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Sueños y tortillas eurocomunistas

Militante del Partit Socialista Unificat de Catalunya

Los libros y artículos que vienen publicándose sobre el eurocomunismo son interesantes. Prometedores, en cierta medida propulsores de nuevos planteamientos revolucinarlos para la transformación del capitalismo. Yo estoy sin ninguna duda, a favor del desarrollo de tales tesis. Ahora bien, como en tantas ocasiones anteriores y ante tantísimos problemas, observo que no pocos dirigentes de los PC vuelven a confundir, en parte. los planteamientos que tienden a la realización de unos cambios con la transformación ya confirmada. Es una de las expresiones de la tendencia que, con un poco de humor, en otras páginas he definido como la de los «somnia truites». (En catalán definirnos así, «soñadores de tortillas», a quienes confunden su «fam» -hambre, apetito-, sus vehementes deseos de una cosa, con el ensueño de la cosa misma.) En el campo de la lucha por el soclalismo, los sueños también han acabado, a veces, en pesadillas monstruosas.

No obtante, somo numerosos los que dedicamos buena parte de nuestros quehaceres a impulsar el progreso hacia la sociedad socialista. ¿Somos una nueva generación de utópicos?

No: en las sociedades europeas de alto desarrollo industrial son necesarias y posibles las graduales transformaciones socialistas, por vía pacífica y democrática, contando con la mayoría de la población.

Pero los nuevos esquemas que se proponen para avanzar hacia ese horizonte siguen siendo, desde mi punto de vista, simplistas, triunfalistas o cuando menos superoptimistas. Hoy por hoy, el «eurocomunismo» es un proyecto en mantillas.

Reproduciendo simbólicamente viejas declaraciones y anacrónicas actitudes, muchos dirigentes de los PC escriben unos textos «eurocomunistas» en los que vuelve a generalizarse la confusión entre lo que es propaganda política llena de buena voluntad y de plausibles deseos, con lo que debieran ser análisis políticos en los que se tomaran rigurosamente en las estricturas y las coyunturas económicas y sociales por las que estamos atravesando y vamos a pasar en etapas próximas.

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Son numerosos los problemas cuyo estudio brilla por su asencia en los esquemas «eurocomunistas». A veces, a esos esquemas les falta inclus la sencilla mención de las múltiples problemáticas de fondo.En principio. es notorio que la mayoría de los «euroconiunistas» de hoy eran los stalinistas de ayer. Por supuesto. todo el mundo tiene derecho y puede evolucionar, y quien este artículo firma, si fuese necesario, podría subrayar la auténtica evolución de algunos de ellos. Pero al mismo tiempo pienso que sería enormemente instructivo para todos si ellos sometieran a crítica sistemática el contexto histórico de su pasado. Prescindamos. sin embargo de estas alusiones personales que pueden resultar dolorosas. Lo destacable y preocupante de esta hora «eurocomunista» es que la crítica que los dirigentes de los PC occidentales dirigen a los países orientales que intentan, a su manera burocrática, construir un tipo reducido de socialismo, son críticas insuficientes, calculadas y condicionas por Marx sabe que viculaciones u obligaciones «diplomáticas». Podrían sacarse grandes enseñanzas del análisis profundizado de los gravisimos errores y de las monstruosas injusticias cometidas en la URSS y en otros países de Europa del Este. Pero esos estudios no se llevan a cabo, y cuando algún militante se arriesga a desarrollarlos por su cuenta personal, su obra es acogida en silenclo o con frases que tienen poco o nada de «eurocomunistas».

Son muchos otros, como empezaba a sugerir, los problemas planteados y, que no se estudian. Por ejemplo. entre los principales, el análisis de las actuales tendencias del imperialismo capitalista, fundamentalmente el norteamericano, en: a) los efectos económicos que producen las multinacionales, descapitalización. desnacionalización, desequilibrios regionales, etcétera, de las economías nacionales; b) en los efectos sociales: de manera global, la reducción del margen de maniobra entre las diferentes clases sociales; c) en los efectos Políticos: conservación de regímenes dictatoriales e/o intentos de volver a imponer unos u otros tipos de sistemas ultra-autoritarios. Todos estos fenómenos se acentúan en países económicamente dependientes como España e Italia.

