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La velocidad de Carlos Sainz y las aspiraciones de Ferrari en el GP de Bahréin

El piloto español saldrá el tercero en el inicio del Mundial en Sakhir con un coche con el que ‘La Scuderia’ aspira a entrometerse en la gresca entre Red Bull y Mercedes

GP Bahrein F1
El Ferrari de Carlos Sainz durante el GP de Bahréin.Hassan Ammar (AP)
Oriol Puigdemont

A Carlos Sainz le quedan pocos mensajes por lanzar, porque en las siete temporadas que lleva en la Fórmula 1 ha mandado tantos que habría que recopilarlos en un libro de varios tomos. Su trayectoria desde que debutó en el certamen con Toro Rosso, en 2015, un año después de lo que inicialmente había planeado –Red Bull eligió a Daniil Kvyat en 2014–, ha dejado clarísimo que el madrileño es muchísimo más que el hijo del bicampeón del mundo de rallies de 1990 y 1992, el hombre que cambió para siempre el automovilismo deportivo en España. Sainz, el hijo, terminó tercero en la sesión de clasificación de este sábado, a pocas décimas de su compañero de equipo, Leclerc, que se llevó la pole en un arranque de temporada más que esperanzador para Ferrari.

Carletes hace ya tiempo que dio paso a Carlos, un auténtico animal competitivo capaz de enamorar a los dos equipos más universales del campeonato. Su paso por McLaren, en 2019 y 2020, le dio el poso y la confianza necesaria que el curso pasado le llevaron a enfundarse en el mono de Ferrari. Un año en el que tuvo que saltar al ruedo sin apenas conocer el bólido de Il Cavallino –solo tuvo un día y medio de pretemporada–, y que a pesar de eso terminó por delante de Charles Leclerc, quien estaba llamado a capitanear el renacimiento de la Scuderia, huérfana de títulos desde el que Kimi Raikkonen, ya retirado, levantó en 2007.

Este es un buen momento para Sainz, que viene de firmar su mejor ejercicio, tanto en términos de posición en la tabla –finalizó el quinto, por detrás de los dos Red Bull y los dos Mercedes–, como en número de podios (cuatro) y también en puntuación (165,5 puntos, 60 puntos más que en 2021). Por si eso no bastara, la coyuntura generada por el cambio en la normativa técnica ha abierto una ranura por la que alguien puede colarse y entrometerse en el intercambio de golpes que se prevé entre Mercedes y Red Bull. Si atendemos a las sombras que deja el invierno, ese equipo puede ser perfectamente Ferrari, que ha sabido inyectarle más potencia al motor de su bólido y darle una personalidad única, con esos prominentes pontones únicos en la parrilla. Además de bonito, el coche también es rápido. Este sábado, Leclerc se alzó con la pole en Sakhir, al terminar por delante de Max Verstappen y de Sainz, tercero. Lewis Hamilton saldrá el quinto y Fernando Alonso comenzará el octavo, desde la cuarta fila.

El fabricante italiano dispone de una de las parejas más fiables y con más recorrido del paddock. A sus 24 años, Leclerc, dos triunfos, 13 podios y diez pole en 80 grandes premios, siempre tuvo la aureola de los elegidos. Por eso, no eran muchos los que se imaginaban que Sainz, tres años mayor que el monegasco y que sigue a la caza de su primera victoria, sería capaz de superarle en su primer Mundial vestido de rojo (Leclerc terminó el séptimo). Para lograrlo, el español se sumergió en su nueva estructura –se mudó a Maranello– y se preparó a consciencia a todos los niveles.

Se puso como un toro y eso es algo que salta a la vista –pesa 74,5 kilos con el traje puesto, cuatro kilos más que cuando debutó–, por más que la exigencia física no sea más que la vía para ordenar su cabeza y entrar en esa zona –“disciplina”, le llama él– que anticipa su mejor versión, esa que cimentó en McLaren y que ahora explota en Ferrari, con quien está ligado hasta 2024. Dudas, él tenía pocas. “No necesitaba ganar a Leclerc por reputación. Ya había firmado mi contrato y había hecho dos muy buenos años con McLaren. Más bien, aquello fue la prueba que constató que vine para intentar ser el mejor”, reflexiona Sainz en Beyond The Grid, el podcast oficial del campeonato. “Quiero pensar que si conseguí superar a Charles, puedo ganar a cualquiera, porque sé de qué es capaz”, añade el corredor.

Las debilidades de Sainz, de tenerlas, no son nada visibles. Además de poseer una capacidad de adaptación tremenda –ha corrido con cuatro equipos distintos en los últimos cinco años–, también sabe qué es enfrentarse a la incertidumbre de no tener claro qué le deparará el futuro, una angustia que no se quitó de encima hasta que llegó a Woking. “Firmar por dos años con McLaren me dio mucha tranquilidad. Hasta entonces iba año a año, y eso puede hacer que salgas a la pista condicionado, que te plantees según qué adelantamientos por el riesgo que conllevan, y que eso ponga en peligro tu futuro”, relata el de Ferrari, convencido de ser capaz de alcanzar la ambiciosa meta que se ha marcado, pero consciente de los pasos que debe seguir hasta llegar a ella: “Ya hace tiempo que estoy preparado, pero para ser campeón del mundo primero hay que ganar carreras”.

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