los maravillosos colorress y bellos cristales. Me gustan los fenómenos físicos; creo que es maravilloso y divertido trabajar, dirigir, observar, experimentos. El científico debe obtener satisfacción en todo esto, sin que, incluso, llegue a importarle el éxito de las operaciones que realice. Ahora bien, en realidad, en el trabajo de investigación, la mayoría de los investigadores no tienen éxito. Algunas veces todo va bien. Un día, completas un paso de una síntesis y te sientes feliz, pero, al día siguiente, vuelves al laboratorio y fallas en el siguiente paso. Si de verdad amas lo que haces, debes sentir gusto por el trabajo en general. »

El doctor Woodward no consideró el Premio Nobel, según declara, «un triunfo personal. Mi trabajo requiere un desarrollo en equipo. El premio nos lo atribuimos todos los que trabajábamos en el grupo de investigación. En Cambridge, Universidad de Harvard (EEUU) tengo un grupo de investigación constituido por treinta personas. La mitad de ellas son profesionales, ya doctorados, que utilizan mis técnicas de investigación individual. Yo les doy total libertad en la elección de su problema y en llevar a cabo su plan de investigación. Discuto con ellos el esquema de trabajo, pero, en realidad, hacen su propia labor. Realmente, con un grupo constituido por dieciséis estudiantes y catorce doctores, cuyos trabajos tengo que revisar y dirigir, casi no tengo tiempo de hacer mis propios experimentos. Dirijo también un laboratorio en Suiza, con un total de veinticinco personas que investigan juntas».

El profesor Woodward insiste en que «un investigador debe ser un artista, trabajar artísticamente; ser un gran observador de los fenómenos que suceden ante él y, sobre todo, ser paciente y optimista».

El profesor Woodward es consciente de la complejidad y riqueza de la actividad científica, una actividad que responde en su génesis al mismo impulso que conduce al hombre a la creación de arte o belleza, pero que se diferencia posteriormente en su metodología. Una actividad que requiere el ejercicio constante de la inteligencia y la práctica continua de excepcionales hábitos de trabajo, tales como la paciencia, la renuncia al éxito inmediato, la valoración de todos los detalles o cosas pequeñas, el sentimiento de servicio y rendimiento hacia la sociedad entera. En suma, una actitud, la científica, en la que se dan cita la más fría, serena y calculadora de las posturas más apasionados y entusiastas impulsos del ser humano.

«Yo he sido un hombre afortunado en esta vida -concluye- Algunos dirán que he tenido mucha suerte. Por todo ello estoy inmensamente agradecido. Me gustaría que todo el mundo que se dedica a la ciencia obtuviera algo positivo para sí mismo y para la sociedad. A todos los estudiantes les diría que no se decepcionaran por nada y que trabajen, pues los resultados valen la pena.»

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_