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RELATOS DE UNA AMATEUR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿En qué jornada debe estallar el pánico?

No es lo mismo salir a ganar, que necesitar ganar. Lo segundo es mucho más complicado. Por eso ligamos más cuando ya hemos ligado, cuando no transmitimos la urgencia, el hambre

El entrenador del Oviedo, Luis Carrión, a la derecha, saluda al entrenador del Valladolid, Paulo Pezzolano, ayer.
El entrenador del Oviedo, Luis Carrión, a la derecha, saluda al entrenador del Valladolid, Paulo Pezzolano, ayer.Paco Paredes (EFE)
Natalia Junquera

Es un hecho, comprobado empíricamente, que cuando más se liga, cuando más atractivos somos para los demás es cuando acabamos de echarnos novio/a. Tener pareja multiplica el sex-appeal. En el fútbol pasa algo parecido: Las victorias suelen atraer victorias, los goles, más goles. Y a la inversa, igual: las derrotas encadenadas generan una presión extra que favorece nuevas derrotas. El portero que falla una vez, tiene más posibilidades de volver a hacerlo; el que paró un penalti la jornada anterior – que ya ha ligado- está con el guapo subido y salta al campo seguro de sí mismo, conjurado para que el rival no huela la red. Ya lo decía Jorge Valdano, que compite con Churchill en atribución de citas: “Un equipo es un estado de ánimo”.

Llevamos poco de Liga, pero hay ejemplos dolorosos. El Real Oviedo, penúltimo en la clasificación de segunda división, atraviesa un evidente problema de estado de ánimo: cero victorias, cuatro derrotas, tres empates que no saben a nada, o sea, tres míseros puntos en la séptima jornada. Todavía no hay un abismo con el primer equipo de la tabla, el Zaragoza. La distancia, a falta del partido de este lunes, es de 13 puntos. La temporada anterior, la diferencia entre el número uno y el penúltimo una vez celebrado el último partido era de 41. Con la diferencia actual, el Oviedo habría acabado séptimo, pero ya tenemos el miedo metido en el cuerpo. No es lo mismo salir a ganar, que necesitar ganar. Lo segundo es mucho más complicado. Por eso mismo ligamos más cuando ya hemos ligado, cuando no transmitimos la urgencia, el hambre.

Existen diferentes fórmulas para atajar un problema de estado de ánimo en el campo. Una de las más recurrentes es la destitución del entrenador. Este movimiento tiene algunas ventajas: es más fácil, naturalmente, relevar a uno que a 11; a los jugadores los queremos siempre más que al Míster, que es el segundo -después del árbitro- con el que más solemos enfadarnos; y el titular viene acompañado de la palabra mágica: “Cambio”, justo lo que necesitamos. Sin embargo, los entrenadores no están en garantía y si, pasados dos o tres partidos no empiezan a llegar los puntos, el problema se agravará porque la presión aumentará exponencialmente. Aunque hay notorias excepciones en Champions, la regla confirmada en Segunda División dice que la presión es enemiga del juego. Cuesta más pararse, mirar, decidir con sosiego a quién pasar el balón y hacerlo con gracia y precisión, no como si estuviéramos catapultando melones al aire. Un jugador nervioso comete más faltas, y no esas estratégicas, inteligentes y oportunas para detener un contraataque antes de que se acerque a una zona peligrosa, sino esas que se producen por llegar tarde, por falta de concentración, y que suelen acarrear tarjetas. Una amarilla en un futbolista que no tiene ganas, sino necesidad imperiosa de ganar, es una verdadera catástrofe. Añade angustia a la angustia y a menudo dispara la incertidumbre porque obliga a hacer cambios que no estaban previstos, o al menos, a planteárselos: ¿Arriesgo dejando en el campo al jugador que ya ha recorrido la mitad del camino a la expulsión o lo sustituyo ya? Esa será, probablemente, la decisión con la que la afición juzgue todo el partido: si ganamos, el entrenador acertó. Si perdemos, fue por el error del Míster, que hizo un cambio impertinente.

Por todo esto, quiero mandar un abrazo muy fuerte desde aquí a Luis Carrión, nuevo entrenador del Oviedo, y desearle toda la suerte del mundo. El equipo ha hecho muchas cosas odiosas en lo que llevamos de Liga -hacer un penalti en el minuto 79; dejarse ganar un partido en el 80; expulsiones…- , y otra de la que estoy muy orgullosa. Es un comunicado impecable para explicar una baja y expresar cariño. Dice: “Nuestro jugador Víctor Camarasa estará desde este momento, y por periodo de tiempo indeterminado, al margen del día a día del primer equipo con el único objetivo de cuidar de su salud mental. El Club apoya incondicionalmente al jugador y ha sido partícipe en la toma de la decisión de un proceso supervisado en todo momento por los Servicios Médicos y especialistas correspondientes. Agradecemos de antemano el cariño y el respeto a la persona de Víctor Camarasa y solicitamos se respete su privacidad, ayudando a la buena evolución de este proceso. Agradecer también la valentía de nuestro jugador Víctor Camarasa. Todas las personas que formamos parte del Real Oviedo deseamos tenerte pronto de vuelta con nosotros, cuando sea el momento adecuado. Te queremos, Víctor”. Hace no tanto, cuando ocurría algo similar en algún equipo, se trataba de esconder como gastroenteritis. Algo está cambiando, y definitavemente, es para mejor.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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