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El desgaste del Barcelona

El club azulgrana no logra la unanimidad que pide Xavi para acordar los refuerzos al tiempo que sigue con problemas económicos

Juan I. Irigoyen
Xavi Hernández durante la presentación del equipo en el Trofeo Joan Gamper entre el Barcelona y el Tottenham el pasado martes.
Xavi Hernández durante la presentación del equipo en el Trofeo Joan Gamper entre el Barcelona y el Tottenham el pasado martes.Quique García (EFE)

El Barcelona crece en el campo de la mano de Xavi Hernández. Al menos, así lo justifican los dos títulos que conquistaron los azulgrana la campaña pasada (Liga y Supercopa de España) después de un par de años de la llegada del técnico. Pero, en cambio, en los despachos la entidad continúa atrapada en las mismas incertidumbres desde el verano 2021, cuando se fue Lionel Messi y tuvieron que recurrir a la ayuda de futbolistas como Gerard Piqué para inscribir a Memphis in extremis. Las penurias económicas o el fair play financiero se aderezan con disputas de poder en la política de fichajes. Xavi insiste en una idea. “Tenemos que ir todos a una”, pide el entrenador. En el club aseguran que el mando lo tiene el técnico del primer equipo, sobre todo después de quedarse con la Liga el año pasado. Sin embargo, nada cambia. Y el poder de la dirección deportiva sigue dividido, aún más desde la llegada de Deco a la secretaría técnica.

La Liga ganada la temporada pasada ha reforzado el poder de Xavi en el club. Aunque la verdadera obra maestra del preparador al mando del banquillo azulgrana fue en su primera temporada, cuando reemplazó a Ronald Koeman en noviembre de 2021. “Sabemos que la gente está muy contenta con el título, pero el verdadero milagro fue en nuestro primer año. Con el equipo que teníamos, terminar segundos…”, explican desde el staff del Barcelona. En aquel curso, Xavi tomó el equipo en la novena posición y lo hizo escalar hasta mirarle la matrícula al Real Madrid. El técnico, entonces, ganó impulsó y comenzó a disipar las dudas que siempre había mostrado el presidente Joan Laporta sobre su capacidad para liderar el Barça.

“Necesitamos refuerzos. Ahora depende del club”, alertó Xavi en su momento, ya con el título en el bolsillo. A la cúpula azulgrana no le quedó más remedio que potenciar la confianza en el entrenador y asumir que no tenía más alternativa que incorporar jugadores. Pero la economía, como en el verano de 2021, seguía en la UCI. El área económica del Barcelona se inventó las palancas —eufemismo con el que bautizó Laporta la venta de activos— y el club, a pesar de las discrepancias de poderes e intereses entre el director de fútbol Mateu Alemany, Laporta y Xavi, incorporó a siete jugadores: Lewandowski, Kessié, Christensen, Koundé, Raphinha, Marcos Alonso y Bellerín, y ató a Dembélé. “La presión es para mí, pero el plantillón es para el Barça”, festejó Xavi el mercado pasado. Eso sí, se quedó con las ganas de contar con Bernardo Silva. Pero tenía a su lado a un hombre de confianza en la secretaría técnica: Jordi Cruyff.

Resultó, sin embargo, que el hijo del creador del Dream Team optó por no continuar en el Barcelona. Ya había dejado encaminados, en cualquier caso, los fichajes de Gündogan e Iñigo Martínez. En la directiva del Barça ni se mosquearon con su salida, como tampoco le pusieron ningún problema a Mateu Alemany para que se marchara al Aston Villa. Ya tenían acordada la incorporación de Deco. Ocurrió, entonces, que Alemany se quedó y con la llegada del brasileño se abrió un nuevo frente de opinión ante las incorporaciones. Ya no son tres —Xavi, Laporta y Alemany—, sino cuatro, con Deco. Y Xavi sigue insistiendo en la misma premisa: “Debemos ir todos a una”. Deco, por su parte, pide tener la última palabra en todo, aunque todavía no figura oficialmente en el organigrama.

Tanto Deco como Xavi aseguran que la relación es muy buena. Hay, sin embargo, empleados del club que entienden que hay una falsa calma entre el brasileño y el catalán. El ejemplo es la última pieza que necesita el equipo para completar la plantilla. Deco apuesta por un lateral derecho (Fresneda), Laporta por una estrella (Neymar), mientras que Xavi persigue su deseo frustrado de la temporada pasada (Bernardo Silva). Entienden los que conocen a Xavi que todos estos conflictos de intereses generan un desgaste innecesario en el entrenador. “Al míster lo deberían dejar tranquilo para que pueda trabajar en lo que tiene que trabajar”, subrayan en la Ciudad Deportiva.

Mientras tanto, un viejo problema acecha al Barcelona: el fair play. El club, por ahora, solo cuenta con 12 jugadores en la plantilla para empezar la Liga. Le falta inscribir nada menos que a los tres fichajes (Gündogan, Oriol Romeu e Iñigo Martínez) y a los jugadores que han renovado sus contratos como Sergi Roberto, Ronald Araujo, Alejandro Balde, Iñaki Peña y Marcos Alonso. A los que se suman otros tres futbolistas que regresan de cesión (Abde, Lenglet y Dest). Hay una cosa que tienen clara en el área económica del Barcelona, con las ventas de Kessié (12,5), Dembélé (25) y Nico (8,5) no alcanza para inscribir a todos esos jugadores. ¿Solución? Las ya conocidas palancas. El Barça ultima el ingreso de 60 millones de euros por el 16% de Barça Studios. “Refuerzos”, pide Xavi. E insiste: “Todos a una”. No siempre le hacen caso.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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