_
_
_
_
_

Estado de (gran) alarma

Otra tarde de tendidos vacíos, novillos muy desiguales y dos orejas baratísimas que pasearon Víctor Hernández y Mario Navas

Tercio de varas del bravo cuarto novillo.
Tercio de varas del bravo cuarto novillo.TorosTV
Antonio Lorca

La empresa de la plaza de toros de Bilbao lo tiene crudo; la empresa y la tauromaquia, porque todo lo que sucede en este enclave del norte repercute en el orbe taurino. Un espectáculo de rejoneo, una corrida y una novillada se han celebrado hasta ahora, y con las entradas vendidas los tres días se ha cubierto poco más de media plaza.

Si este fuera un sector serio ya estaría convocada una reunión de urgencia del mando superior para analizar qué está sucediendo en Bilbao: o la empresa ha errado gravemente en la confección de la feria o el público no quiere saber nada de toros. Y alguien será responsable, sea cual la causa del desastre.

Porque no es normal que acudan 2.000 personas ―así, a ojo de buen cubero― para presenciar la vuelta de los toros de Dolores Aguirre después de 20 años de ausencia, y, más o menos, la mitad para un cartel de novilleros punteros. No lo es y alguna explicación habrá.

Como no habrá reunión urgente de ningún estamento taurino, nadie se hará responsable y no se elaborará un programa de medidas correctoras, hay que concluir que el estado de gran alarma está decretado, que no augura nada bueno para el futuro.

El futuro es lo que representan los tres chavales que hicieron esta tarde el paseíllo (qué acierto incluir una novillada en la feria y qué dolor producen los tendidos vacíos) y tampoco aportaron esperanza alguna. Para empezar, el festejo duró tres horas, un espectáculo insufrible para las almas cándidas que aún sueñan con un instante de emoción. Tres muchachos pesadísimos y aburridísimos, que contaron con la ayuda del presidente, excesivamente laxo en el tiempo de duración de las faenas, y generoso en extremo en la concesión de trofeos.

En tres horas se escucharon tres veces un olé, y el acontecimiento acaeció en la primera tanda de muleta con la mano derecha de Mario Navas en el sexto de la tarde. Hubo tres muletazos templados y de buen trazo, y los pocos espectadores que a esa hora aún estaban despiertos dijeron ‘olé’, y aquello se escuchó como algo grande. Después, el novillo se dio una costalada, y la disposición y el buen tono del torero ya no sonaron igual. Mató mal, pero le concedieron una oreja de las que parecen una broma. Y solo algún natural estimable pudo dibujar ante el amuermado tercero, muy pobre de espíritu.

Otra oreja paseó Víctor Hernández después de una de las faenas más soporíferas que se recuerdan. Hasta nueve tandas dio de muletazos desiguales, vacíos y fríos, sin chispa, sin conexión, reconvertido el buen torero que es en un pegapases insulso.

Y ese novillo fue el único potable de la tarde, el único que empujó con los riñones en el caballo en dos entradas, la última desde los medios, acudió con presteza en banderillas y demostró su casta en la muleta. Pero Hernández no le cogió el aire, y se eternizó en pases y más pases de esos que no saben a nada. Como le ocurrió con el descompuesto primero, con el que anduvo harto descentrado.

Y Jorge Martínez es tan puntero como sus compañeros, y, como ellos, tiene un buen concepto taurino, pero también le puede la pesadez, que es un defecto que habría que desterrar de una vez de este espectáculo. El presidente devolvió su primero porque dio muestras de invalidez, pero dejó en el ruedo al sobrero que estaba mucho más renqueante que el titular, y Martínez solo pudo dibujar dos pases de pecho en un mar de muletazos mediocres. Y tampoco pudo expresar nada bueno ante el descastado quinto.

De los novillos solo se puede decir que el cuarto fue bravo en el caballo y encastado en su comportamiento posterior; los demás, una birria.

¿Acudirá más público mañana?

¡Y que nadie se reúna con carácter de urgencia para buscar soluciones…! ¡Qué tropa…!

Cruz/Hernández, Martínez, Navas

Novillos de José Cruz, -el segundo, devuelto-, bien presentados, mansos, inválidos, descastados y nobles; bravo y encastado el cuarto.

Víctor Hernández: estocada contraria (ovación); _aviso_ media estocada (oreja).

Jorge Martínez: casi entera baja, un descabello _aviso_ y dos descabellos (ovación); pinchazo y casi entera baja _aviso_ (silencio).

Mario Navas: seis pinchazos (silencio); estocada baja (oreja).

Plaza de toros de Bilbao. 22 de agosto. Tercer festejo de la Semana Grande.  Menos de un cuarto de entrada. 

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_