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Ferrer desata el éxtasis hacia las semifinales de la Davis

El alicantino derrota a Kholschreiber en un duelo dramático (7-6, 3-6, 7-6, 4-6 y 7-5, en 4h 51m) y culmina la remontada (3-2) de los de Bruguera contra Alemania para citarse en septiembre (16-18) con Francia

FOTO: Ferrer celebra el triunfo contra Kohschreiber, este domingo en Valencia. / VÍDEO: Fragmento del partido.Vídeo: Kai Försterling (EFE) / REUTERS
Alejandro Ciriza

Caldo de cultivo de heroicidades y grandes gestas, la Copa Davis inscribió un nuevo nombre en su historia con el deseado éxito de David Ferrer. Dice el alicantino que el tenis no le debe nada, que algún día no muy lejano colgará la raqueta con la sensación de plenitud, pero la enciclopedia le tenía reservado un capítulo glorioso, quien sabe sí con posibilidad de añadidos, porque aún le queda cuerda y el recorrido de España aún no ha terminado. Llevado en volandas por la grada de Valencia, en un elogio a la perseverancia y la tenacidad, el alicantino batió a Philippe Kohlschreiber en un duelo eléctrico (7-6, 3-6, 7-6, 4-6 y 7-5, en 4h 51m) y culminó la remontada que guía hacia las semifinales, cota que el equipo español no alcanzaba desde 2012.

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Por la mañana abrió camino Rafael Nadal, frente Alexander Zverev (6-1, 6-4 y 6-4, en 2h 16m), y por la tarde Ferrer, vencido el viernes en la apertura, pero repuesto, resolvió un thriller que conduce al grupo capitaneado por Sergi Bruguera a un enfrentamiento contra Francia, del 16 al 18 de septiembre en territorio galo. El equipo nacional, por tanto, prolonga su racha de imbatibilidad en casa a 19 años y 27 victorias, y reverdece en una competición en la que se había marchitado durante el último lustro.

Uno de esos geniales giros copernicanos que suele brindar la Copa Davis, la actual Copa Davis hasta que se oficialice lo contrario, deparó que dos tenistas bregados y reconocidos como Ferrer y Kohlschreiber se batieran por el punto definitivo. Agua y aceite, porque muy poco tienen que ver uno y otro. El alemán (34 años) representa la sofisticación y el academicismo, la pulcritud de esa escuela clásica que resiste a duras penas a unos tiempos modernos en los que priman los pegadores de un solo registro. El español (36), mientras, se ha erigido siempre como un jugador de pura raza, todo corazón, quizá sin las virtudes estéticas ni las facultades fisionómicas de otros, pero con un caudal de tenis fuera de toda duda.

Entre contrastes transcurrió un partido dramático y hermoso, el más duradero de España en la Davis; el récord estaba en uno de dobles de Fernando Verdasco y Feliciano (4h 48m, en 2007, ante Suiza). Al componente emocional de una resolución a cara o cruz y la atmósfera efusiva inherente al evento le acompañó un soberbio despliegue de uno y otro lado. Hubo de todo: alternativas, tensión, agonía y colorido; nubes, cielo azul, frío y calor; también unos remolinos de viento incomodísimos. Por haber hubo incluso truenos, porque hasta la lluvia, socia histórica de este deporte, quiso tener unos minutos de protagonismo; fueron pocos, apenas tres durante el tercer parcial, porque el espectáculo la apeó a un lado inmediatamente para que no desmejorase una tarde preciosa en la Plaza de toros de Valencia.

Un ejercicio de contención

Los dos protagonistas dignificaron el tenis con un partido plagado de puntos de giro. El primero, la rotura de Ferrer en la primera manga y la respuesta seguida de Kholschreiber, continuada con un ejercicio de contención por ambas partes que derivó en el primer tie-break, resuelto de fábula por el anfitrión (7-1, globo incluido en el broche) y extrañamente mal disputado por el huésped.

