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La extinción de los extremos

Rojo, López Ufarte, Amancio y Enzo Ferrero analizan la desaparición del regateador clásico de banda en el fútbol actual. “Antes pegaban más, pero ahora hay más ayudas defensivas”, recuerda el primero

Jon Rivas
Jesús Navas y Jordi Alba, en el reciente partido en el Camp Nou entre Barça y Sevilla.
Jesús Navas y Jordi Alba, en el reciente partido en el Camp Nou entre Barça y Sevilla.Sergio Ruiz (GTRES)

Los extremos siempre tuvieron sobrenombres que les relacionaban con la velocidad a la que se movían o con la magia de sus regates. A Guillermo Gorostiza, al que míster Pentland le daba en el campo la misma libertad que él se tomaba fuera, le llamaban Bala Roja; a Paco Gento, la Galerna del Cantábrico; a Piru Gainza, el Gamo de Dublín; a Roberto López Ufarte, el Pequeño Diablo; a Juan Gómez, Juanito, todavía le llaman Maravillacada minuto 7 en el Santiago Bernabéu.

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Al gallego Amancio le apodaban El Brujo. “Aunque, en realidad, yo no era un extremo como tal, sino un ocho reconvertido a siete”, recuerda; “tenía tendencia a regatear en diagonal, a buscar el centro”. Como sucede ahora, una época en la que han desaparecido los extremos puros. O eso parece. Correr pegado a la línea, encarar al defensa, regatear y centrar, el ejercicio clásico de un extremo, parece haber caído en desuso. “Neymar juega de extremo, como Januzaj”, dice López Ufarte, “pero hacen el regate hacia dentro”. En ese sentido, nadie más paradigmático que el holandés Arjen Robben.

En España, los últimos ejemplares de extremos veloces y hábiles salieron del sur: Joaquín en el Betis y Jesús Navas en el Sevilla, aunque con la edad hayan modificado su posición.

“Antes era diferente, había más”, recuerda Enzo Ferrero, el futbolista argentino que llegó al Sporting desde Boca Juniors y que jugó 10 temporadas en Gijón, donde reside desde entonces como uno de los mitos del sportinguismo. “Los extremos eran más estáticos. Empezaban a correr desde el centro del campo. Nunca bajaban al lateral. Ya estaban los defensas y los medios para eso. Era regatear y centrar. En el Sporting jugábamos con un 4-3-3: dos extremos y un delantero centro. Morán y yo buscábamos el remate de Quini”, cuenta. Y lo corrobora Txetxu Rojo, uno de los jugadores con más clase en la historia del Athletic: “A mí me daba la pelota Txutxi Aranguren, bajaba hasta el medio campo y de allí hacia delante era cosa mía, pero yo creo que había más calidad en esa faceta. Me lo solía comentar Cruyff”.

Hoy, laterales de largo recorrido

Ahora son los laterales de largo recorrido (Jordi Alba, Carvajal, Navas...) quienes abren el campo por la banda. Carrileros inagotables, pero sin esa magia de los extremos clásicos. López Ufarte, dos Ligas con la Real Sociedad le contemplan, autor de infinitos centros a la cabeza de Satrustegui, no sabe si en realidad han desaparecido los extremos clásicos: “Hay muchos equipos que juegan el 4-3-3 y se supone que los que están en punta son extremos, pero tienen tendencia a irse al centro. Es más cómodo, más fácil para los delanteros. En mi época les decían a los defensas que a los rivales había que llevarlos a la banda. Teníamos que tener mucha habilidad”, recuerda.

“Me cuesta mucho pensar en un extremo puro en el fútbol actual. No hay casi nadie como Paco Gento, que era la velocidad por la banda”, asegura Amancio Amaro. “¿Bale? Bueno, Gareth no es un extremo puro. Aprovecha su velocidad y su potencia física para correr la banda, regatea, pero no es extremo. Es más polivalente. No se limita a correr la banda y centrar. Participa mucho más del juego. Muchos no hay, no me salen demasiados nombres. Tal vez Neymar, que juega de 11, pero se mueve por todo el campo”. Ferrero también piensa en Bale pero, matiza, “no es un extremo como los de antes porque tiene potencia para correr toda la banda. Mbappé también sería un buen extremo, pero juega en todas partes, tiene más libertad”. El nombre del galés, que, como los extremos antiguos, tiene sobrenombre arrollador, El Expreso, suena con timidez entre los que llevaron hace años el 11 o el 7.

“Bale juega por la banda, pero es diferente. Es así, la forma de ver el fútbol ha cambiado”, afirma Rojo, el penúltimo 11 puro del Athletic, porque él mismo cedió ese dorsal a Estanis Argote; “nosotros jugábamos pegados a la banda. Encarábamos al lateral con un regate y teníamos el campo libre para centrar. Fidel Uriarte me decía que tenía que haber sido diestro porque a él le venían mejor los centros desde la derecha”.

De la dureza de antes a los marcajes en zona

Pero Rojo era zurdo, como López Ufarte, que apunta otra diferencia: “Los extremos no íbamos a pierna cambiada como ahora. Los zurdos jugaban en la izquierda, los diestros en la derecha, pero me sorprende verme en imágenes de aquella época, jugando en la otra banda, para zafarme del marcador que me seguía a todas partes”. Porque eso también ha cambiado: “Es muy difícil ahora para el extremo. Antes te daban muchas patadas, es verdad; ahora el delantero lo tiene mejor en eso, pero más difícil para moverse porque te marcan en zona, y hay muchas más ayudas defensivas”.

Lo de las patadas también lo recuerdan otros. “¿Dureza? Lo puedo ratificar en primera persona”, asegura Amancio. “Y no solo eso, sino que los campos estaban como piedras o eran barrizales. Ahora cualquier equipo de Primera o Segunda tiene un terreno de juego impecable. Para correr por la banda en mis tiempos, era mucho más complicado”. Ferrero experimentó un cambio sustancial de Argentina a España, “porque allí los terrenos de juego eran mucho peores”. Recuerda que marcharse del defensa no era fácil: “No había tanta televisión como ahora. Las imágenes protegen al delantero. Se hacían muchas más faltas, y el jugador habilidoso estaba en inferioridad”.

Recuerda Txetxu Rojo que él comenzó jugando de interior. “Pero Gainza me dijo que de extremo lo haría mejor. En aquella época había muchos extremos muy buenos: Gento era un vendaval y a mí me gustaba mucho Armando Ufarte, del Atlético, o Amancio, que era fantástico”, revive.

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