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La venta récord de una ‘marilyn’ de Warhol siembra dudas en el mercado

Ajeno a la guerra en Ucrania, el veto a los oligarcas rusos, la inflación o la volatilidad de las Bolsas, el arte se juega 1.900 millones de euros en dos semanas

La casa de subastas Christie's en busca de nuevas pujas por 'Shot Sage Blue Marilyn' de Andy Warhol, en Nueva York (Estados Unidos), el 09 de mayo de 2022. Foto: SARAH YENESEL (EFE) | Vídeo: EPV
Miguel Ángel García Vega

¿Es una realidad o un espejismo dorado? Esta es la respuesta que debe hallar el mercado del arte las próximas semanas. En su libro Big Bucks: the Explosion of the Art Market In The 21st century, la crítica Georgina Adams recuerda una conversación con un experimentado subastador: “¿Lo que realmente quiero saber es por qué un warhol de los años sesenta como Liz [representaba a la actriz Elizabeth Taylor] pasa de venderse por dos millones de dólares en 1999 a 24 millones en solo ocho años?”. Hoy el subastador debería cuestionarse qué lógica esconde desembolsar 195 millones de dólares (unos 185 millones de euros) en una serigrafía (Shot Sage Blue Marilyn, 1964) del artista estadounidense. El precio más alto alcanzado por una obra del siglo XX. Esa cantidad empequeñece los 179,3 millones de dólares en la que se remató el 15 mayo de 2015 en Nueva York —y también en Christie’s— la tela Les Femmes d’Alger Version ‘O’ (1955), firmada por Picasso. La contestación es la misma entonces que ahora: el enorme número de multimillonarios que podrían destinar más de un millón de dólares a una pieza.

Hay dinero, hay ganas y hay trofeos. El cielo protector para el mercado. Durante los meses de la pandemia, muchos propietarios han aguardado mejores días pensando en enajenar sus tesoros. O se vendían en venta privada o se almacenaban a la espera de otros números. Pero este precio revela mucho. Al mercado del arte, la guerra en Ucrania le resuena muy lejana, al igual que la inflación o los vaivenes de las Bolsas. Los oligarcas rusos (que han sido vetados por Estados Unidos y Europa de la compra de productos de lujo) cuentan poco o casi nada. No se nota su falta. Y continúa siendo un negocio de más de 65.000 millones de dólares (61.600 millones de euros, al cambio actual) que manejan Estados Unidos (en 2021, últimos datos disponibles, controlaba el 43% en valor del mercado) y China. Aunque la inquietud acudirá si se prolonga el confinamiento en Shanghái. Una vez más, nadie parece haber leído El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica), del economista Thomas Piketty. El arte actual —y no solo en los precios que guían a los astrónomos— es un monólogo de inequidad.

Sin embargo, el problema puede pasar de la escasez de oferta a la de demanda. Cuando se superan los 100 millones de dólares, el número de compradores (coleccionistas como Peter Brant, Kenneth Griffin, Larry Gagosian, Philip Niarchos o Steven A. Cohen) se reduce bastante. Y en las próximas dos semanas las principales casas de subastas llevarán al mercado obras valoradas en 1.900 millones de euros. La duda es si habrá suficientes coleccionistas. Porque de las tres virtudes teologales ―fe, esperanza y caridad― solo falta, claro, la última. El Met vende el 12 de mayo un bronce de 1909 de Picasso (Cabeza de mujer, Fernande) para conseguir fondos y comprar nuevas obras. Tiene fe y esperanza en lograr 30 millones de dólares. También la profesa Sotheby’s, que el 19 de mayo ofrece un twombly y un bacon, ambos con una estimación de entre 40 y 60 millones de dólares. El 18 de mayo, Phillips propone un basquiat de 70 millones. El vendedor —el empresario japonés Yusaku Maezawa— desembolsó 57,3 millones de dólares en Christie’s hace seis años. ¿Caridad? Dinero.

¿Y los artistas? La especulación (flipping, en el argot), sobre todo con pintores negros y mujeres, resulta inmensa. Muchos “coleccionistas” ven el negocio. Amoako Boafo, Toyin Ojih Odutola, Lynette Yiadom-Boakye, Reggie Burrows Hodges o Aboudia han transitado en el espacio de la pandemia de las cinco a las seis cifras. La reventa de pintores, muy jóvenes, hacía años que no eran tan intensa. Tirar los dados. Cuánto más barato, mejor. Esperar el seis doble. Rachel Jones (1991) o Flora Yukhnovich (1990). Ambas en la treintena escasa. La primera ha superado las 600.000 libras (700.000 euros) y la segunda, el millón de dólares (unos 948.000 euros). Incluso los viejos maestros rejuvenecen. El desafío es la oferta y la atribución. La falta de obras presiona las catalogaciones. Sotheby’s vendió en enero por 45,4 millones de dólares un botticelli (Cristo, varón de Dolores) que Frank Zöllner, experto en el pintor florentino, ponía entre dudas y llantos. El capital todavía pinta mucho en el mercado.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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