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Premio Cervantes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cadenas: el espacio de las estrellas

Durante muchos años soñé con escribir esta frase; esta inolvidable tarde de jueves puedo hacerlo: “Rafael Cadenas. Premio Cervantes”. Como autor ha explorado la plenitud y el dolor en el discurso poético

Rafael Cadenas
El poeta venezolano Rafael Cadenas, retratado en Madrid en 2015.Alvaro García

Escuché que el 29 de enero de 1991 Rafael Cadenas durmió con la gorra de su equipo de béisbol: el Cardenales de Lara, equipo que esa noche después de 25 años al fin ganó su primer campeonato.

La imagen parece discordante: un gesto tan cotidiano, tan inmediato, en uno de los poetas que ha explorado el mundo del misterio, del sentido profundo de las palabras, del adelgazamiento del yo como fórmula hacia el sosiego, del trabajo sobre la poesía como proximidad humana. Pero así es Cadenas, alguien que ha explorado la plenitud y el dolor en el discurso poético y que también entiende que el esplendor de la vida reposa en la vida misma.

Cadenas es una de las voces fundamentales de la poesía contemporánea. Desde sus sensuales textos iniciales, hasta la economía cada vez más acerada de sus creaciones recientes, la intención de su escritura ha sido siempre entender lo poético como una parte inmediata de la existencia, como una necesidad de habitar el fulgor del presente.

Pero el barquisimetano Rafael Cadenas no es solo la encarnación de una apuesta estética, singular y única, sino que ha mantenido a lo largo de su historia una actitud crítica frente al poder, como cuando afirmó con sencillez su relación con ciertas palabras: “Libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad, las cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente… En Venezuela nos urge instaurar una normalidad que solo puede ser democrática”.

Tímido y reconcentrado, Cadenas jamás ha hecho de su persona una exhibición discursiva o heroica. Siempre que la situación lo requirió, dio un oportuno y sosegado paso al frente. La penúltima dictadura militar venezolana le costó el exilio, y muchos años después, la oscura noche chavista no ha podido acallar su palabra de resistencia, de dignidad, de exaltación de lo humano frente al fanatismo y la barbarie. Cadenas siempre está en el lugar donde se requiere la voz serena y sabia de un poeta.

Ya en los años ochenta, cuando la democracia venezolana comenzaba a exhibir un peligroso cansancio, Cadenas advirtió en su libro En torno al lenguaje sobre el acentuado deterioro verbal que rodeaba al país. A la vista del presente sanguinario que se vive hoy en esa tierra, cobra vigencia su señalamiento porque de aquel desgaste de las palabras surgieron las terribles consignas del totalitarismo que hoy envenenan esas calles.

Cadenas es una totalidad; es uno de esos autores cuya escritura no permanece en los libros, sino que salta de inmediato hacia los ritmos de la respiración íntima. Para ningún lector es posible ser el mismo una vez que se desliza por frases como esta “Solemos hablar del misterio del universo sin incluirnos, como cosa ajena, como si no le perteneciéramos […] El espacio más familiar, el espacio donde nos movemos, el espacio cotidiano, es el mismo de las estrellas”.

Venezuela ha sufrido y sufre mucho su actualidad terrible. Pero en las redes, en los mensajes de voz, en los correos que ahora mismo están moviéndose por todo el espacio virtual, hay una coincidencia en que esta noche muchos lectores están llorando de alegría.

Durante muchos años soñé con escribir esta frase; esta inolvidable tarde de jueves puedo hacerlo: “Rafael Cadenas. Premio Cervantes”.

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