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La desequilibrante sencillez de Tere Abelleira

La mediocentro de la selección convierte su innata comprensión del juego en la brújula de un equipo en el que ejerce de bisagra

Teresa Abelleira controla el balón ante Ella Toone durante la final del pasado domingo entre España e Inglaterra.
Teresa Abelleira controla el balón ante Ella Toone durante la final del pasado domingo entre España e Inglaterra.BIANCA DE MARCHI (EFE)

César Luis Menotti, el mismo que identificó el doble pivote como una farsa, definió en su día los valores para ejercer por delante de la defensa. “Calidad, conocimiento del juego, sencillez”. Teresa Abelleira (Pontevedra, 2000) se ajusta a ese molde. En un equipo que busca apoyos y se ordena a partir del balón siempre es necesario contar con futbolistas que le den fluidez, así que ella está en el ecosistema perfecto cuando viste de rojo. Su importancia en el equipo campeón del mundo se entiende a partir de un dato: titular en las siete citas del campeonato, tocó el balón una media de 102 ocasiones por partido. Y ella toca para jugar, no juega para tocar.

“Mejora las jugadas cuando recibe el balón, se sabe colocar, siempre bien perfilada. Es muy difícil ver a alguien así, con ese entendimiento del juego”, explicó Jorge Vilda cuando empezó a pensar en ella para integrar la selección. Pero en la Eurocopa 2022 la dejó fuera en el último corte. La baja a última hora de Salma Paralluelo animó al técnico a cambiar de planes, desechó la opción de cambiar piezas y llamó a Abelleira, que acabó el campeonato en el once titular, como interior en una medular que cerraba Guijarro.

La excelente mediocentro del Barcelona fue una de las jugadoras que mantuvieron su decisión de no atender a una convocatoria federativa. Así que Vilda encontró una solución en Abelleira, que venía de una temporada complicada en el Madrid, donde la competencia de Claudia Zornoza, Maite Oroz y la gala Sandie Toletti le había restado protagonismo. “Lo que hemos visto en el Mundial es un excelente ejercicio de adaptación que mostró además que ha ganado muchísimo en sacrificio sin balón y en las disputas”, reflexiona Manu Sánchez, que fue su entrenador durante cuatro temporadas en el Deportivo, donde la alineaba como interior.

Aquel Deportivo embrionario nació en su mayoría a partir del talento de la selección gallega cadete. En el club se alertaron cuando empezaron a repasar con Manu Sánchez las edades de las jugadoras que captaba. Abelleira tenía 16 años. “A nivel de comprensión del juego es la misma que ahora. Es algo innato. Es muy raro que a esas edades lo primero que piense una chica al recibir la pelota es en asociarse con una compañera”, valora el técnico. “Era una joven fuera del campo y una futbolista veterana en el terreno de juego, Se echaba el equipo a la espalda sin pensar en la edad que tenía”, recuerda Miriam Ríos, la capitana, una de las pocas que ya acumulaban experiencias sobre el verde. A los seis meses de estar en el club, en enero de 2017, Abelleira y su compañera Raquel Béjar se convirtieron en las dos primeras mujeres futbolistas en firmar un contrato profesional con el Deportivo. “Le pedí al club que creyesen en aquellas chicas y lo hicieron”, rememora Sánchez. El equipo se cocinó durante tres campañas en la categoría de plata: cuando se estrenó en Primera División lideró la tabla durante bastantes jornadas y acabó cuarto. Aquel verano, tras el confinamiento, Abelleira se marchó al Real Madrid.

“Tere es ahora mundialmente conocida, pero en Galicia desde hace mucho sabemos que es top”, lamenta Miriam Rios. Detrás hay una formación con varios matices personales que explican el fútbol de Abelleira, hija de Milo, un entrenador con 340 partidos en Segunda B al frente de equipos como Pontevedra, Celta B, Ourense o Cultural. En el filial celeste varias generaciones de jugadores desde Borja Oubiña a Denis Suárez se beneficiaron de su magisterio. “En cuanto a cultura y valores del fútbol seguro que tener un padre como Milo ayuda”, resuelve Sánchez, que revive como una discusión en el vestuario sobre un calentamiento la resolvió aquella niña de 16 años con una sentencia: “Me enseñaron que lo que diga el técnico va a misa”. “Me quedé flipado”, recuerda Sánchez.

Ahora llega la gestión del éxito, pero ahí quienes la conocen como su excapitana en el Deportivo no albergan dudas: “Es natural, cercana y amable y eso en una futbolista que es un referente para tantas niñas y niños es primordial. ¡Es tan gratificante ver lo que están consiguiendo ella y sus compañeras! Se me siguen poniendo los pelos de punta. Todas las que fuimos futbolistas, lo son y lo serán sentiremos siempre esa estrella también como nuestra”.

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