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La enésima contrarreloj de Nadal

El campeón de 22 grandes, muy corto de rodaje, afronta a Aliassime, Ruud y Fritz en el grupo del Masters. Evita a Djokovic, citado con Medvedev, Tsitsipas y Rublev

Copa de Maestros
Rafa Nadal, a su llegada al hotel de Turín.ALESSANDRO DI MARCO (EFE)
Alejandro Ciriza

A tres días del pistoletazo de salida en el Pala Alpitour de Turín, Rafael Nadal ya conoce quiénes serán sus rivales en el torneo que pondrá el broche a una temporada volcánica. El español, de 35 años, quedó encuadrado en el Grupo Verde junto con el noruego Casper Ruud, el canadiense Felix-Augger Aliassime (asesorado por su tío Toni) y el estadounidense Taylor Fritz. Es decir, partiendo de la base de que en una cita de estas dimensiones no hay adversario asequible ni mucho menos fácil, el mallorquín evitó al menos un cruce a las primeras de cambio con Novak Djokovic o el mismo Daniil Medvedev, quien pese al tono grisáceo de su temporada no deja de ser un rival de máximo pedigrí.

El serbio y el ruso quedaron emparejados, según dictaminó el sorteo efectuado al mediodía de este jueves, en el Grupo Rojo de la competición, enfrentados al griego Stefanos Tsitsipas y el ruso Andrei Rublev. La acción comenzará el domingo y por segundo año consecutivo tendrá lugar en Turín, que recogió el testigo de Londres después de que la capital inglesa albergara el torneo durante 12 años, de 2009 a 2020. El curso pasado se coronó el alemán Alexander Zverev, fuera de combate desde junio por la lesión que se produjo precisamente contra Nadal, quien más allá de bombos y mayores o menores fortunas, no pierde un solo segundo para generarse opciones. El domingo a las 21.00 (Movistar) tiene una cita con Fritz.

Desde que se produjera una lesión abdominal en julio, en la antesala de las semifinales de Wimbledon contra Nick Kyrgios, el balear tan solo ha podido disputar seis partidos: uno en el Masters de Cincinnati (inclinado por Borna Coric), cuatro en el US Open (Frances Tiafoe) y otro en París-Bercy, donde se le vio falto de ritmo en el duelo con el norteamericano Tommy Paul. Por eso, advirtió: “Es difícil que pueda llegar allí [a Turín] en forma, en la suficiente buena forma como para ganar un torneo que no he ganado nunca. Lo único que puedo hacer es llegar allí antes de lo habitual y entrenar”.

Así lo hizo Nadal, que el miércoles por la tarde ya estaba peloteando para tratar de ganar sensaciones lo más rápido posible y que ayer se desempeñó en doble sesión, según informó el diario As: dos horas por la mañana, con Tsitsipas, y otra más por la tarde bajo la supervisión de Carlos Moyà y Francis Roig, con Marc López en la devolución.

La amenaza canadiense

No será fácil, pero al menos le queda el consuelo de haber caído en un grupo, a priori, menos hostil. En todo caso, tendrá al otro lado de la red a uno de los tenistas más en forma del momento, Aliassime, que hasta su caída en las semifinales de París-Bercy enlazaba 17 triunfos y tres títulos; también estará Ruud, que no atraviesa por su mejor momento, pero que ha demostrado un salto cualitativo sobre cemento con la final del US Open en el expediente y buenas actuaciones en otros torneos; y a rebufo parece estar Fritz, recurrente esta temporada puesto que ya se midieron en Indian Wells y Wimbledon. En ambas ocasiones, el de Manacor compitió lesionado, costilla y abdomen; salvó la última, pero cedió en la primera.

Para Nadal, la opción pasa por el trabajo a destajo, ganar algo de tiempo en la fase inicial e intentar aterrizar en las semifinales con algo más de brío. Es difícil, es complicado; más aún en el Masters, el único torneo de verdadero prestigio que se le resiste. Sin embargo, Nadal está ahí, pico y pala. Por su parte no será, ya se sabe. Lo pone todo. “En el deporte, las cosas cambian muy rápido”, suele decir de vez en cuando. Y así es. Las cifras dicen que incluso él y Tsitsipas podrían arrebatarle el número uno a Carlos Alcaraz, pero el mallorquín, padre desde el 8 de octubre, está a otra historia ahora mismo. Para ello, debería aterrizar en la final e invicto; en el caso del griego, triunfar con un pleno.

Competir, ese es ahora el objetivo real. Y, si por casualidad se abriera la puerta... ahí quiere estar él.

RÉCORD EN PREMIOS: 14,6 MILLONES

Este año, las ATP Finals repartirán la bolsa de premios más sustanciosa de la historia del tenis. En concreto, son 14,6 millones de euros los que distribuirá la organización del torneo, una cantidad inédita.

En el caso de que el campeón se corone sin perder ningún partido, su botín ascendería a 4,6 millones, lo que significaría un registro de récord. Hasta hoy, la australiana Asheigh Barty, retirada en marzo, posee la mayor distinción económica: 3,9 millones por la conquista del Masters femenino en 2019, en Shenzhen (China).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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