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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa
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Un sendero para desenterrar un paisaje

En el sendero taiwanés The Dark Line el proyecto es el lugar. Existía antes de ser diseñado. Los arquitectos han trabajado palpando la historia y han recuperado un paisaje a partir de su memoria

Vista del sendero The Dark Line.
Vista del sendero The Dark Line.Lu Yu-Jui y Michele&Miquel
Anatxu Zabalbeascoa

The Dark Line (la línea oscura) es, en realidad, una línea clara, un rayo de luz convertido en paisaje. Sus arquitectos, Miquel Batlle y Michèle Orliac (Michele & Miquel) han trabajado asistidos por el paisajista local Chung Hsun (dA Vision Design) y lo han bautizado así porque es un solo material, económico, oscuro y filiforme (barras de acero corrugado) lo que lo construye.

Vista del sendero.
Vista del sendero.LU YU-JUI

Lo que ellos hicieron desde que ganaron el concurso convocado para construir un sendero peatonal y ciclista entre Mudan y Sandiaoling, en Taiwán, fue trazar un hilo. Y emplear ese material oscuro para los puentes peatonales, las barandillas, los aparcamientos para las bicicletas, las marquesinas o los bancos. Así, con un único material, y un profundo respeto por el paisaje, este sendero parece escuchar más que afirmar. Hace que la pre-existencia renazca en Sandiaoling.

El sendero atraviesa los antiguos túneles ferroviarios, levantados por los japoneses durante los cincuenta años que ocuparon la isla y reconstruye el puente sobre el río Keelung, que fue arrasado durante unas inundaciones. La industria, la historia, la ocupación y el lugar se funden en un espacio natural en perpetuo cambio por las condiciones atmosféricas y luminosas. Cambia el lugar para hablar del cambio. Y para preservar el paisaje y la historia.

La naturaleza pre-existente atraviesa la pasarela.
La naturaleza pre-existente atraviesa la pasarela.Lu Yu-Jui y Michele&Miquel

La intervención, además de recuperar la historia, domestica el paisaje. Acerca al caminante a la exuberante vegetación sin que tenga que arriesgar esfuerzos. Esa ambivalencia ―natural y doméstico, paisaje-construcción― se da también en la propia naturaleza de la intervención, tejida, se diría que a mano, con una trama de acero. Las barras de acero corrugado ―de producción evidentemente industrial― construyen un traje a medida al lugar. Y atraviesan pozos verticales, galerías subterráneas, balcones en voladizo y desfiladeros. Este recorrido ideado por los arquitectos se hizo con el Premio FAD internacional y también fue reconocido en la Bienal Española de Arquitectura. El sendero es tan sutil, sinuoso y cuidadoso que infunde respeto a los visitantes. Pide calma y también la ofrece.

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