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‘Piano y trova’ al estilo de Pepe Rivero

El compositor cubano edita su primera disco a piano solo, en el que rinde homenaje a la canción trovadoresca de la isla, de Pepe Sánchez a Pablo Milanés

Pepe Rivero.
Pepe Rivero.Diego García Márquez

Piano y trova no es un trabajo más en la trayectoria de Pepe Rivero. Para este versátil pianista y compositor nacido en el oriente cubano (Manzanillo, 1972), este es su primer disco a piano solo y en él rinde homenaje a la canción trovadoresca de su país, desde Pepe Sánchez, el creador del bolero latinoamericano, hasta el recientemente desaparecido Pablo Milanés. Es la música que escuchó desde pequeño y que siempre ha formado parte de su paisaje emocional y de sus esencias musicales, y aunque no es la primera vez que interpreta algunas de estas composiciones en su repertorio jazzístico, si es una novedad el concepto y la forma en que las hace suyas ahora.

La aventura de Piano y trova comenzó el año pasado, cuando fue convocado por Miguel Ángel Marín, director del programa de música de la Fundación Juan March, para representar dentro del ciclo Clásicos de la canción latinoamericana su versión y visión pianística de la Nueva Trova Cubana y de la canción protesta, con Silvio Rodríguez y Pablo Milanés como máximos exponentes. A Pepe Rivero le pareció bien la idea, pero consideró que ese movimiento procedía de un fenómeno mucho más amplio y anterior, que era el de la vieja trova tradicional, nacida en el oriente cubano tras la evolución de los aires europeos y su mezcla con los ritmos africanos que dieron lugar a la canción criolla, interpretada por los trovadores o troveros, así llamados también, que combinaban en sus composiciones letras de hondo lirismo con una cadencia muy especial, que enseguida se convirtió en un género en si mismo.

Rivero, en primer lugar, hizo una amplia selección de canciones creadas por grandes compositores cubanos de finales del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX, entre ellos el mencionado Pepe Sánchez, autor de Tristeza (1883), el primer bolero, Sindo Garay, Miguel Matamoros, Maria Teresa Vera, Manuel Corona, Nilo Menéndez, Ernesto Lecuona o Eliseo Grenet, entre otros. La mayoría de estos grandes músicos y trovadores compusieron sus obras con la guitarra como instrumento de creación y vehículo expresivo, pero la trascendencia de canciones como Longina, Veinte años, Olvido o Perla Marina las llevó a convertirse en verdaderos iconos de los que se han hecho múltiples versiones en los más disimiles formatos. El reto, para Pepe Rivero, era apropiarse del alma de esta música y asimilarla a su formación clásica como pianista y a la libertad de su lenguaje jazzístico, claves de su estilo.

Recuerda Rivero que desde que se radicó en España -hace 25 años- y grabó sus primeros cuatro discos para Universal, le pidieron que hiciera un LP a piano solo. “Yo la verdad que no lo sentía, pensaba que eso debía ser algo que surgiera naturalmente y cuando yo lo sintiera, y para mi esta ha sido la mejor justificación”, explica este músico cubano, que en su haber tiene obras tan singulares y disímiles como los homenajes rendidos a Thelonius Monk y a Chopín (Monk and the cuban rumba y Los boleros de Chopin), o su Yoruba Suite, una encomienda del Festival de Música Sacra, a la que dedico casi un año de su carrera.

En Piano y Trova, que piensa como el primero de una serie de trabajos a piano solo, Pepe Rivero se dejó llevar. El concierto en la Fundación Juan March fue un éxito, y de aquella toma única grabada entonces eligió después las 10 canciones que componen este disco. “Me interesaba mucho hacer un homenaje a todos esos grandes trovadores a través del piano y a una tradición de donde yo también vengo, que es la trova, son canciones con las que yo he nacido, con las que he crecido. Obviamente yo tengo también una formación clásica, y se trataba de buscar un punto entre lo clásico, lo tradicional y la pianística cubana que hemos heredado de Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Lecuona, y también de Bebo Valdés, de Chucho, de Frank Emilio, Rubén González, de Peruchín y Felo Bergaza, entre mucho otros”.

El resultado es un disco sugerente, lleno de corazón, que te sumerge intensamente a través del piano en la poesía que está en el fundamento de esas canciones de toda la vida, un disco lleno de matices que es una delicia para el oído y en el que Rivero trasmite las emociones que fueron fuente de inspiración de sus creadores. Es el caso del tema que abre el disco, “la sublime Longina, una de las canciones más hermosas de la trova cubana de todos los tiempos, compuesta por un grande del género en la isla y el trovador con mayor número de letras con nombre de mujer en su repertorio, Manuel Corona”, dice Rivero, y recita de memoria uno de sus versos “En el lenguaje misterioso de tus ojos / hay un tema que destaca sensibilidad / En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso / las curvas que se admiran despiertan ilusión...”.

Habla también de Aquellos ojos Verdes, de Nilo Menéndez y Adolfo Utreras, y recuerda lo que dijo Nilo de la musa que lo inspiró: “Como creo en el amor a primera vista, me enamoré de ella ese mismo día, y por la noche compuse la música; fueron sus ojos los que me dieron el tema dulce de mi canción”. Fue estrenada el 21 de Junio 1930 en la Habana por María Cervantes, convirtiéndose en uno de los primeros boleros de éxito mundial. También están en el disco Ay Mama Ines, de Eliseo Grenet, y Siempre en mi corazón, de Lecuona, “la primera canción nominada a los Oscar en los años cuarenta”, observa Pepe Rivero, que cierra su recorrido en Piano y trova con la sentida y melancólica Años, de Pablo Milanés, puente natural entre la nueva y la vieja trova cubana, esa que siempre le ha acompañado en su crecimiento como músico y que ha triunfado en el mundo entero. Esperemos próximas entregas

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