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tour de francia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ongi eTOURri: bienvenidos a Euskadi

Con la salida desde Bilbao se aspira a despertar ese ciclismo algo dormido y que muchos niños cojan sus bicicletas y pedaleen en estas tardes de verano soñando con una simple camiseta amarilla

Tour de Francia
El esloveno Tadej Pogacar, este jueves durante la presentación del Tour de Francia en Bilbao.Associated Press/LaPresse (APS)

El Tour de Francia arranca de nuevo en el País Vasco, 30 años después de que lo hiciese en San Sebastián la edición en la que Miguel Indurain lograría su segunda victoria. Como reza el dicho, y estos días más que nunca, Bilbao es capital del mundo del ciclismo, sí; y, para los que lo estamos viviendo in situ, es además un hervidero de emociones. Contaba Pello Bilbao, uno de los siete corredores vascos de la carrera, que no había querido pensar demasiado en esta Grand Départ los últimos meses para mantener cierta templanza. En la presentación frente al museo Guggenheim estaba visiblemente emocionado.

Con el cuerpo aún azotado por el dolor por la pérdida de su amigo y compañero Gino Mäder en la Vuelta a Suiza, charlaba tranquilo, sin prisas, porque desgraciadamente la vida le ha enseñado que esto son dos días nada más. Con raza y a por todas afrontará las dos primeras etapas como si fuesen clásicas, y todo lo hará pensando en Gino y por Gino.

Su compañero Mikel Landa en el Bahrain Victorious aspira al podio, porque como el resto de grandes corredores piensa sin consuelo que la primera y segunda plaza tienen nombre y apellido si libran el infortunio del Tour. Frente a esos dos extraterrestres, Pogacar y Vingegaard, Mikel explica que el landismo es precisamente volver a lo terrenal, a lo humano, para convertirse en el héroe imperfecto, que roza la victoria y no la logra pero que lucha con tesón y sin perder la fe. Ese landismo enloquece a las masas y pinta con su nombre las carreteras.

Le sigue Omar Fraile, del equipo Ineos-Grenadiers, al que no le cabía la sonrisa en el rostro. Feliz y voluntarioso quiere ser el último hombre de Tom Pidcock en la meta de Bilbao que le lance hacia la victoria y hacia el primer maillot amarillo del Tour. Tras él aparece el colombiano Egan Bernal, con la seguridad de quien ha batido en duelo a todos los imposibles que decían que no volvería a montar en bicicleta tras su gravísimo accidente hace 18 meses. Tiene carta libre en este Tour de Francia al que regresa. Se lo ha ganado a pulso con un trabajo invisible y un grado de sacrificio y autoexigencia que quien lo ha vivido de cerca dice que está fuera de lo normal.

El mallorquín Enric Mas, por su parte, aplaude este cambio de guión de inicio de Tour, en el que la exigencia del terreno vasco obligará a los líderes a descubrir sus cartas desde el principio.

Programación cultural

Difícilmente podría haberse encontrado una salida para el gran tour francés con mayor tradición y cultura ciclista como la que existe en Euskadi y que viene de lejos con Loroño, Gabica, Perurena, el equipo KAS, Galdós, Lejarreta, Beloki, Laiseka, Olano, González de Galdeano, Somarriba o el Euskaltel Euskadi, entre otros.

Estos últimos meses y en especial estos días, alrededor de la competición hay una interesante programación cultural relacionada con el ciclismo y el Tour de Francia, además de una labor por parte del gobierno vasco por aprovechar el tirón y desarrollar el cicloturismo siguiendo los modelos de Girona o Mallorca, aunque sean destinos con características bien distintas.

País Vasco siempre ha sido el epicentro del ciclismo nacional desde la base con numerosos equipos y con un extenso y prestigioso calendario sub-23 que servía de pasarela al campo profesional para los mejores. Queda poco de aquel ciclismo de las generaciones anteriores en las que los niños podían emular a los corredores del Tour en las pequeñas carreras que organizaban los pueblos en las fiestas de verano. Se aspira con esta salida a despertar ese ciclismo ahora algo dormido y que muchos niños cojan sus bicicletas y pedaleen en estas tardes de verano soñando con una simple camiseta amarilla.

Ongi eTOURri, que dicen por aquí.

Bienvenidos a Euskadi.

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