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El dramaturgo Pablo Messiez renuncia a la palabra para entregarse a la danza

El creador argentino estrena ‘Cuerpo de baile’, un espectáculo sobrio sin texto ni decorados

De izquierda a derecha, Lucas Condró, Poliana Lima, Claudia Faci y Juan José Rodríguez, en una escena de 'Cuerpo de baile'.Foto: VIRGINIA ROTA
Rocío García

Ha sido la voluntad de entrar en un terreno desconocido, sin caer en la tentación de introducir texto y buscando que sea el cuerpo el único que mande, lo que ha llevado a Pablo Messiez, autor y director teatral argentino de 47 años afincado en Madrid, a sumergirse de lleno en el terreno de la danza con Cuerpo de baile: un espectáculo sobrio, directo y sin florituras, que estrena este viernes en los Teatros del Canal, dentro de la programación del Festival de Otoño de Madrid. Es la primera vez que este dramaturgo abandona la palabra para presentar una función en la que indaga sobre el cuerpo y su necesaria presencia para hacer teatro. “Si no hay cuerpo, no hay teatro. Es el corazón del corazón de lo escénico”, asegura Pablo Messiez, a quien desde hace tiempo le molesta la distinción entre teatro, danza y música. “Siento que el teatro está tomando una deriva, al menos aquí en Occidente, en la que te lo dan todo resuelto y yo busco no plantear ninguna resolución. La danza es puro presente, con unos actores que hacen cosas y no representan”, explica el director, tras un ensayo el pasado miércoles de Cuerpo de baile.

Cuatro bailarines de diferentes países, Lucas Condró (argentino), Claudia Faci (española nacida en Francia), Poliana Lima (italiana) y Juan José Rodríguez (español), dan vida a este montaje, sin decorado, con solo una barra de ballet a un lado y una pequeña lámina de una bailarina pintada por Degas clavada en una de las paredes, que encontró el director tirada en la calle y que recogió como una esperanzadora premonición. Cuerpo de baile se representará durante tres días en Madrid y ya tienen fecha para llevarlo al Teatro Central de Sevilla el año próximo.

Dividido en cinco partes (El aire, Las canciones, Lo que vibra, La lengua, El canto de agradecimiento), en Cuerpo de baile aparece alguna palabra, más que hablada susurrada, pero no hay texto literario que guie la función, y sí sensaciones y vibraciones de música, donde el espectador es más protagonista que nunca en la búsqueda de sus sentimientos y emociones. Messiez reconoce que el vértigo de lanzarse a un terreno tan desconocido hizo que en los inicios del proyecto, en el que los cuatro bailarines y el propio director han creado la coreografía, introdujera algunas palabras, que fueron desapareciendo conforme avanzaba el espectáculo, que ha pasado por mil lugares y mil pruebas para llegar a un destilado que busca la precisión y la austeridad.

De izquierda a derecha, Juan José Rodríguez, Claudia Faci, Lucas Condró y Poliana Lima, en 'Cuerpo de baile'.
De izquierda a derecha, Juan José Rodríguez, Claudia Faci, Lucas Condró y Poliana Lima, en 'Cuerpo de baile'.Virginia Rota

“Uno nunca sabe cuándo y cómo nacen las obras”, explica Messiez, pero en el caso de Cuerpo de baile, el director sí cree que está muy ligada a la pandemia por la covid. “El confinamiento que pasamos, y espero que decirlo en pasado sea lo correcto, fue un momento muy doloroso ante la perspectiva de no saber si íbamos a poder volver a encontrarnos. Yo, que soy medio fatalista, pensé que ya no podría hacer más teatro. Después de tanto tiempo encerrados, tuve la necesidad de poner el foco en la cualidad ritual del teatro como una actividad humana que tiene que ver con el encuentro y el espacio. Por ello aparté la obra de texto que tenía entre manos para poder rendir culto a lo que hay de cuerpo en el teatro, antes de la palabra”, comenta el dramaturgo. Fue a partir de la lectura de los Cuatro Cuartetos de T. S. Eliot, inspirados a su vez en el Cuarteto para cuerdas nº 15 de Beethoven, como Messiez empezó a armar esta función. Los poemas de Eliot han desaparecido —”fueron unos ruedines de lujo”, reconoce el director— para dar paso a uno de los movimientos del cuarteto del músico alemán, que lleva el título de Canto de agradecimiento a la divinidad de un hombre que sanó, y que es la música que suena en el último acto de la función. Junto al material clásico de Beethoven, hay composiciones originales, música brasileña y recuerdos lejanos de zarzuela.

Y aunque este paso hacia la danza no lo ve Messiez como una ruptura en su trayectoria, sí está claro que algo cambiará. “En las artes plásticas, la gente mira las obras como parte de un recorrido. En el teatro a veces se juzgan individualmente, pero todo forma el devenir de uno mismo con el medio expresivo elegido”, explica, advirtiendo por otra parte que no abandonará el teatro de texto. De hecho, su próximo estreno será una obra de texto en torno a la fe.

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