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El FBI contra los ‘camellos’

Estados Unidos aplica por primera vez una ley que permite la actuación penal rápida contra los que adulteren una competición con métodos dopantes

FBI dopaje
Blessing Okagbare, en los Juegos de Tokio.GIUSEPPE CACACE (AFP)
Carlos Arribas

La atleta nigeriana Blessing Okagbare dio positivo en un control antidopaje en Eslovaquia el 19 de julio pasado y compitió en los Juegos de Tokio el 29 de julio. Ganó su serie de los 100m, fue descalificada y suspendida el 30, horas antes de la semifinal olímpica. Tres días después, cuando regresaba a Jacksonville, Florida, en Estados Unidos, la ciudad en la que se entrena y reside, fue detenida por los agentes de aduanas del aeropuerto. A petición del FBI, le requisaron el teléfono móvil, le exigieron la contraseña y examinaron su whatsapp. Allí descubrieron su relación con Eric Lira, un naturópata de El Paso (Texas), al que en noviembre de 2020 la atleta pedía que le suministrara productos dopantes, hormona de crecimiento (honey, miel, en su conversación), TB-500, EPO y varios más. Todo esto lo escribe el agente especial del FBI Ryan Serkes en una declaración jurada con la que el fiscal del distrito sur de Nueva York Damian Williams ha pedido el procesamiento de Eric Lira por suministrar productos dopantes a un deportista y expedir sin receta medicamentos que la precisan.

La ley Rodchenkov —justicia penal rápida para quienes adulteren mediante el dopaje competiciones internacionales en las que participen deportistas estadounidenses—, anuncian orgullosos, y al alimón, el fiscal y el FBI, será así aplicada por primera vez desde su aprobación por el Congreso de Estados Unidos el 4 de diciembre de 2020. La ley prevé una condena máxima de 10 años para cualquier persona, excepto deportistas, que comercie con productos dopantes para influir en el resultado de una competición internacional. Según un mensaje de voz que permanecía en su teléfono, Okagbare transfirió 2.500 dólares a Lira vía Zelle (Bizum estadounidense) para pagarle las sustancias.

La ley Rodchenkov se llama así por el nombre del exdirector del laboratorio antidopaje de Moscú que se exilió en Estados Unidos para, con miles de pruebas, mostrar a todo el mundo el dopaje de estado ruso y exhibir el montaje ingenioso que organizó en los Juegos de Invierno de Sochi para lograr que ningún ruso dopado diera positivo.

Aparte de probar la eficacia y la utilidad de esta ley, y de la facilidad con la que el FBI resuelve sus casos, el relato jurado del agente Ryan Serkes pretende ser una muestra de la aún existente relación de algunos de los mejores atletas del mundo con el dopaje, y con las agencias encargadas de su control.

Okagbare, de 33 años, es uno de los grandes talentos naturales del atletismo. Velocista y saltadora formada en la Universidad de Texas. A los 18 años ya saltaba 14,13m en triple. Su mejor marca en longitud es de siete metros y fue subcampeona olímpica de la especialidad en Pekín 2008, a los 19 años. En los Mundiales de 2013 logró dos medallas de bronce, en longitud y en los 200m. Su mejor marca en los 100m es de 10,79s, conseguida también en 2013, a los 24 años.

Casi 10 años más tarde, a mediados de junio pasado, cuando está compitiendo en Europa, la atleta se inyecta 2.000ui de EPO y le pregunta a Lira que si eso daría positivo en un control. Su camello le responde que tranquila, que es una dosis muy pequeña, y ella le responde que cuando llegaron los agentes de control a su hotel había fingido que no estaba (los deportistas tienen derecho a tres omisiones en 12 meses), porque tenía miedo, ya que se había pinchado dos veces en pocos días.

El 22 de junio, mensajea a Lira desde Lagos, la capital de Nigeria: “Hola amigo [en castellano en el original], Eric, mi cuerpo respondió tan bien. Acabo de hacer 10,63s en los 100m, con viento de 2,7. Estoy taaaaaan feliz. Lo que hiciste, lo hiciste muy bien”. El 19 de julio, el día en el que la AIU (la agencia antidopaje del atletismo mundial) le sacó sangre en Ostrava, ella le cuenta que está en Eslovaquia, ansiosa para volar ya a Tokio. El 30 de julio, cuando, entre series y semifinal olímpica, le comunican que su control ha sido positivo por hormona de crecimiento (human growth hormone), un producto que ella creía invisible ya que su ventana de detección (el tiempo que el organismo tarda en expulsar su rastro) es inferior a 24 horas, Okagbare escribe a Lira en su whatsapp: “Llámame cuanto antes… Me dicen que mi resultado es positivo por HGH… No lo entiendo”.

La ley Rodchenkov no le afecta, pues no persigue a los deportistas que se dopan, pero sí la ley deportiva. Okagbare está suspendida de forma provisional desde el día de su positivo en Tokio. Le espera un proceso deportivo con tres acusaciones formuladas por la AIU: el positivo por HGH en Ostrava, un positivo por EPO comunicado el 12 de agosto y hallado en la muestra de un control al que se sometió en Lagos el 20 de junio, dos días antes de sus tan felices 10,63s ventosos, y un tercer cargo por negarse a colaborar con la investigación para descubrir quién le había proporcionado los productos. Las autoridades deportivas antidopaje, queda claro, no llegan donde llega el FBI.


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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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