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Universos paralelos
Columna
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Brian Jones: el ángel infernal de The Rolling Stones

El gran pavo real del pop británico fue expulsado por sus amigos de la banda

Brian Jones at a Rolling Stones
Brian Jones en un concierto en Londres en 1964 de The Rolling Stones.
Diego A. Manrique

Por estas fechas, coincidiendo con lo que hubiera sido el cumpleaños de Brian Jones, se reanima el debate sobre el personaje. Para unos, encarna el pecado original de The Rolling Stones, ejemplarizando esa crueldad que les ha permitido resistir durante 60 años. Otra opción: fue el prototipo de rock star malacostumbrada, un lastre del que hicieron bien en desprenderse.

Conviene recordar que Jones (Cheltenham, 1942-Hartfield, 1969) fue el líder y máximo motor de la banda durante los primeros tiempos. De hecho, el management le pagaba secretamente una cantidad extra; cuando se supo, los otros miembros se indignaron. Podía haber alegado que usaba esas libras esterlinas para mantener a los hijos que tuvo con diferentes novias pero, la verdad, se desentendía de su progenie. Ciertamente, no servía como modelo ético: se supone que maltrataba a la actriz Anita Pallenberg, que terminó refugiándose en los brazos del otro guitarrista, Keith Richards.

Brian Jones era un peligro andante. Le parecía divertido fotografiarse con un uniforme de las SS. Imprudente, alardeaba ante desconocidos de su gusto por las drogas, abriendo la veda para el acoso policial contra los Stones (y muchos otros). Un inciso: fabulosa hipocresía que una de las causas invocadas para echarle de la banda fuera que sus transgresiones dificultaban conseguir el visado necesario para girar por Estados Unidos (el posterior —y mucho más abultado― historial policial de Richards no impidió que actuaran por aquel país).

Mick Jagger, Charlie Watts, Bill Wyman, Keith Richards y Brian Jones en la iglesia de St. George en Hanover Square (Londres), el 17 de enero de 1964.
Mick Jagger, Charlie Watts, Bill Wyman, Keith Richards y Brian Jones en la iglesia de St. George en Hanover Square (Londres), el 17 de enero de 1964.Terry O'Neill/Iconic Images (getty)

No, Jones fue simplemente la víctima de una sórdida lucha por el poder dentro de los Stones, ganada por Richards y Mick Jagger. A la vez perdieron, y tal vez no fueran conscientes de ello, una gran baza musical: Brian ampliaba la paleta sonora del grupo con su facilidad para incorporar instrumentos entonces insólitos (sitar, salterio, flauta dulce, melotrón, autoarpa etc). La nunca suficientemente ponderada etapa pop de los Stones es, en buena parte, obra de Brian Jones.

Pero hay músicos prodigiosos que, al final, carecen de la motivación, la imaginación, la energía necesarias para desarrollar iniciativas propias. El único disco con su nombre en portada es Brian Jones Presents the Pipes of Pan at Joujouka, salvajes grabaciones de campo realizadas en las montañas del Rif y manipuladas en estudio. Nunca se han publicado legalmente la banda sonora que hizo para Mord und Totschlag (1967), segundo largometraje de Volker Schlöndorff, protagonizado por su querida Anita. Ahora se puede escuchar, de aquella manera, en YouTube.

Hay divergencia de opiniones respecto a ese soundtrack. El director alemán, nada impresionado por el hecho de que hubiera convocado a pesos pesados como Jimmy Page o Nicky Hopkins, sacó una opinión negativa de la forma de trabajar de Jones. Sin embargo, el ingeniero de las sesiones, Glyn Johns, que no siempre se muestra amable con los músicos que produce, defiende la inventiva del stone.

Ya saben el desenlace de la deriva de Brian Jones. Despedido oficialmente de The Rolling Stones el 8 de junio de 1969, se ahogó en su piscina la noche del 2 de julio: se le atribuye la fundación del hipotético club de los 27. Pero Pallenberg no creía en maldiciones o castigos divinos: “Estaba rodeado de gente que no sabía qué hacer con un asmático que se había excedido con las drogas”. ¿Tan sencillo?

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