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Feria de San Isidro
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fernando Adrián, meritoria Puerta Grande

El torero madrileño mostró una total entrega ante una corrida mansa, exigente y muy encastada de Santiago Domecq

Fernando Adrián, a hombros por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas.
Fernando Adrián, a hombros por la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas.Fernando Alvarado Efe
Antonio Lorca

El diestro madrileño Fernando Adrián, desconocido para el gran público, vencedor de la Copa Chenel en 2021, que tomó la alternativa allá por el año 2012 y que la temporada pasada solo actuó nueve tardes, y esta de hoy era su tercera corrida del año, ha salido con todo merecimiento por la Puerta Grande de Las Ventas después de ofrecer una lección de entrega, disposición y, también, de torería ante dos toros exigentes, encastados y dificultosos de Santiago Domecq.

Adrián ha demostrado que también se puede triunfar con una desmedida disposición, a pesar de su corta experiencia y de que no destaque por ser un exquisito dueño de las musas. Su valentía, su colocación, su pundonor y la confianza en sí mismo le han abierto, por fin, las puertas del futuro, cuando un par de horas antes tenía, con toda probabilidad, la agenda vacía.

Todo comenzó con los dos faroles de rodillas y varias verónicas apresuradas con las que recibió a su primero, un toro manso, que se dolió en banderillas y llegó a la muleta con la cara suelta y defendiéndose ante los cites de su lidiador. Comenzó por estatuarios y un pase cambiado por la espalda, y en los muletazos posteriores no hubo hondura ni ligazón por el cabeceo constante del animal; pero hubo entrega, y por tal razón paseó la primera oreja, que pudo resultar excesiva, aunque justificada.

Salió el quinto distraído y suelto, acudió al caballo con presteza, y su pelea fue muy deficiente. Brindó Adrián a los tendidos y se hincó de rodillas en los medios. El toro acudió como un tren y surgieron dos pases cambiados por la espalda y cuatro naturales largos y uno de pecho que cautivaron a los tendidos por su intensidad y verdad. El toro sacó la casta, la movilidad, la codicia y la fiereza y se dispuso a vender cara su vida. Adrián apretó las zapatillas contra la arena y dibujó, primero, una tanda de hondos naturales que confirmaban su apreciable actitud; dos tandas más con la mano derecha, en las que Contento, he ahí el nombre del animal, embistió con viveza, humilló la cara en cada encuentro y ambos elevaron el toreo a las cimas de la emoción. Un cambio de manos dio paso a un larguísimo y espectacular natural. Otra tanda más por la mano zurda y elegantes poncinas para poner punto final antes de perfilarse para matar. Tras el pinchazo (si mata a la primera corta las dos orejas), una estocada y una voltereta sin consecuencias.

Se concedió la vuelta al ruedo para el manso y encastado toro de Santiago Domecq, y la oreja para su afortunado lidiador, que conseguía así el pase a la gloria merecida de la Puerta Grande de Madrid.

Dolorido se marchó al hotel el valiente mexicano Arturo Saldívar; hasta en cuatro ocasiones se vio arrollado por el bravo primero: cuando lo citó con el capote tras el primer puyazo, en el inicio de la faena de muleta, en un muletazo natural y momentos antes de montar la espada. Pero no se arredró el torero. Volvió como si tal cosa después de tanto meneo, y no consiguió estar a la altura de la calidad de ese toro que abrió plaza y que fue aplaudido en el arrastre tras una brava pelea en varas y sus embestidas en el tercio final. Encastado también el cuarto, dificultoso, correoso y brusco, que desbordó a Saldívar a pesar de su valor y buena disposición.

El más soso, el tercero, le tocó a Álvaro Lorenzo, y dijo poco con una concepción torera tan técnica como fría. Calentó más el ambiente ante el sexto, con menos fortaleza, pero muy noble. Algunas tandas, sobre todo, con la mano izquierda, tuvieron sabor. Y también se llevó una seria voltereta en la primera tanda. Le pidieron la oreja y dio una vuelta al ruedo, que venía a premiar su disposición ante la dificultad de la tarde.

Por cierto, la corrida de Santiago Domecq obligó a estar muy atentos; toros desiguales de presentación y mansos por lo general en el tercio de varias, que fueron exigentes con los matadores, razón suficiente para que las figuras los hayan borrado de la lista.

De nuevo, Curro Javier se lució, y de qué manera tan torera, con banderillas y capotes. Y le siguieron en el segundo tercio Raúl Ruiz, Jesús Aguado, Jesús Fernández y Rafi Goria.

Gloria para la entrega de Fernando Adrián y el deseo de que se le abran las puertas que permitan la ansiada renovación del veterano escalafón de matadores.

Domecq/Saldívar, Adrián, Lorenzo

Toros de Santiago Domecq, desiguales de presentación, mansos, a excepción del primero, encastados y dificultosos. Al quinto, manso en el caballo y muy encastado y repetidor en la muleta, se le dio la vuelta al ruedo.

Arturo Saldívar: estocada trasera (ovación); estocada caída -aviso- (silencio).

Fernando Adrián: estocada baja (oreja); pinchazo y estocada (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande.

Álvaro Lorenzo: pinchazo, estocada -aviso- (silencio); estocada -aviso- (vuelta al ruedo). El parte médico de los doctores Máximo García Padrós y Máximo García Leirado señala: "Herida por asta de toro en tercio superior de la cara interna del muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 15 centímetros, que produce destrozos en musculatura aductora. Y herida de cuatro centímetros en región submentoniana. Bajo anestesia local y sedación es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros, y trasladado a la clínica Fraternidad Muprepa Habana".

Plaza de Las Ventas. 31 de mayo. Decimonoveno festejo de la Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada (18.071 espectadores, según la empresa). 


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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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