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Crítica | Sintiéndolo mucho
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Sintiéndolo mucho’: empacho de Sabina

Fernando León de Aranoa ofrece un retrato mitómano del cantautor solo digerible por su público más fiel

Fernando León y Joaquín Sabina, en una imagen de 'Sintiéndolo mucho'.
Elsa Fernández-Santos

Sintiéndolo mucho, documental de Fernando León de Aranoa sobre Joaquín Sabina, es el resultado de 13 años de rodaje con un acceso privilegiado a la tramoya y la vida privada del cantautor. Sin embargo, la columna vertebral de la película es una larga conversación reciente entre el músico y el director, una decisión que escora el filme al mínimo esfuerzo: consciente del ingenio parlanchín de Sabina, León de Aranoa le deja hablar para organizar el material sobre su proverbial verborrea. En ese viaje oral hay de todo, un rosario de perlas sabinistas cuya autoconciencia acaba pesando. El músico, de risa fácil ante sus propias ocurrencias, le ha tomado la medida al payaso melancólico: “Siempre me propuse envejecer sin dignidad, y lo estoy consiguiendo”, dice.

El documental tiene grandes momentos, como no podía ser menos entre tantos kilómetros de cámara y guitarra. Las secuencias rodadas hace más de una década en una madrugada en Rota son las mejores, poseen la autenticidad y desgarro del cantautor más febril y kamikaze. El paseo por su ciudad natal, Úbeda, también ofrece pistas muy valiosas sobre quién se esconde detrás del hombre del bombín.

Sintiéndolo mucho es un recital a mayor gloria del lugar común del genio y figura, un empacho solo digerible para los muy cafeteros de un artista que parece sentirse demasiado cómodo evocando su vida desde el salón de su casa. El principal problema del documental, además del ninguneo a los orígenes artísticos de Sabina junto a Javier Krahe y Alberto Pérez, los tres miembros de La Mandrágora, son las dudosas decisiones de montaje y puesta en escena de su director, que en una película en la que casi no hay otra voz que la del propio Sabina él se otorga un protagonismo constante e innecesario, sobre todo en esos intensos contraplanos finales de la entrevista central. Por no hablar del lamentable tratamiento que la película ofrece de la esposa de Sabina, cuya abierta discreción merecía decisiones visuales mejor pensadas.

Pero sin duda, entre los puntos más cuestionables del filme está cómo León de Aranoa resuelve su visión del mito con un burdo montaje que compara la cogida del torero José Tomás en la plaza mexicana de Aguacalientes (un documento impresionante) con la caída accidental de Sabina hace unos años del escenario de WiZink Center de Madrid. Una comparación chocante al ser Sabina un consumado taurino.

El filme mide al cantautor también con su gran ídolo, Bob Dylan, aunque el español confunde Woodstock con el escándalo eléctrico de Newport. La realidad es tozuda y el prolijo final queda en manos de Leiva, coautor de la canción que da título a la película.

Sintiéndolo mucho

Dirección: Fernando León.

Con Joaquín Sabina, Fernando León, Leiva, Pancho Varona, Antonio García de Diego, Jimena Coronado.

Género: documental musical. España, 2022.

Duración: 120 minutos.

Estreno: 18 de noviembre.


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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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