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La fiebre por el vinilo raya a las fábricas

La elaboración de 500.000 ejemplares en el formato clásico del último disco de Adele ha puesto de manifiesto las carencias de un sector que no da abasto por la escasez de materias primas y el auge del LP

Escaparate de una tienda de discos en Londres, el pasado diciembre.
Escaparate de una tienda de discos en Londres, el pasado diciembre.Chris J Ratcliffe (Getty Images)

Durante varios meses de 2021, todas las grandes factorías de vinilos del mundo estuvieron fabricando a destajo solo uno: 30, el último disco de Adele, del que Sony Music había encargado medio millón de ejemplares en dicho formato para poner a la venta el 19 de noviembre. Solo dedicándose a él en exclusiva podían atender el ambicioso pedido: la creciente demanda de este formato, unida a la actual escasez de materiales, han provocado que las plantas no den abasto. El resto de artistas hubieron de hacer encaje de bolillos para colarse en la cadena de producción. “Adele había reservado todas las fábricas, así que tuvimos que encontrar un hueco para mi álbum”, dijo Ed Sheeran, cuyo = (Equals) salió el 29 de octubre.

Los aficionados a la música compran cada vez más vinilos. En 2020 sus ventas aumentaron un 29,2% respecto al año anterior, según un informe de RIAA (la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos). Este pasado marzo se conoció que por primera vez desde 1986 los ingresos generados por los LP superaron a los de los CD. En la primera mitad de 2021 se vendieron un 27% más que en el mismo periodo de 2020, según la misma organización. Con todo, no deja de ser un auge marginal: el 83% de los ingresos proviene del streaming. Pero suficiente para que si se corta el grifo de las materias primas, se produzca un atasco.

Es lo que ha ocurrido. Y no, la culpa no es de Adele, quien también ha sido víctima de la congestión. Según publicó Variety, los directivos de su discográfica la presionaron para que terminara el disco seis meses antes de lo previsto, para capear posibles retrasos en la fabricación del vinilo.

“Ahora mismo la sensación es que falta de todo”, explica Eugenio López, copropietario de Mad Vynil, pequeña planta ubicada en Algete (Madrid) que inició su actividad en diciembre de 2020 y que contaba entre sus socios con el exfutbolista y comentarista deportivo Michael Robinson. “El vinilo no deja de ser PVC que se mezcla con una resina especial que lo hace más suave para que pueda prensarse un microsurco. El problema no son las resinas, sino el plástico, que, como derivado del petróleo, es ahora un material limitado”. También hay desabastecimiento de cartón para las portadas. “Las imprentas nos retrasan las entregas constantemente. Se habla de que en abril empezará a regularizarse el mercado, pero la gente que lleva más tiempo en esto te habla de junio. Asusta un poco”, añade.

El último disco de Adele, '30', en su versión de vinilo. / YOUTUBE
El último disco de Adele, '30', en su versión de vinilo. / YOUTUBE

Por si fuera poco, el confinamiento por la covid ha revitalizado el apego por este entrañable formato. “La demanda de vinilos por parte del público ya seguía una trayectoria ascendente, pero el tener que estar recluidos durante tanto tiempo nos ha hecho rebuscar qué teníamos por casa y han aflorado los vinilos. Se ha recuperado la magia de sentarse atentamente a escuchar”, dice López, entre cuyos clientes hay tanto grupos autogestionados como artistas consagrados (en esta planta se fabricó Mayéutica, el último disco de Robe).

Si la propia Adele u otro prócer supervendedor como Sheeran se han visto afectados por la renqueante situación, es fácil figurarse los efectos en artistas de menor fuste. Las compañías independientes se autodesignan como principales agraviadas. “Aunque imagino que esta situación perjudica a todo el mundo, las multinacionales, como producen más, tienen más poder y pueden exigir más a las fábricas”, explica Mark Kitcatt, director de Everlasting Records y presidente de la Unión Fonográfica Independiente (UFI). “El plazo de cuatro o cinco meses en la entrega es para todos, pero cuando una multi hace un lanzamiento grande, evidentemente todas las plantas están ocupadas con él”.

Hay compañías a las que les dan un plazo de fabricación de un año. Imagínate para hacer un lanzamiento sincronizado en digital y en físico. Es absolutamente imposible”
Carlos Galán, SEO del sello Subterfuge

“Hay un tapón bestial”, describe Carlos Galán, CEO de Subterfuge Records. “Ya no te digo por el caso de Adele. El problema es que las multinacionales, incluso en España, están reeditando en vinilo fondo de catálogo de infinidad de aristas, de Isabel Pantoja a Raphael, lo que contribuye a taponar la fabricación. Si a eso le unes el Record Store Day, el Black Friday, la insuficiencia de ciertos materiales, el que Amazon parece haber comprado todo el cartón del mundo y el crecimiento de la demanda, se complica todo muchísimo”.

Galán, cuyos lanzamientos en vinilo tienen una tirada media de 500 copias (en el caso de grupos más exitosos de su escudería, como Niña Polaca, pueden llegar a las 1.200), se considera privilegiado con respecto a otras indies más pequeñas. “Nuestros pedidos tardan un mínimo de cuatro meses, cuando antes lo normal para una discográfica como la nuestra era una espera de dos. Pero hay compañías a las que les dan un plazo de fabricación de un año. Imagínate para hacer un lanzamiento sincronizado en digital y en físico. Es absolutamente imposible”. Los sellos modestos deben pagar una señal del 50% del coste final para un producto que no reciben hasta un año después. “Empezar desde cero con una compañía que quiera trabajar en formato físico es muy complicado y costoso”, opina el mandamás de Subterfuge.

Cada cual, en su ramo, gestiona la crisis como puede. En su fábrica, Eugenio López hace acopio de plástico para adelantarse a vacas aún más flacas. “Estamos comprando el doble del que necesitamos”, asegura. “Cuando no llega, toca esperar, y la única solución es implantar dos turnos de trabajo cuando llegue. Por otro lado, estamos trabajando con nuevos tipos de cartón que sean compatibles para las portadas”.

A las discográficas no les queda más remedio que retrasar sus novedades. “Los artistas ya lo tienen claro. Si me entregan el máster en febrero lo sacamos en septiembre”, apunta Kitcatt. Entre medias, impulsan el formato digital. “No tiene sentido publicar primero el CD, porque mientras sube la demanda de vinilos, la de compactos está descendiendo drásticamente. De modo que publicamos el disco primero en las plataformas digitales y, meses después, en físico, a modo de relanzamiento. Esto lo que está forzando es a trabajar de modo más consistente el formato digital, que es más rápido, más barato y más todo”. Lo que viene siendo sacar petróleo de donde no lo hay.

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