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Cien años de María Callas, la soprano griega que cambió la ópera y el mundo

La diva marcó un antes y un después en el canto y su influencia, no siempre para bien, sigue planeando sobre teatros, cantantes y público

Maria Callas, antes de su debut en París en 1958.
Maria Callas, antes de su debut en París en 1958.Fonds de Dotation Maria Callas
Virginia López Enano

Apenas había pasado un año del escándalo. ¿Fueron los abucheos que recibió en el primer acto? ¿Fue porque ese día su voz no estaba en las mejores condiciones? Lo cierto es que Maria Callas abandonó la Ópera de Roma dejando Norma a medias y un alboroto mayúsculo tras ella que acabó con los periodistas asediando su hotel al día siguiente. Por eso, casi un año después, un reportero pregunta a la diva justo antes de su debut en París en 1958: “¿Siente miedo escénico?”. Y ella contesta: “Sí, porque, ya sabe, mi nombre pesa”. Este 2 de diciembre, la soprano habría cumplido 100 años y su sombra aún planea invisible sobre teatros, cantantes y público (aficionado o no). Su nombre, Maria Callas, todavía pesa.

De vuelta a 1958, el debut de Callas en París es un acontecimiento que ha reunido entre el púbico al presidente francés René Coty, Charlie Chaplin y Brigitte Bardot. La soprano, con un vestido rojo sangre, sale al escenario envuelta en un chal al que se aferra como si tuviera frío. O como si su seguridad dependiera de que ese pedazo de tela se quede bien pegado a su pecho. Ese gesto no lo abandonará en toda la primera parte del recital. Baja unas escaleras de pocos peldaños con la mirada al frente y se aproxima al centro del escenario. Cierra los ojos, toma aire y cuando empieza a tocar la orquesta, su mirada es otra. Ya no es Callas, es Norma.

Maria Callas vestida de Tosca en la segunda parte del concierto de París en 1958.
Maria Callas vestida de Tosca en la segunda parte del concierto de París en 1958.Fonds de Dotation Maria Callas

Que se pueda ver cada detalle de este icónico concierto a color y en resolución 4K Ultra HD es obra del cineasta Tom Volf, autor del documental Maria by Callas y presidente de la Fundación Maria Callas. “Recibimos en 2021 una donación de material. Conocía la grabación del concierto de París, pero era una cosa sucia en blanco y negro. No sabía que existía el original, que había sobrevivido. Fue una gran sorpresa encontrarlo. La imagen era completamente diferente, brillante, con contraste, detalles… Y el sonido era como si ella estuviera allí”, explica Volf, que presentó Callas-Paris, 1958 en el Teatro Real de Madrid el pasado lunes. Le llevó dos años restaurar la cinta que, a partir del 2 de diciembre, se podrá ver en los cines españoles. “Es como una cápsula del tiempo. Esto es lo más parecido a ver a Callas en directo”, asegura el cineasta.

Volf lleva 10 años empeñado en conservar el legado artístico de la soprano griega para cuidarlo y transmitirlo con mimo a las generaciones futuras. ¿En qué consiste ese legado? ¿Qué cambió en la ópera gracias a la labor de Callas? Lo explica Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real: “Su mayor legado ha sido imponer un concepto de canto que trasciende lo meramente vocal y afecta a todo lo que tiene que ver con la interpretación, incluido el gesto, la mirada y, desde luego, la técnica vocal al servicio de la expresión. No necesariamente al servicio de la belleza, sino de la expresión”.

La soprano, durante la filmación de ‘Medea’, de Pier Paolo Pasolini, en 1969.
La soprano, durante la filmación de ‘Medea’, de Pier Paolo Pasolini, en 1969.Keystone Features (Getty Images)

A mediados del siglo XX imperaba en los teatros de ópera una forma de cantar hierática. El afán de los cantantes era alcanzar en cada nota la excelencia vocal. Y, claro, con todos los esfuerzos volcados en la técnica, el personaje se desvanecía. Aquí encontró Callas su ventaja sobre el resto. Ella no se olvidaba de las mujeres a las que encarnaba y las abordaba con todos sus matices. Si era por el bien de la expresión, no importaba sacrificar la belleza de una nota. Esa fue su aportación: dar dimensión teatral a la ópera. Y esta forma de entender el canto sigue viva hoy, matiza Matabosch: “En estos momentos en que las cantantes de ópera tienen que ser, además, grandes actrices; en que no se trata solo de cantar admirablemente, sino de formar parte de un equipo que defiende una obra teatral y musicalmente, su sombra planea en el ambiente como alguien que se anticipó a su época y cambió las reglas del juego. Cantar ópera, desde la Callas, es otra cosa”.

