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La piratería digital desciende un 20% desde 2018 en España

La mitad de los usuarios que acceden a contenidos de manera ilegal no sabe distinguir entre las plataformas con licencia y sin licencia

Descenso pirateria España
El ministro de Cultura, Miquel Iceta, durante la presentación del Observatorio de Piratería y hábitos culturales 2021, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, este miércoles.Eduardo Parra - Europa Press (Europa Press)
Nora G. Fornés

Por séptimo año consecutivo, la piratería digital se reduce en España y registra una bajada acumulada del 20% desde 2018, según el informe que ha presentado este martes el Observatorio de la Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales 2021, con la presencia del ministro de Cultura, Miquel Iceta. Aún así, se calcula que hubo 5.334 millones de accesos ilegales a contenidos culturales, cuyo valor en el mercado alcanzaría los 32.492 millones de euros y con un perjuicio al sector de 2.271 millones. Esto supone un descenso del 8% respecto a 2020, el año del inicio de la pandemia, en el que el confinamiento estricto pilló por sorpresa a muchos españoles y pudo haber intensificado el consumo ilegal de bienes culturales.

A pesar de esta reducción, la piratería sigue siendo una lacra para la economía, ya que ha impedido la creación de 18.716 empleos directos en el sector (112.299 sumando los indirectos), y para las arcas públicas, puesto que dejaron de percibir 653 millones de euros en impuestos (el montante acumulado en los últimos 10 años de lo que no ha recibido la Administración asciende a casi 6.000 millones de euros).

Los motivos alegados por los consumidores son económicos y de facilidad. Ha habido un aumento de los que se amparan en la ausencia de consecuencias legales para los piratas (32% respecto a 31% el año pasado) y un 54% lo hace porque considera que los productos culturales son demasiado caros. Pero entre las razones también se encuentra el desconocimiento. Cinco de cada diez afirman no saber distinguir las plataformas legales de las ilegales. Solo un 24% piensa que no hace ningún daño a nadie o a ninguna industria.

Las puertas de acceso a la mayoría de los contenidos pirateados son los buscadores como Google (en 9 de cada 10 ocasiones), pero el informe destaca una tendencia que ya se adivinaba en 2020: el aumento de la utilización de las redes sociales como Telegram –que supera ya a WhatsApp– para las descargas ilegales.

Las webs de contenidos ilegales se sustentan de tres formas: con los datos personales de los usuarios (dos de cada tres se dan de alta en esas webs, aunque les da poca confianza hacerlo), con la publicidad (el 90% de estos portales tienen anuncios de apuestas, de webs de citas o de venta online, que la mayoría de los encuestados encuentran molestos) y con contenido de pago (el 24% de los usuarios ha comprado en algún portal de este tipo con métodos opacos como PayPal o criptomonedas).

Las medidas más efectivas para luchar contra este problema son el cierre y el bloqueo de estas webs, aunque los encuestados también aluden al poder disuasorio de las sanciones y las campañas de concienciación social. Precisamente, esto último ha sido el punto que Iceta ha querido subrayar: “Sigue habiendo gente que no es consciente de que no pagar derechos de autor es ir contra los creadores, y por lo tanto contra la cultura. Tenemos que impulsar que no se presente como un éxito obtener contenidos de forma gratuita”.

La industria del libro y de la prensa es la única “flechita roja” de las descargas ilegales, como ha recalcado Daniel Fernández, el presidente del CEDRO (la asociación de autores y editores de libros, revistas, periódicos y partituras), porque la piratería de libros y prensa se ha incrementado respecto a 2020, aunque solo un 1%. Fernández ha intentado sacar una conclusión positiva: “Como mínimo, leen”. También ha deplorado el uso del término “piratas”: “Me fastidia que lo llamemos así, es robo ilegal de contenidos digitales y llamarlo ‘piratería’ nos evoca a los personajes que leíamos de pequeños, que encima nos caían simpáticos”.

El sector de la música es el más afectado (38% de usuarios descargaron contenidos de forma ilegal), con un perjuicio de 653 millones, pero el descenso de cuatro puntos respecto al año pasado es notable. Las películas y las series también disminuyen ese porcentaje de accesos. Estela Artacho, presidenta de Fedicine (la Federación de Distribuidores Cinematográficos), ha achacado en parte este descenso a la proliferación de plataformas legales de streaming de contenido audiovisual como Netflix, Amazon Prime o Disney Plus, y ha mencionado a las plataformas españolas.

Durante los 2000, en los años de oro del DVD, aparecía al introducir el disco un aviso antes de la película que repetía, a los que sí habían comprado el disco, con una inquietante música de rock electrónico de fondo: “No robarías un coche, no robarías un bolso, no robarías una película. La piratería es delito”. Sin embargo, como dijo Jacques Delors, el entonces presidente de la Comisión Europea, en 1989, “la cultura no es una mercancía como las demás”. Esa particularidad también se percibe en la dificultad de erradicar su consumo ilegal.

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Sobre la firma

Nora G. Fornés
Redactora de la sección de Cultura y Televisión desde septiembre de 2022. Licenciada en Filología inglesa por la Universidad Sorbona y máster de enseñanza por la INSPE de París. Antes de incorporarse a EL PAÍS, trabajó como profesora de secundaria de inglés. Cursó el máster de Periodismo UAM-EL PAÍS en la promoción 2021-2023.

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