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Salpicón de montañas y dureza en la Vuelta a España de 2024: etapas y recorrido

Presentada la 79ª edición de la ronda española, que partirá de Lisboa el 17 de agosto, contará con nueve finales en alto y concluirá con una contrarreloj en Madrid el 8 de septiembre

La Vuelta Ciclista 2024
Vingegaard, Kuss y Roglic, los tres primeros de la Vuelta 2023.Manu Bruque (EFE)
Carlos Arribas

Como un niño melindroso ante una ensaladilla, que la divide por colores y por texturas, si es posible, antes de hincar el tenedor, así los responsables de la Vuelta a España ante el mapa de la Península Ibérica, la exacerbación de la búsqueda de bocados exquisitos para exhibir las atracciones donde más paguen por tenerlas en que se ha convertido el trazado de las grandes en el siglo XXI. Con las carreteras de la Vuelta, y también del Tour de Francia o del Giro de Italia, no se traza un recorrido con sentido geográfico, sino un mapa de caprichos.

“Una Vuelta fiel a nuestro ADN. Innovación, tradición y dureza, mucha dureza”, resume Javier Guillén, director e ideólogo de la carrera en el librito informativo del recorrido en el que al reseñar el palmarés de ganadores (la de 2024 será la 79ª edición de una ronda nacida en 1935) siguen inventándole un primer apellido (Martín) a Julián Berrendero, de San Agustín de Guadalix, el héroe maldito de los tiempos de República que, rehabilitado por el franquismo tras su paso por los campos de concentración de Miranda de Ebro y Rota acabada la guerra civil, se impuso en la Vuelta en 1941 y 1942.

Los ciclistas que la disputen a partir del 17 de agosto próximo desde el Monasterio de los Jerónimos, ahí desde donde Vasco de Gama salió a buscar el Cabo de Buena Esperanza y la India, junto al inmenso Tajo en Lisboa, ya no saldrán a conquistar el territorio, a hacerlo suyo a lo largo del camino, más bien serán como las atracciones, el oso bailarín, el mono gracioso, que los feriantes lleven de pueblo en pueblo, de montaña en montaña para que exhiban sus habilidades y dejen al pueblo ingenuo con la boca abierta. Nueve llegadas en alto esparcidas, salteadas en un salpicón, desde el Pico Villuercas, 1.549 metros en el corazón de los Montes de Toledo, Sierra de Guadalupe, ya en la cuarta etapa, hasta el Picón Blanco, 1.518 metros al norte de Burgos, en la 20ª, con actuaciones destacadas en Yunquera (Cádiz, sexta), Cazorla (Jaén, octava), tres montañones (Purche y dos pasos por Hazallanas) en Sierra Nevada y descenso a Granada (novena), los 1.670 metros de los Ancares, en Lugo (13ª), el terrible Cuitu Negru, 1.843 metros por encima de Pajares, en Asturias (15ª), el eterno regreso de Lagos de Covadonga (16ª) y Moncalvillo, en La Rioja (19ª). Cuitu, Lagos y Picón, las etapas clave.

Un comienzo con contrarreloj (12 kilómetros por Lisboa), una última semana de intensidad tremenda y un domingo final con una contrarreloj (22 kilómetros en Madrid partiendo de la sede en el extrarradio de Telefónica, que festeja su centenario y espera, es un suponer, que Enric Mas, líder de su Movistar, acabe por fin de rojo después de tres segundos puestos en 2018, 2021 y 2022. Con Juan Ayuso y, seguramente, Carlos Rodríguez, empeñados en el Tour y los Juegos (prueba en línea, 27 de julio; prueba contrarreloj, 3 de agosto), y aún tiernos para doblar, será sobre las espaldas del mallorquín sobre las que descansen las esperanzas del ciclismo español, que no gana la Vuelta desde la tercera de Alberto Contador, en 2014, diez años ya. Contra él se anuncian ya Sepp Kuss, que defenderá el dorsal número uno, y, como siempre, Primoz Roglic, con el maillot del Bora en busca de la cuarta Vuelta que le negó la estrategia del Jumbo en 2023. Y la curiosidad de los debuts en la ronda española de los amigos-enemigos Mathieu van der Poel y Wout van Aert. Para uno los repechos, para el otro, camino del Mundial de Zúrich el 29 de septiembre, cinco posibles sprints, dos contrarrelojes y fugas para hacer espectáculo en duelo con Van der Poel.

Si las 21 etapas —una parcelita en Portugal, otra en Extremadura con escala en Andalucía y luego salto a Galicia y de ahí hacia el Este antes del salto final de Espinosa de los Monteros, en el límite entre Cantabria, Bizkaia y Burgos, a Madrid el 8 de septiembre— suman 3.261 kilómetros para los ciclistas en bicicleta, unas 80 horas de pedaleo, los traslados en autobús, coche o avión entre las metas de las etapas y las salidas del día siguiente o hacia el día de descanso, los superan, 3.319 kilómetros según los itinerarios recomendados por Google Maps, 50 horas más de trabajo para ciclistas y trabajadores y seguidores obligados, y varias toneladas de carbono a la atmósfera insostenible entre decenas de camiones, autobuses y furgonetas, cientos de coches y algunos aviones para los 1.000 kilómetros entre Granada y Baiona, en Pontevedra, el traslado estrella.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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