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UNIVERSOS PARALELOS
Columna
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Un siglo de canciones, 1.500 artistas

Una insólita colección de cromos ofrece una panorámica multicolor de la música pop hecha en España

Remigi Palmero y la portada del disco  'Humitat relativa'.
Remigi Palmero y la portada del disco 'Humitat relativa'.
Diego A. Manrique

Si el lector tiene la edad que ahora mismo le estoy calculando, puedo atreverme a especular que pertenece a la generación de los coleccionistas de cromos. Se supone que es un hobby pasado de moda, pero no se lo crean. Todo ha cambiado: más que los niños, ahora son los adultos enviciados los que compran colecciones completas, sin tener que recurrir al chalaneo en el Rastro o similares.

Se quejan los adictos de que la gama de cromos se va reduciendo: futbolistas, pilotos de Fórmula 1, dinosaurios, Harry Potter, personajes de Disney… y poco más. Acaba de llegar Canciones: el álbum, una iniciativa que —más allá de la temática— aporta un par de novedades. Cada cromo contiene una o varias portadas de discos. Y buena parte de los cromos llevan un código QR que permite escuchar una de las canciones del interfecto. Los cromos pueden ir impresos sobre el álbum o, si el comprador es un clasicista, se van pegando página a página.

Los responsables del proyecto Canciones: el álbum son dos históricos del pop: el disquero Carlos Sanmartín y el productor Pablo Pinilla. Al hablar con ellos se advierte que han sufrido lo indecible, esencialmente al buscar un orden razonable para tan ingente producción. Como se puede imaginar, se han visto obligados a hacer pequeñas trampas. Los lanzamientos de las figuras de la primera mitad del siglo, las famosas pizarras, que no tenían portadas: se usaban fundas genéricas; aquí lo han resuelto con dibujos realistas de los vocalistas.

Tengo también la sospecha de que se han primado las músicas para el gran público y se han olvidado discos más ríspidos, más experimentales. Escasean los también llamados discos de culto, de esos que tienen ahora segunda vida en edición de vinilo (y yo quería recomendar, por ejemplo, el sublime Humitat relativa, de Remigi Palmero).

Se agradecen, eso sí, pequeños guiños, como la presencia de las dos Rosalías: la de Malamente y la que grabó La chica ye-yé en 1965. Algo que advertimos es la inmensa variedad de subgéneros, estilos, especialidades locales o regionales. Desdichadamente, son los algoritmos de una empresa sueca los que hoy deciden lo que puede sonar o no en las emisoras españolas. Y eso incluye a los abundantes locutores que han probado suerte como baladistas o raperos, de Pepe Domingo Castaño a Tony Aguilar. En realidad, en los tiempos de vacas gordas, aquí grababa todo el mundo, incluyendo galanes, actrices y vedetes. Y ocasionalmente hasta salían discos notables, como los del actor Pedro Mari Sánchez para el sello Polydor. Aparte del contenido fetichista, lo que esboza Canciones: el álbum es la historia secreta del negocio discográfico en España.

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