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RELATOS DE UNA AMATEUR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El día que Infantino intentó estornudar con los ojos abiertos

La FIFA se defiende de las críticas por el Mundial de Qatar atacando a la prensa

Natalia Junquera
Aficionados durante el partido de inauguracion del Mundial en los alrededores del estadio Al Bayt, en la localidad de Jor, en Qatar.
Aficionados durante el partido de inauguracion del Mundial en los alrededores del estadio Al Bayt, en la localidad de Jor, en Qatar.Jaime Villanueva

Adolescentes dándose el enésimo beso de despedida en un portal. Una pareja gay paseando de la mano. Una minifalda. Un charco de lluvia. En España son escenas tan comunes que ya no las percibimos, como esos movimientos mecánicos que hacemos sin darnos cuenta: cerrar los ojos al estornudar o decir “Jesús”, cuando alguien lo hace a nuestro lado. En Qatar todas esas estampas cotidianas han desparecido por culpa de la religión, las costumbres o el durísimo clima —hasta 50 grados en verano—. La FIFA, que ha llevado hasta allí la gran fiesta del fútbol, el Mundial, pretende hacer ver que no son importantes. El pasado sábado, Gianni Infantino, su presidente, realizó un largo esfuerzo —hora y media de rueda de prensa— para tratar de convencer al resto del planeta —hay 12.300 periodistas acreditados— de que lo trascendental, de lo que deberíamos estar hablando, es de fútbol. Solo fútbol. Su coletilla durante esos 90 minutos (la duración de un partido) en los que se enfrentó a la prensa fue “or whatever” (o lo que sea): “estos musulmanes o lo que sea”; “este país malo o lo que sea”... Fue un intento inútil de estornudar con los ojos abiertos. Ni siquiera el más poderoso, el dueño de la pelota, puede conseguirlo. Sobre todo cuando tiene 12.300 testigos enfrente para advertírselo en cada intento.

Infantino ya iba perdiendo cuando empezó el partido. Qatar le coló un gol con su decisión de última hora de cambiar las normas previamente pactadas para el consumo de alcohol en las inmediaciones de los estadios. Tener que aclarar que controlaba “al 200%” el torneo fue la forma más elocuente de demostrar que quizá era algo menos. Y decidió defenderse atacando a la grada, es decir, a los testigos. “¿Qué quieres? ¿Otra guerra mundial?”, llegó a responder a un reportero británico que le preguntó por la situación de las mujeres y los derechos humanos. El viejo truco de matar al mensajero.

La estrategia de huida hacia adelante suele tener un recorrido muy corto, porque hasta los cojos corren más que los mentirosos. Cerca de estas fechas, ya hace 20 años, un ministro de Defensa, Federico Trillo, insistía en que las playas de Galicia lucían “esplendorosas” cuando estaban llenas de chapapote del Prestige, y el sábado, Infantino aseguraba, con cara de póquer, que él se sentía “catarí, trabajador inmigrante, gay y discapacitado”; que la organización defendía los derechos humanos “a su manera”, que conseguían “más resultados que otros” y que Europa y la prensa eran unos hipócritas. Pero según oían a Trillo, vecinos de la zona cero de la marea negra veían manchas igual de negras en las ventanas de sus casas y miles de voluntarios hacían las maletas para ayudarles a limpiar la costa. Y tras 59 minutos de monólogo del presidente de la FIFA en la rueda de prensa del sábado, los periodistas acreditados para cubrir el Mundial lo expusieron a sus contradicciones:

—¿Por qué apoya un torneo en un país que discrimina y no respeta los derechos humanos?

—Si tuviéramos que jugar solo en países que no tienen esos problemas, probablemente jugaríamos al fútbol solo usted y yo.

—¿Qué le diría a los fans de todo el mundo que dicen que no van a ver este Mundial por la situación de los derechos humanos en Qatar?

—Bueno, pues que no lo vean, pero estoy convencido de que lo harán a escondidas.

—Parece furioso con Europa y ahora vive en Qatar. ¿Será este su hogar a partir de ahora? ¿Se quedará en Qatar teniendo en cuenta todas las críticas que ha hecho a Europa?

—Yo soy europeo, soy suizo, un ciudadano del mundo…

—¿Qué pasaría si alguien se pone un brazalete LGTBI?

—Tenemos regulaciones claras sobre los brazaletes. Necesitamos encontrar causas a las que todos puedan adherirse.

—¿Por qué vamos a fiarnos de la palabra de Qatar en el respeto a la comunidad LGTBI o a los derechos de los trabajadores inmigrantes si han roto el acuerdo sobre el consumo de alcohol a 48 horas del inicio del torneo?

—Cada decisión se ha tomado de manera conjunta. Está garantizada la seguridad de todo el mundo.

Nadie puede estornudar con los ojos abiertos. Igual que es imposible soplar y sorber a la vez.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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