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CINE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Gladiator 2’: disfrute del espectáculo, para aprender Historia lea libros

En unos meses se estrena la nueva película de Ridley Scott, un filme que, tras ‘Gladiator’ (2000) y ‘Napoleón ‘(2023), vuelve a ser carnaza fácil para muchos ‘especialistas’ en la Roma antigua

Paul Mescal (izquierda) y Pedro Pascal, en una escena del tráiler de 'Gladiator 2'.Vídeo: Paramount Pictures

A los pocos minutos de haberse estrenado el tráiler de Gladiator 2, las redes sociales sufrían una sacudida y pronto comenzaron a aparecer las primeras críticas al rigor histórico de Ridley Scott. Este tipo de películas se han convertido en las protagonistas de una competición a la búsqueda del error, del presentismo, del anacronismo, del despropósito. Una escalada de egos por demostrar lo muy equivocado que está el director respecto a la Historia de Roma. Muchos de estos críticos, improvisados y, en muchos casos, mal documentados en la Roma antigua, se sentían incluso violentados y ofendidos. Algunos han sufrido un ataque de responsabilidad por educar al público. De demostrarle al espectador que la de Scott no es Historia de Roma.

Defienden que el espectador da por buenos los datos que en la pantalla se presentan. Un problema que no solo es del cine, sino también de la novela y los videojuegos de ambientación histórica. Y que Scott tiene la obligación de ser completamente fiel a la Historia para contar su historia.

Pero en esta cruzada que se arrogan unos cuantos en la defensa de la verdad histórica y el rigor, olvidan que el cine no tiene que enseñar Historia. Seamos realistas: para aprender Historia se leen libros, no se va al cine.

Parte de la culpa de estos movimientos rigoristas la tienen los docentes que utilizan películas en las aulas de los jóvenes estudiantes. No estoy en contra de su uso en las disciplinas artísticas. Sí en las de Cultura Clásica, Historia y en las de Griego y Latín. Profesores y maestros, por favor, una película no es un documento histórico. No sirve para hablar de Historia en un espacio de aprendizaje. Aunque se me defienda que lo que hacen es tomar los datos históricos para enseñar Historia. Seamos sinceros, a la postre el poso que queda en el alumnado, y futuros espectadores, es que una película sirve para saber de Historia. Que está a la misma altura que un libro de texto o un ensayo.

Para aprender Historia se leen libros, no se va al cine”

El cine es arte. Como la novela, la poesía, la pintura, la arquitectura, la música o la escultura. Es el llamado séptimo arte. Todos ellos han utilizado a Roma antigua como excusa para realizar una obra. Sabemos que no es prerrogativa del cine. Se lleva haciendo desde que Roma existió. ¿Tienen errores históricos? Por supuesto. Pero las entendemos como arte y los obviamos para poder disfrutar de su belleza. El arte tiene que hacernos vibrar. El arte no enseña Historia.

A algunos les rechinan los dientes y se ponen furiosos porque Scott no escucha a los asesores históricos. No está obligado a ello. Seamos francos, el arte es arte. ¿Quiénes nos hemos creído para exigir a un artista cineasta que haga una película que cumpla con nuestras expectativas de rigor histórico? Quizás lo que ocurre es que criticamos aquello que no nos esforzamos en entender. Relajémonos un poco y disfrutemos del arte. También del que Scott nos propone.

Estoy segura de que la segunda parte de aquel Gladiator que tanto nos hizo disfrutar en el año 2000 no nos dejará indiferentes 24 años después. Espero con ansia que Gladiator 2 nos haga otra vez vibrar frente a la pantalla con la calidad de sus escenarios, de su guion, efectos especiales, vestuario, banda sonora y tantísimos otros elementos de los que se nutre una película que promete ser una obra de arte.

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