Resuta imposible hacer aquí una relación exhaustiva de los problemas cuyo estudio necesitan iniciar y desarrollar los dirigentes «eurocomunistas» si desean superar el estadio actual de los esquemas y ofrecer a las masas sensibles al proyecto unas orientaciones más claras aunque más complejas (la realidad es compleja, y por ende sus explicaciones también han de serlo), más revolucionarias en suma, puesto que más conscientes de las grandes y graves dificultades que todavía habrá que sobrepasar.

Una toma de posición clave

Lo más alentador de los esquema(as «eurocomunistas» que han empezado a circular son las afirmaciones de los dirigentes de los PC en las que concretan su aspiración a marchar hacia el socialismo por vía pluripartidista, así como a construirlo del mismo modo.

Recientemente, algunos dirigentes han insistido en tan laudable propósito. Pero ni siquiera a estas alturas de la difusión del «eurocomunismo» se impulsa decididamente la plena democratización de la militancia en los PC. Falta que los dirigentes de los PC tomen, sobre todo prácticamente, una posición clara en cuanto concierne a la extensión y a la profundización de la democracia en la vida del PC. Me consta que esa necesidad se siente en diversos núcleos de militantes, esa necesidad se plantea a menudo de manera acuciadora en grupos de intelectuales que militan, por ejemplo, en el PCF y también en el PCE. Es muy penoso tener por oficio el ejercicio de la palabra, hablada y escrita, encontrarnos, de hecho, como militantes, reducidos al silencio: como máximo podernos criticar, en células o agrupaciones aisladas, los documentos que envían los «cocineros» Centrales y ejecutivos de nuestros queridos partidos. También tenemos la posibilidad de «elevar a la superioridad» cartas o informes críticos sobre tal o cual aspecto de la política del partido, cartas o informes que suelen ser acogidos con el clásico «Silencio administrativo» (también sucede que el militante que se atreve a criticar a fondo se entera fechas después de que algún dirigente anda diciendo de él que «fulano tiene problemas», o que «no se porta bien». o que «está contra la dirección», etcétera, comentarios de efectos determinantes entre los militantes más que «obedientes», ultrafieles).

Sin la progresiva democratización de la militancia en los PC, el «eurocomunismo» no sólo se limitará a ser un esquema un tanto seductor, sino que la construcción democrática del socialismo será una utopía que continuará alejándose en vez de acercarse, o un sueño sin tortillas, o unas tortillas sin posibilidad de soñar.

Para realizar la hegemonía en la sociedad, en los PC (y también en muchos PS, en donde tampoco existe la vida militante plenamente democrática) tendrán que prevalecer auténticamente los métodos hegemónicos -de discusión y consenso ideológico- sobre los métodos de dominación. Durante décadas, en los PC han proliferado los métodos de imposición ideológica, los hábitos de ordeno y mando, las faltas graves de flexibilidad para comprender y asimilar las observaciones que hacían los militantes de base (y de tarde en tarde, algún dirigente que se cansaba de pensar con la cabeza de los superdirigentes), asimismo, con sectarismo sin cuento, numerosos dirigentes han tenido la costumbre de decir y de escribir cuanto les venía en gana - a veces enormes barbaridades- sin que el militante tuviera posibilidades eficaces de réplica (en la actualidad siguen produciéndose hechos parecidos, incluso en los órganos de mayor altura teórica oficial).

Con el fin de superar los resabios del pasado, son necesarias nuevas formas organizativas en los PC, así como nuevos modos de comunicación entre unos y otros órganos, dirigentes y no dirigentes. Es urgente concretar en los estatutos nuevas normas de circulación de la información y de la crítica, de la elección y de la revocación de los dirigentes, de la rotación entre puestos dirigentes, de elimnación de las situaciones de privilegio vitalicio... Pero tampoco aquí mi relación puede ser exhaustiva.

En suma: sin estudiar de antemano cuantos problemas externos (económicos, políticos, ideológicos, etcétera) afectan al «eurocomunismo», y sin democratizar a fondo la vida política en el interior de los PC, no se podrá continuar tratando con rigor de las posibilidades -reales, sin duda, pero mal aprovechadas- para avanzar firmemente hacia la edificación de una sociedad socialista, radicalmente diferente -en lo que se refiere a estructuras políticas y a formaciones y luchas ideológicas- de lo que está haciéndose en los países de Europa del Este.

Esas críticas, análisis y cambios son imprescindibles para evitar que en el futuro los sueños vuelvan a convertirs e en pesadillas, para evitar que las tortillas -reales y simbólicas- sigan dotándose en horizontes remotos. Críticas, análisis y cambios son también, para mi, irrenunciables.

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