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Japón

Supuesta implicación de un misionero español en el escándalo Lockheed

Apareció recientemente en la prensa española una noticia acerca del papel desarrollado por un sacerdote español, el padre José Galdeano, en el escándalo de la Lockheed japonesa. La noticia puede prestarse a muy diversas interpretaciones. Es cierto que el padre Galdeano hizo de intermediario para la compañía americana Banca Deak & Co. durante un largo periodo de tiempo. También es cierto que la susodicha compañía lleva muchos años trabajando en el Japón -al igual que en España- y que sus transacciones cubren otros aspectos aparte de los relacionados con la Lockheed.

Para dar una visión del papel jugado por Galdeano en este asunto, hemos de hacer un poco de historia.Al finalizar la guerra mundial y al ser ocupado el Japón por las Fuerzas Armadas americanas aparecieron los fenómenos típicos de toda posguerra: mercado negro de divisas, comida, etc., etc. Para poner freno a eso fue aprobada la ley contra los delitos con moneda extranjera. El artículo 27 de la citada ley especifica que todo individuo no residente en el país no podrá entregar dinero a un residente. Es decir, si una persona llega al Japón con dinero, cualquier cantidad, es válido. No lo es en el momento en que dicha persona, un residente nacional o extranjero, se hace cargo del mismo. En el caso del padre Galdeano, de nacionalidad japonesa, su delito consistió en depositar cheques y dinero en metálico en diversas cuentas, también de residentes como él, pero sin haber hecho una declaración previa. La Banca Deak trabaja a nivel de particular, sin oficinas ni representantes oficiales, y por ello se aprovechó de una estructura verdaderamente curiosa.

Misiones y fondos

Una de las condiciones que los aliados impusieron al Japón fue la de la libertad religiosa, con lo que infinidad de misioneros cristianos de todas las confesiones llegaron al nuevo paraíso de las conversiones. Así, empezaron a recibir cantidades importantes de dinero para establecer sus estructuras propagandísticas y mantener a sus misioneros. Hacia mediados de los 50 se inició también un flujo de capital japonés que buscaba su evasión en Hong-Kong, en donde Deak & Cia. sí tenía oficinas abiertas. En la colonia británica compraban los yens japoneses a bajo precio y entonces, portadores de la misma compañía los entraban otra vez en el Japón para entregarlo a clientes que recibían fondos desde otros países.Las misiones eran las que más fondos acaparaban. El lector español recordará, sin duda, las famosas cuestaciones del Domund y del Día de las Misiones: las recaudaciones de entonces entraban, si no en su totalidad, en una aran a través de la citada proporcón a través de la citada ruta. ¿Qué sucedía? Deak compraba los yens en Hong-Kong, a buen precio; las órdenes de pago que recibía para Japón se entraban en moneda nacional, con lo que se evitaban engorrosas declaraciones de renta y se tenía un mayor campo para maniobrar.

El padre Galdeano, por aquel entonces, dirigía una leprosería en Okinawa y en su pasaporte español no figura más que una escala en la colonia inglesa. Al pasar los años, el uso de este camino se fue ampliando. Ya no eran sólo los misioneros, sino también los hombres de negocio japoneses vieron su oportunidad. Hacienda conocía los hechos, pero simplemente ignoraba el delito.

A mediados de 1973 se inicia una jugada política, en la que Galdeano es simplemente un peón involuntario. La policía empezó a seguir los pasos del sacerdote de origen español. Residente en Tokio y figura conocidísima, a la par que controvertida por su manera franca y desprendida. A los seis meses de iniciarse la encuesta fue llamado a declarar junto a su secretaria. Se le acusaba, en concreto, de haber servido de puente para una transacción entre un granjero japonés de la isla de Hokkaido y una compañía canadiense que cría ganado vacuno.

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Durante el juicio se demostró que en total, tanto Galdeano como su secretaria, no habían pasado los 200 millones de yens, cifra muy inferior a la relacionada con el affaire Lockheed.

El ministerio fiscal reconoció que dicha práctica era antigua en el país y que otros muchos estaban en el mismo caso que Galdeano. La defensa insistió en que la policía no había investigado a otros Bancos, como Manufacturers Trust & Co. y muchos otros, acerca del destino y los intermediarios de transacciones mucho más importantes.

A Galdeano se le impuso como multa la cantidad que había ganado como comisión de intermediario, al cambio, unas 500.000 pesetas. El caso estaba zanjado. Al estallar el escándalo de los sobornos se le citó en algunos periódicos, pero en una rueda de prensa celebrada junto a sus abogados, con miembros de los medios informativos japoneses, dijo y explicó su caso. En el último mes ha sido llamado a declarar otra vez y el fiscal le pidió disculpas por las molestias que le pudiera ocasionar.

La extrema derecha y sus comandos han amenazado a Galdeano para que no hable, el Partido Comunista le da dinero si habla, dos semanarios americanos han ofrecido también dinero. Su posición es indudablemente delicada, porque al no haber ninguna fuente de información alternativa, todo le llega a él.

Creo que importa poco quién llevó el dinero a Kodama, el principal encartado en este asunto, que sigue en su casa sin que haya posibilidad legal para hacerle declarar. Las fidelidades en Japón son ciertas, sobre todo a nivel político, y es muy improbable que se llegue a saber la verdad del escandalo nunca. Miki, el actual primer ministro, se mantiene en el poder gracias a sus revelaciones sobre el escándalo. El público se sorprende de los insultos que se cruzan los miembros de la Dieta en público.

La Lockheed es sólo un ejemplo, que sirve de escaparate para una lucha despiadada entre los diversos grupos que intentan un cambio de poder. En la prensa japonesa aparecen diariamente nuevas noticias sobre nuevos escándalos. Hace una semana fue el gobernador de Chiba, antes diputado socialista. Todos son sobornados, comunistas incluidos. El panorama político está tambaleándose y en los siguientes meses veremos más sensacionalismo y, quizás algo más serio. Tal vez la muerte violenta de algún político de altura. Hasta ahora sólo han habido dos muertes sospechosas: la de Kasahara, chófer del antiguo primer ministro, Tanaka, que apareció ahogado en el interior de su coche.

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