Es lo que hay y no está mal

No hay mejor convocatoria mundialista que la de cada cual. Por ejemplo la de más de 40 millones de españoles, sin descontar a los iletrados futboleros. Ocurre que según el ilustrado Perogrullo la única lista convalidada es la del seleccionador de turno. La de Luis Enrique, pongamos por caso. El resto estamos para la cháchara. Entre otras cosas porque el técnico tiene más parámetros de medida, información confidencial que no se comparte con la clientela. El fútbol es el único espectáculo al que se acude sin saber quiénes serán los actores. La plantilla elegida por Luis Enrique es también subjetiva. No tanto como la suya o la mía, pero lo es. Los técnicos, por androides o chulapos que parezcan algunos, tienen fobias y filias.

En este reclutamiento español están los que son, básicamente. Y no es poco. No hay agravios, poca materia para el debate. No han sido exiliados Xavi, Iniesta, Casillas, Villa, Alonso o Puyol. No hay un español entre los 50 candidatos al Balón de Oro, si sirve como medida. Es decir, no hay españoles como Mbappé, Messi o Neymar. El caladero es notable, pero sin sobresalientes. El único que resalta es, precisamente, Luis Enrique, el líder autoproclamado de un grupo coral que no admite solistas ni disidentes. La fuerza está en el sentido mosquetero. Luis Enrique se guía por su firme sentido de pertenencia. Le importa un bledo el eco de Ramos o la guasa de Piqué.

No hay mayores reproches para esta lista, y quizá para ninguna, salvo que algún seleccionador chiflado prescinda de Pelé o Maradona en plenitud. Cabe, eso sí, porque es una charada, jugar a ser opositor a Luis Enrique. Veamos. En los porteros falta experiencia, con dos suplentes, Robert Sánchez (Brighton) y David Raya (Brentford), porteros de la Premier de clase media-baja sin focos en España. Ambos podrían pasear por la Gran Vía como turistas de Albacete. Nada que ver con De Gea (United) y Kepa (Chelsea). ¿Mejor reservas para servicios mínimos sin el morro torcido o competidores con más caché?

En la defensa no hay muchos con colmillo. Y que den la talla, porque Azpilicueta, Eric García y Hugo Guillamón tienen poco vuelo para el juego aéreo. Un problemilla si encima los laterales son Carvajal, Jordi Alba y Gayà. Usted, o yo, o el frutero de la esquina hubiéramos apostado por Nacho (servidor), Diego Llorente o Íñigo Martínez. Pero como sostiene el entrenador, en caso de batacazo los palos serán para él. Y quién sabe si no se los daremos usted y yo, los más listos a hechos consumados. En el medio a este cronista le falta Merino, una debilidad, jugador para todo, para la escoba, el pase o el cabeceo. A usted quizá Fabián, apuesta del PSG. O Thiago, un envite de Jürgen Klopp, ni más ni menos.

El lío morrocotudo llega en la delantera, donde no está Iago Aspas, el mejor goleador nacional de los últimos tiempos. En Vila-real reclamaban a Gerard Moreno, en medio Sevilla suspiraban por Borja Iglesias y entre Cornellà y El Prat promovían a Joselu. Luis Enrique prefiere a Morata y no quiere doblar arietes porque le van los postizos como Asensio, Ferran o Dani Olmo. En Sudáfrica el papel lo cumplió Pedrito, recuerden el resultado. Uno hubiera echado el lazo a Adama Traoré, que en una prórroga hubiera sido un depredador con esa exuberancia física; tiene turbinas, no botas. Haaland es noruego y Kane, inglés. Por esta España hay lo que hay, más pillos que goleadores a mansalva.

El fútbol, con tantas certidumbres como desmentidos, da para muchas mesas redondas. Solo seis de los 26 llamados a filas han jugado un Mundial (Carvajal, Azpilicueta, Alba, Busquets, Koke y Asensio). ¿Mejor la experiencia o el hambre?

Antes de la lectura ventajista de los resultados de Qatar conviene subrayar que estos jugadores han competido bien en los dos últimos cursos. El Mundial es otra cosa. Veinte de ellos aún no lo saben. Tiempo al tiempo. Mientras, la lista es “macanuda” y Luis Enrique es el “mejor seleccionador de la historia”. Palabra de Luis Enrique.

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