Ferru firmó el partido más duradero de España en la Davis, superando a uno de dobles de 4h 48m

Después, más y más curvas. El alemán abrochó con firmeza el segundo set, sellado con un ace abierto, pero en el siguiente el vaivén fue de aúpa, con cuatro roturas y un desenlace taquicárdico en el desempate: de inicio, Kohlschreiber se hizo con un 0-3 a su favor, pero Ferrer mantuvo el tipo y desequilibró (7-4 al final), no sin suspense, claro, pues su última derecha golpeó la cinta y la pelota se quedó suspendida en el aire una eternidad, hasta que la gravedad le echó una mano y la empujó hacia al otro lado.

Todo a su favor, pues, pero la Davis es tan caprichosa y los alemanes tan tozudos que Kohlschreiber no se diluyó, siguió remando y encontró una recompensa idéntica para adjudicarse el cuarto parcial: de nuevo, un golpe violento en la cresta de la cinta, bola en el aire y los estómagos de todo el mundo encogidos. Y esta vez, la fortuna le sonrió a él. 2-2 en el electrónico y por lo tanto todo un mundo por delante. Y Nadal sobre una silla, a grito pelado y caliente como un hooligan, aconsejando y animando sin parar a Ferru para que hiciera un último esfuerzo y condujera a España hacia las semifinales. A su lado, Marc López se revolvía sin parar y Feliciano arengaba a la grada patria con la que tanto ha conectado siempre.

Entre el polvo de Valencia, una traca final

En la plaza empujaba hasta el apuntador, porque el objetivo quedaba cerca y son ya unos cuantos de carestía y decepciones en una competición que ha otorgado al tenis español muchas escenas para la videoteca. Ferrer, uno de los componentes de la generación dorada, siempre ha estado ahí y también quería la suya. A pesar de pasarse toda la tarde persiguiendo bolas y devolviéndolas desde los ángulos imposibles que proponía su rival, de la fatiga y del desgaste anímico que requiere un mano a mano de estas características, tanto él como Kohlschreiber regalaron un último intercambio feroz.

Entre polvaredas, con la pista cada vez más pelada debido a las rachas de levante, libraron un último set de alto voltaje. Subidas y bajadas para enriquecer la mística de la Davis. Traca final para un epílogo fallero. Quebró primero Ferrer para el 2-0 y encontró réplica para el 3-3; acto seguido, más adrenalina: el alicantino sorteó por dos veces otra rotura y cuando el desarrollo anímico hacía indicar que arropaba al visitante, a solo dos puntos entonces de las semifinales para Alemania, el de Xàbia dio el zarpazo letal: dos dejadas cortas de Kohlschreiber, break hacia el 6-5 y templanza en la recta final. Después, el éxtasis de Valencia, España hacia las semifinales y Ferrer rumbo a la eternidad.

NADAL: “MI COMPROMISO ES TOTAL”

Después de una semana tensa y rostros muy serios, el equipo español de Copa Davis desfiló entre sonrisas por la sala de conferencias. Allí, Ferrer fue el principal protagonista. Son días de felicidad para él, a punto de ser padre y artífice del punto crucial. “Está claro que es un día muy especial”, reconoció el de Xàbia; “ganar así en tu comunidad, delante de tu gente, ante 8.000 personas… Estoy contento, pero aún no soy consciente. Estoy cansado y dentro de unos días valoraré más esto. He estado tan concentrado que no me he dado cuenta de muchas cosas que han ocurrido a mi alrededor”.

A su lado, Nadal le elogió (“podía ganar o perder, pero David nunca va a fallar”) y después expuso su compromiso con el equipo. “Hablé con Sergi antes de comenzar el año y él ya sabía cuál era mi posición. Después se han ido dando cosas que me han llevado a jugar aquí, a no hacerlo en la primera eliminatoria... Mi disposición de aquí a final de año es total y mi ilusión por ayudar al equipo a que gane este trofeo es máxima”, señaló.

España se medirá a Francia (1-3 ante Italia) y en la otra semifinal chocarán Estados Unidos (3-0 a Bélgica) y Croacia (3-1 a Kazajistán).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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