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La neerlandesa Ellen Van Dijk pulveriza el récord de la hora de ciclismo

La campeona del mundo de contrarreloj completa 197 vueltas en el Velódromo de Grenchen (Suiza) para batir la anterior marca por 849 metros

La neerlandesa Ellen Van Dijk, durante su intento por batir el récord de la hora este lunes en Grenchen (Suiza).
La neerlandesa Ellen Van Dijk, durante su intento por batir el récord de la hora este lunes en Grenchen (Suiza).GABRIEL MONNET (AFP)
Daniel Arribas

Entre Berna y Basilea, en el valle suizo que riegan las aguas del Aar, afluente del Rin, la neerlandesa Ellen Van Dijk ha encontrado su jardín favorito. Allí, en el coqueto Velódromo de Grenchen, lugar reservado para reescribir la historia a base de pedaladas, la corredora del Trek-Segafredo ha batido este lunes el récord de la hora que ostentaba la británica Joscelin Lowden desde el año pasado (48,405 km). Y lo ha hecho, además, con holgura, subiendo el listón hasta los 49,254 km y acechando, cada vez más, la barrera de los 50. Acompañada por familiares, miembros del equipo y varias decenas de aficionados, Van Dijk, de 35 años, ha vencido a las agujas del reloj, demostrando por qué es la actual campeona del mundo contra el crono.

Nacida en Harmelen, una campiña que rodea a la ciudad de Utrecht (Países Bajos), la veterana corredora del Trek llegaba a Grenchen con nervios, pero con confianza por el trabajo realizado. Allí, su preparador, el vizcaíno Josu Larrazabal, desprendía concentración, seguridad y confianza en la corredora neerlandesa, que había soñado con el récord hace 20 años, cuando todavía era una adolescente, tal y como reconocía a EL PAÍS tras la prueba.

Para Larrazabal, el reto era simple: dar el mayor número de vueltas posibles al velódromo en una hora exacta. “Todos los metros o giros extras que se hagan no cuentan, solo el número de vueltas efectivas”, declaraba el preparador a este periódico pocos minutos antes de la prueba. El porqué es bien claro: “Todo lo que ruedes fuera de la línea negra que rodea la pista son metros que regalas, no cuentan”.

Para adaptarse a esa exigencia, Larrazabal entregó todos sus esfuerzos al entrenamiento técnico con Van Dijk: “Es muy importante, a la par que difícil. Hay que encontrar el equilibrio entre la resistencia y la aerodinámica, lo que llamamos el parámetro CdA (área de resistencia aerodinámica); es decir, dar con la mejor posición que puedes mantener”. Y añade: “Uno se puede poner en una posición muy aerodinámica durante 30 segundos, pero hay que aguantar una hora completa y, además, manteniendo un ritmo muy alto. Esa es la principal dificultad, y requiere muchos días con dobles sesiones de entrenamiento”.

Ellen van Dijk sonríe este lunes junto a la marca que acredita su récord de la hora.
Ellen van Dijk sonríe este lunes junto a la marca que acredita su récord de la hora. DENIS BALIBOUSE (REUTERS)

Así, 100 vueltas después del pistoletazo de salida, Van Dijk, vestida de azul, como su bicicleta, preparada exclusivamente para la ocasión —con las horas del reloj sobre las llantas—, ya aventajaba en 42 segundos el anterior récord.

El eco silencioso del velódromo, de techo cerrado, solo lo interrumpían los gritos de ánimo desde la grada a cada paso de la neerlandesa por la recta principal. Allí, sus padres, ataviados con prendas naranjas, el color del país tulipán, grababan el halo que dejaba su hija en cada vuelta.

Larrazabal, único integrante del Trek a pie de pista —entrenador también de Juanpe López, ahora en el Giro—, esperaba concentrado cada paso de Van Dijk. “En esta prueba, la corredora no puede controlar su esfuerzo con un monitor, el único intercambio que recibe es el del entrenador. Le vamos dando tiempo de paso. Y, dependiendo de lo que transmitamos, las vueltas pueden variar una décima arriba o abajo”.

Van Dijk, especialista contra el crono desde joven, fue campeona del mundo en 2013, en un circuito repleto de repechos en Florencia. El año pasado, en Flandes, terreno mucho más acorde a sus condiciones, repitió título a los 34 años. Ocho meses después, con el torso inmóvil, sin levantar la mirada de la rueda delantera, dejándose llevar por los 394 giros a izquierdas como en un balanceo, Van Dijk cruza la línea de meta en Grenchen por última vez. 49,254 kilómetros y 197 vueltas después, la holandesa entra en la historia, superando por 849 metros el récord de Joscelin Lowden. “Estoy muy contenta, es un sueño hecho realidad”, dice, todavía con sudor en la frente.

A pocos metros, Larrazabal, más relajado, respira. Lo tienen. Es el resultado a varios meses de trabajo: “En invierno hicimos unos test para valorar las opciones. A veces se recurre a hacerlo en altitud, donde se estima que la ventaja es del 20% en términos de aerodinámica. Esto requería ir al Velódromo de Aguascalientes, en México [a 1.900 metros de altura]”. Pero Van Dijk no lo vio necesario. Quiso intentarlo a mitad de la temporada, en Europa, a 450 metros de altura y a tan solo dos meses de que comience el primer Tour de Francia femenino de la historia. Y lo ha conseguido. Todo el esfuerzo ha valido la pena.

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Sobre la firma

Daniel Arribas
Es periodista en EL PAÍS desde 2021. Ha publicado reportajes en la sección de Madrid y en las páginas de fin de semana. Ahora es redactor de Deportes, donde cubre competiciones de baloncesto, tenis, ciclismo y otras disciplinas. Antes trabajó en El Mundo y Ogilvy.

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