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Nadal y el suplicio de nunca acabar: recae del pie y se despide de Roma

El campeón de 21 grandes se resiente de su lesión crónica y cede ante Shapovalov en los octavos (1-6, 7-5 y 6-2, en 2h 36m), a solo 10 días del inicio de Roland Garros

Rafael Nadal Master Roma
Nadal se lamenta durante el partido contra Shapovalov, este jueves en Roma.FABIO FRUSTACI (EFE)
Alejandro Ciriza

Sentado sobre la banqueta, Rafael Nadal clava la mirada en la tierra, apoyado sobre las rodillas y resignado ante ese viejo mal que vuelve a castigarle y no le abandona. De nuevo el pie, el maldito pie. Ese viejo demonio. Volvió el dolor y de la mano la inquietud, los interrogantes, las dudas. El tic-tac más indeseado. A poco más de una semana para el comienzo de Roland Garros, el campeón de 21 grandes vuelve a enfrentarse a una carrera contra el reloj. Poco importa en este caso la derrota contra Denis Shapovalov en los octavos de Roma (1-6, 7-5 y 6-2, en 2h 36m). El Foro Itálico enmudece y arropa al español, que en los últimos tiempos se ha reencontrado con su peor enemigo.

En marzo fue la costilla la que le frenó durante un mes y medio, y ahora, a las puertas del desembarco en París, su Edén, es el pie el que amenaza. “Siempre me duele. Es parte de mi día a día y más cuando juego partidos largos. Tengo una lesión crónica e incurable”, recordaba la semana pasada en Madrid, cuando ya había algún que otro aviso. “No estoy lesionado, soy un jugador que convive con una lesión”, matizaba este jueves, ya de noche en el Foro Itálico. “Es mi día a día. Es difícil, la verdad... y a veces me cuesta aceptarlo. Me dolía mucho”, proseguía el de Manacor, que la jornada previa había conseguido controlar el daño en el cruce ante John Isner. No ante Shapovalov.

Y eso que todo había comenzado a pedir de boca, enmendándose del mal arranque del día anterior; dictando y ordenando frente al joven canadiense, el último zurdo que había conseguido batirle. Fue hace cinco años, en Montreal; desde entonces, 23 triunfos consecutivos ante rivales de su mismo perfil, uno tras otro, en cadena. Todo iba de fábula hasta que el adversario metió un piñón más, se rebeló y endureció el pulso. Repuesto a partir del saque, el talentoso rubio que ya le había ocasionado quebraderos de cabeza el año pasado –dos bolas de partido en los octavos– y este ejercicio en Australia –golpe de calor, y del 2-0 al quinto set, al límite físico– se levantó.

Shapovalov (23 años, 16º del mundo) se adjudicó 16 de los últimos 19 puntos en juego, cuando Nadal ya había optado por contenerse del todo y evitar un mal mayor, recordando los viejos fantasmas. Hace poco más de un año, en Roland Garros, el pie volvió a martillearle y le privó del resto de la temporada. Ni Wimbledon, ni Juegos de Tokio, ni US Open ni Copa de Maestros. Se sometió a un “tratamiento un poquito agresivo” en Barcelona, en septiembre, y bajo la supervisión del doctor Ángel Ruiz Cotorro consiguió regresar y rendir al máximo nivel. Luego vino el contratiempo de la costilla en Indian Wells, y en Roma se reproduce de nuevo el suplicio del pie. Otra frenada en seco.

Cojera evidente

No ofrece tregua ni respiro Shapovalov, un tenista desconcertante que va y viene, poliédrico, de perfil tramposo; tan pronto produce algo genial como comete el error más extravagante, se infla como se desinfla, sube y baja constantemente a lo largo de los partidos. Es una moneda al aire. En cualquier caso, el canadiense –citado con Casper Ruud– exige estar permanentemente alerta y no permite bajar la guardia un segundo. Lo hizo un par de veces Nadal –comienzo destemplado del segundo set y justo del pie en la resolución de esa manga– y lo pagó caro. Todo había comenzado sobre ruedas, pero se torció de mala manera. Otra vez, el dichoso escafoides.

“No, no ha sido en ningún movimiento. Está ahí todo el rato”, apuntó el número cuatro, que llegará al Bois de Boulogne en una situación inédita, sin haber haber jugado ninguna final de los tres Masters 1000 en tierra, Montecarlo, Madrid y Roma. “A veces duele más y otras menos. Lo de hoy era una locura. Me gustaría hablar de tenis, pero es lo que hay. A ver qué pasa en los dos próximos días o durante esta semana. Desde que volví [en enero, tras más de medio año en la reserva] ha sido duro. Es difícil poder entrenar bien varios días seguidos, a veces no puedo hacerlo”, amplió.

Había dejado ver el balear alguna molestia en un par de apoyos, pero en ese último juego, cuando se habían intercambiado los breaks y había logrado recortar el terreno perdido al inicio de la manga, del 0-3 al 4-4, se resintió definitivamente del pie y el escenario cambió por completo. Se puso muy feo para él, que trató de disimular el gesto y continuó apretando los dientes, pero al final no pudo evitarlo. La cojera era evidente. Después de una carrera hizo una primera pausa, y a la siguiente no tuvo más remedio que frenar y apoyarse sobre el toallero, en un receso de tres o cuatro segundos que parecieron ser mil. Ya no estaba jugando en Roma. La mente estaba en París.

“Lo peor es que estaba jugando mejor”

A partir de ahí, con el partido roto, se dedicó a dosificar y a mantener el tipo, modélico en la actitud y resignado a su suerte. Pese al azote del pie, no se rindió. No abandonó. La grada romana le agradeció el esfuerzo, pero la recta final se tradujo en un pesaroso desenlace que enciende la luz de alarma de cara a Roland Garros. El grande francés comienza en 10 días y el mal endémico del escafoides vuelve a asomar. Es, por enésima vez, Nadal contra el tiempo, pendiente del reloj y el dolor. Lo había controlado hasta ahora, pero en la Caja Mágica llamó un par de veces a la puerta. Lo hace en Roma con más fuerza y el futuro inmediato se convierte en una incógnita.

“Lo peor es que a nivel de juego me había sentido mejor. Empecé mucho mejor, calenté mucho mejor, entrené mucho mejor que el otro día [contra Isner]. Eso me entristece. Cuando este tipo de problemas aparecen, el resto de las cosas, las positivas, desaparecen, ¿no? No puedo decir más. Ahora debo volver [a España] y tratarme. Tal vez las cosas estén mejor en un par de días. No sé si descansar o entrenar, pero tengo una meta por delante y quiero seguir soñando con ella. El doctor estará a mi lado en París, y eso siempre ayuda”, concluyó Nadal.

BADOSA CAE FRENTE A KASATKINA

A. C. | Madrid

Paula Badosa perdió este jueves contra Daria Kasatkina (doble 6-4, en 1h 46m) y se despidió del torneo romano en los octavos de final, ya de madrugada. La catalana, de 24 años, se topó con la versión más inspirada de la rusa, una jugadora incisiva que impuso el ritmo y dominó en los peloteos. De esta forma, acabó con la representación femenina española en el Foro Itálico.

Los cuartos de final quedan así: Sabalenka-Anisimova (11.00), Swiatek-Andreescu (14.30), Jabeur-Sakkari (16.00), Kasatkina-Teichmann (19.00). En el cuadro masculino, los emparejamientos son los siguientes: Garin-Zverev (11.00), Sinner-Tsitsipas (12.30), Shapovalov-Ruud (14.00) y Djokovic-Aliassime (20.30).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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