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Tribuna
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Indira Gandhi, víctima de sus propios errores

No puede hablarse de que haya habido sorpresas en las elecciones generales celebradas en la Unión India. La opinión pública estaba en contra de la manera de gobernar de la primer ministra, Indira Gandhi, y su partido, el del Congreso. El clan Gandhi será. desmantelado ahora.El Gobierno creía contar con el apoyo de un pueblo, hasta ahora dócil. La señora Gandhi manifestaba en un reciente mitin político celebrado cerca de Delhi, que «tanto la prensa como la oposición habían abusado de la buena voluntad del Poder, lanzando campanas que buscaban el descrédito del Gobierno, olvidándose de las verdaderas soluciones políticas en juego». La primer ministra parecía olvidar que fue ella quien decretó el estado de excepción y las medidas dictatoriales consiguientes. La arrogancia ha sido una de las características principales del clan Gandhi.

Una ininterrumpida serie de falsas interpretaciones hicieron creer a la familia Gandhi en una victoria ante las urnas. Nadie pensaba que la oposición, tradicionalmente desunida y plagada de luchas intestinas, se organizase en un grupo compacto, el Partido Janata, menos de veinticuatro horas después del anuncio de las elecciones. Los cuatro partidos mayores y un número considerable de políticos independientes lograron unirse contra la acumulación de poder de la señora Gandhi. Diecinueve meses de represión y miles de presos políticos acompañaron las cuarenta enmiendas a la Constitución. Ni aun bajo la dominación inglesa se había dado un caso de coherencia política entre las fuerzas de la oposición, como el ocurrido en la presente ocasión. El Gobierno ha imputado al Partido Janata, alianzas y compromisos sin fin; pero no podemos olvidar que en este país, al igual que en el resto del mundo, son precisamente las alianzas las que permiten subir al Poder.

Las equivocaciones del Gobierno han sido muchas, las medidas adoptadas han sido arbitrarias y en su aplicación ha jugado un papel destacado el hijo de la primer ministra, Sanjai. He aquí algunos ejemplos: se decreta la «erradicación de la pobreza», y en realidad se procede a un traslado masivo de indigentes a zonas apartadas de los centros urbanos, con, lo que desaparecen los signos externos de la miseria. Se habla de «planificación familiar para detener el espantoso crecimiento demográfico » y se realizan esterilizaciones por la fuerza. Para defenderse, el aparato gubernamental se ha visto forzado a depender cada vez más de la corrupción y el soborno.

El futuro inmediato de la India no está claro. En las elecciones más que programas políticos, se ha dilucidado la alternativa de una vía democrática, frente a la dictadura. Tendremos, que esperar todavía algún tiempo para saber qué cambios sufrirá el panorama político indio.

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