Su legado invisible también permanece en la programación de los teatros porque muchas obras que Callas encumbró no se representarían hoy en día de no ser por ella. Basta mirar las dos últimas temporadas del Teatro Real para ver su rastro. “Ella inició un proceso de recuperación de títulos operísticos históricos injustamente sepultados en el olvido, defendiéndolos con una perseverancia admirable. Desde luego, la Medea de Cherubini, que convirtió en uno de sus roles fetiche”, apunta Matabosch. Precisamente Medea fue la encargada de abrir la temporada del Teatro Real este año. Carmelo di Gennaro, musicólogo y Festival Manager del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, apunta otro título que habría desaparecido de la programación si Callas no hubiera existido: La sonnambula. Y justo esta ópera de Bellini también subió al escenario del Real en diciembre del año pasado.

Tosca, un papel marcado a fuego

“Hay papeles que los ha marcado a fuego, como Tosca. Nadie como ella ha sabido desarrollar un personaje con tantas facetas y tantos matices”, continúa Di Gennaro. Y suma a Violetta, de La traviata, y a Norma. Pero el musicólogo añade que esta impronta indeleble no siempre hace bien a las nuevas generaciones de intérpretes. Di Gennaro ha trabajado varios años haciendo audiciones a jóvenes cantantes y ha notado un problema en la formación de algunos de ellos: “Hoy muchos estudian con los discos y eso se nota enseguida. Te topas con un aria en la que encuentras incluso los mismos errores o guiños que no están en la partitura. Cuando te repiten hasta eso te das cuenta de que han estudiado con el disco y la Callas es uno de los modelos más cotizados. Pero esto está mal porque lo primero que nos enseñó ella es que siempre la interpretación debe empezar desde la partitura”.

Aristóteles Onassis y Maria Callas, en 1959.
Aristóteles Onassis y Maria Callas, en 1959.GETTY

Y este afán por intentar emular el sonido Callas ha tenido también, según Di Gennaro, otra consecuencia: “Ella saltaba de un repertorio a otro: Verdi, Bellini, Rossini... Lo han intentado varias cantantes, pero todas han fracasado. No digo nombres porque no sería correcto. Ella lo consiguió porque tenía unas características únicas. El modelo Callas es inalcanzable, dificilísimo de poder replicar y ha creado muchísimas víctimas en el mundo del canto”. Pero el problema no es de Callas, sino de no aplicar bien sus enseñanzas. “El modelo es superlativo, porque estamos hablando de una grande, pero cada uno tiene que encontrar su forma”, asegura Di Gennaro.

Esto lo entendió bien el contratenor cubano Frank Ledesma. A los 15 años empezó sus estudios de canto como tenor, pero al cumplir 18 le tocó pasar por el servicio militar e interrumpió su carrera. Cuando la retomó, lo hizo por su cuenta, sin profesor, pero muy consciente de una frase que le repetía su anterior maestro: “Todos los cantantes tenemos que escuchar a Callas, vas a encontrar en ella toda la técnica imprescindible”. Siguió el consejo. “Yo la escuchaba y la escuchaba. Sentía que algo en mí se iba despertando. Y de pronto un día, imitando su técnica, me salió un sonido diferente. Pensé: ‘Espera, estoy cantando como un contratenor”. Ledesma contactó con un contratenor cubano que conocía, le pidió que le escuchara y, desde entonces, su carrera cambió por completo: “Yo no pretendía tener la voz de Callas, sino extraer su técnica porque es impecable. Ella fue quien me dio el enganche de decir mi voz va por aquí. Hoy por hoy sigo escuchándola. A ella le agradezco ser el contratenor que soy. Por ella encontré mi tesitura”.

Tom Volf, presidente de la Fundación Maria Callas, frente al Teatro Real en Madrid.
Tom Volf, presidente de la Fundación Maria Callas, frente al Teatro Real en Madrid.Jaime Villanueva

La carrera de Maria Callas resulta estelar, pero su vida personal también contribuyó a crear el mito. La dura relación con su madre, su historia de amor fatal con el magnate Aristóteles Onassis y su temprana e inesperada muerte acabaron de forjar la leyenda. ¿Se podría repetir el fenómeno Callas? Responde Di Gennaro: “Puede ser que hoy día esté naciendo la nueva Callas, pero va a ser difícil por un par de temas que son de orden sociológico. La ópera ha salido del foco de atención que tenía. Ahora se considera un género elitista para pocos entendidos. Hoy día, los personajes de Operación Triunfo o de cualquier programa televisivo tienen mucho más apego en la sociedad, aunque no tengan el talento de Callas. Así que solo, por el entorno social en el que vivimos, veo muy difícil que se pueda repetir algo similar”. Quizás no se repita el fenómeno, pero al menos su sombra sigue marcando el rumbo.

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Sobre la firma

Virginia López Enano
Trabaja en el equipo de Redes de EL PAÍS. Ha pasado por varias secciones del periódico, como la delegación de Sevilla, Nacional o El País Semanal, donde ha escrito temas de música y cultura. Es Licenciada en Historia y Graduada en Periodismo por la Universidad de Navarra y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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