El Madrid del cuanto más difícil mejor
De los hallazgos de Lunin y Bellingham, a la vigencia de Kroos, la crecida de Rüdiger y el Vinicius más rematador. Estas son las claves del equipo que se adaptó a todo para ganar su 36ª Liga
El Madrid jugó su mejor partido de Liga sin centrales puros, con dos inventos como Carvajal y Tchouameni. Entre los dos, solo sumaban cuatro encuentros en esa posición, pero los blancos le ganaron 4-0 al Girona sin recibir un tiro a puerta. El episodio resume la resistencia y adaptación de un equipo que sufrió tres roturas de cruzado (Courtois, Militão y Alaba), y donde en lugar de Benzema llegó el cedido Joselu. Bajo el liderazgo de Carlo Ancelotti, el técnico se inventó al killer Bellingham, fue convenciendo a Vinicius de atacar más el centro, y hasta descubrió en Lunin a un portero solvente.
El hallazgo de Lunin
No cambió su fachada impasible, pero después de tres cursos de intrascendencia sí fue reconocido como un meta fiable. Su caso simboliza a este Madrid de las mil soluciones. Fue la sorpresa que nadie vio venir. Hasta esta jornada, el porcentaje de paradas de Lunin (77,6%) era el mejor del campeonato. “Hemos descubierto un portero que nos da confianza”, admitió Ancelotti hace un par de meses. Hasta el otoño, fue casi lo contrario: Kepa llegó a la carrera y alcanzó el once en solo 10 días tras la lesión de Courtois; y ya en noviembre, el técnico anunció que, cuando el vasco se recuperara de la lesión que sufría entonces, volvería a la titularidad. Nadie esperaba a Lunin. Pero ahí comenzó su gran remontada y Carletto, sensible al nuevo escenario, montó un casting del que el ucranio salió claro vencedor. En verano, su salida había sido una opción. Apenas llevaba nueve encuentros ligueros desde 2020.
La salud de los laterales
Después de mucho tiempo, el Madrid dispuso con continuidad de sus dos laterales. La dieta sin gluten de Carvajal confirmó sus efectos sanadores y Mendy salió de la secuencia fatal de lesiones que le llevó a perderse la mitad de la pasada campaña. El primero, además de cerrar su flanco y ejercer hasta de central, se ha apuntado cinco goles (cuatro en Liga), tantos como en las ocho temporadas anteriores. Es el primer anotador no atacante del equipo. El francés, por su parte, fue investido por Carletto como “el mejor lateral izquierdo defensivo del mundo”. Con él, el Madrid solo ha encajado nueve tantos en 21 partidos de Liga. En ataque, eso sí, metió uno en la Supercopa y Ancelotti tuvo que preguntar si de verdad había sido él.
El ascenso de Rüdiger
De la desgracia de Militão surgió el Rüdiger que el Madrid había buscado y todavía no había encontrado. Tras una primera temporada sin mucho brillo, los blancos dieron con el central que se trajeron del Chelsea por petición de Ancelotti. Empezó a la cola del brasileño y Alaba, pero la desgracia del primero le abrió la vía. No la desaprovechó. Contundente por arriba, rápido a campo abierto y una lapa en el cuerpo a cuerpo, Rüdiger se ha convertido en el jefe de una zaga que no ha encajado en la mitad de los choques ligueros. Y de postre, metió el penalti final de Mánchester, que aceptó tirar tras el paso atrás de Valverde. Excéntrico pero muy discreto con su vida, ha entrado en el catálogo de coros y danzas del Bernabéu.
Del Kroos-Modric al Kroos-Valverde
El joven y el veterano, el físico y el ideólogo. Las dos caras de un centro del campo que dio un paso más en su anunciada transición generacional. Se acabó el Kroos-Modric y el Madrid caminó hacia una mezcla que potenció al alemán porque se encontró muy protegido por piernas frescas. Carletto arrancó el curso reuniendo a la cuadrilla de jóvenes y con Kroos en el banco, pero la rápida inclusión del germano le dio otro vuelo a la medular y confirmó la plena vigencia de su arquitectura. A su lado siempre contó con el kilometraje infinito de Valverde, el único del vestuario en participar en todas las citas. Esta vez, el italiano no le reclamó goles, como la pasada campaña, sino que apretara todas las tuercas del centro del campo.
El imprevisto Bellingham
“Sinceramente, no sabía mucho sobre él”, confesó hace unas semanas Rüdiger sobre Jude Bellingham. La sorpresa resultó casi unánime al contemplar a este chico inglés que dejó muy corta su fama de viejoven. Ancelotti adaptó el sistema para acercarlo al área (una posición nueva en su carrera) y JB le correspondió con un acierto apabullante: sus 13 dianas en Liga hasta Navidades superaron las 12 de sus tres campañas completas en la Bundesliga con el Dortmund. Y todavía le dio tiempo a tapar la banda izquierda ante el sufrimiento del equipo a la hora de defender los centros laterales. Hace un mes, eso sí, advirtió de que ese trabajo para todos le había hecho perder efectividad. Solo suma cinco tantos desde enero.
El ventilador de Vini y el gol mancomunado
¿Quién iba a compensar los 43 goles que se perdían con las salidas de Benzema (31) y Asensio (12), que tampoco habían producido su mejor campaña, si no llegaba nadie de talla mundial? La pregunta se extendió como el aceite. Carletto había propuesto a Harry Kane como nueve, pero solo llegó Joselu como cedido. La solución, en un ataque sin referencia fija, la dio primero Bellingham; y a partir de enero Vinicius encendió el ventilador asumiendo el encargo de atacar más por el centro (22 tantos el inglés y 21 el brasileño en el global, 31 entre ambos en Liga).
A su estela aparecieron Rodrygo y sus rachas (17 y 10); el empeño de Brahim en convencer al entrenador (diez y seis); y un tipo clásico de área como Joselu (14 y nueve). Los actores secundarios terminaron de rematar la tarea del gol mancomunado: Lucas Vázquez resolvió en Vitoria, Tchouameni en Las Palmas y Mallorca, Rüdiger inclinó al Mallorca, Modric al Sevilla , Carvajal al Almería y hasta Güler a la Real. Los 74 goles del Madrid en 34 jornadas son la mayor cifra desde los 82 de la 2017-18, la última campaña de Cristiano.
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