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LIGA SANTANDER
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una falsa interpretación de la realidad de LaLiga Impulso

La aceptación por parte de los clubes del acuerdo con CVC es el resultado de mucha reflexión y análisis profesional y no es de recibo que, continuamente, se ponga en duda

Javier Tebas, en la sede de la patronal, en enero de 2021.
Javier Tebas, en la sede de la patronal, en enero de 2021.Susana Vera (Reuters)

El artículo del pasado 3 de marzo sobre LaLiga Impulso firmado por J.I. Conde Ruiz y J.F Jimeno (reconocido madridista, por cierto) reúne tal cantidad de inexactitudes y malinterpretaciones que como presidente de LaLiga no puedo permitirme no aclarar.

Empiezo por los argumentos económicos, que, a pesar de la formación de los autores (o precisamente por ello), ni se analizan en profundidad ni son eje principal del artículo. Sus afirmaciones contienen errores de bulto y un ¿intencionado? desconocimiento de una operación que ha sido sobradamente explicada y publicada en los medios de comunicación.

No mencionan que LaLiga Impulso es una operación de inversión, vehiculada a través de cuentas en participación. Es decir, una operación de riesgo para el inversor que sólo obtendrá ese beneficio, que califican de “chollo” si los clubes de LaLiga obtienen ganancias equivalentes (incluso mayores en términos absolutos), gracias a las inversiones que tales recursos nos permiten acometer, consiguiendo anticipar 20 años lo que alcanzaríamos con medios propios y posicionando nuestra competición a la vanguardia del fútbol mundial en infraestructuras y tecnologías. Siendo así, bienvenido sea el beneficio para CVC.

Pero como decíamos, en el artículo hay poca y malinterpretada argumentación económica y mucha y malintencionada argumentación de otra índole. El desprecio hacia los presidentes firmantes del acuerdo es intolerable. Se les acusa de “cortoplacismo” y de “no tener que rendir cuentas a su masa social” ni velar por la “estabilidad futura de sus clubes”. Los autores ignoran que alguno de los clubes firmantes es también Club Deportivo, como también ignoran (o no) que la Ley de Sociedades de Capital establece mecanismos de rendición de cuentas que las sociedades anónimas deportivas cumplen escrupulosamente, como demuestran sus auditorías anuales.

Les acusan de recurrir “a la solución fácil: la venta rápida de activos a precio inferior al de mercado”. Mienten intencionadamente o se constata que los autores desconocen la operación que critican. Se lo resumo: se invierten 2.000 millones de euros a cambio de un 8,2%, es decir, aproximadamente 130 millones de euros anuales, un múltiplo de 15 veces EBITDA, que es una valoración de mercado alta, refrendada por expertos independientes como Bibium Capital, Rothschild y Duff & Phelps tras analizar exhaustivamente el plan de negocio de LaLiga y transacciones comparables en el mundo del deporte y el entretenimiento.

Dudo si desconocen que los clubes de LaLiga están gestionados por profesionales, en muchos casos con exitosas trayectorias empresariales, por lo que es un insulto gratuito que se dude de su criterio para tomar decisiones de negocio. Este menosprecio a la capacidad de gestión de la mayoría que conforma LaLiga Impulso solo se entiende desde la egolatría de quien encabeza el discurso de la minoría no adherida al plan. Menosprecio que torna en pleitesía con operaciones similares planteadas desde esa órbita.

La Liga Impulso es fruto de muchos meses de un trabajo conjunto asesorado por prestigiosas firmas como Uría Menéndez, KPMG o Latham & Watkins, para presentar a los clubes un plan detallado sobre el que pudieran decidir voluntariamente su participación. Para ello, muchos clubes han recurrido, a su vez, a expertos externos que valoraran el proyecto y la conveniencia individual del mismo. La aceptación por parte de los clubes es el resultado de mucha reflexión y análisis profesional y no es de recibo que, continuamente, se ponga en duda.

En esa línea de falta de respeto a la inmensa mayoría de los clubes de LaLiga, los autores fantasean con “incentivos indirectos (primas) para perder” y amaños que recuerdan a prácticas desterradas de nuestro fútbol profesional contra las que se han establecido controles que funcionan gracias al trabajo conjunto de todos los que participamos de LaLiga.

Esto, además de ser una acusación muy grave, falta a la verdad en el cálculo planteado, ya que, según el mecanismo de reparto establecido en el Real Decreto Ley 5/2015, un 25% del reparto a cada club de LaLiga Santander (15% a los de LaLiga Smartbank) se determina en base a su clasificación individual en LaLiga. Cualquier club, en cualquier posición de la tabla, obtendría un beneficio económico muy superior subiendo un puesto en LaLiga que beneficiándose de una pérdida de posición de otro club.

Igualmente, inventan una liga “dopada” que dificulta el ascenso de clubes “más humildes”. No deben saber que LaLiga Impulso destina recursos a esos clubes que, por méritos deportivos, optarían al ascenso a la categoría profesional. Estos clubes que asciendan a LaLiga en el futuro podrán acceder a los fondos con un importe mínimo de cuatro millones de euros. Además, durante los primeros 10 años, se reconocerá el importe que les hubiera correspondido de haber participado en LaLiga durante la temporada 2021-22.

Puedo entender que, para los interesados en liderar un fútbol de élites, donde ellos perciben el grueso del beneficio y deciden qué migajas reparten al resto, sea inasumible un plan que supone el desarrollo y crecimiento del conjunto del fútbol profesional. Sin embargo, LaLiga Impulso es una realidad libremente elegida por los clubes que la componen que va a suponer un crecimiento exponencial para toda LaLiga, incluidos aquellos que no quieren ver crecer al resto.

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