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Thurston Moore gravita en la perfección

El nuevo álbum de Thurston Moore supone el triunfo de la veteranía al servicio de una música asequible, pero que nunca renuncia a la complejidad

El músico estadounidense Thurston Moore, en una imagen promocional. 
El músico estadounidense Thurston Moore, en una imagen promocional. 

Dijo Albert Ayler que la música es la fuerza curativa del universo. Y Thurston Moore, que idolatra a Ayler y a ­John Coltrane tanto como a Neu! o The Velvet Underground, ha aplicado esa máxima para concebir By The Fire. Aunque algunas de estas canciones ya existían antes, fue durante el confinamiento cuando el guitarrista terminó de darle forma a su undécimo disco, posiblemente uno de los mejores que ha grabado.

Tras la separación de Sonic Youth en 2011, tanto Moore como Lee Ranaldo han ido refinando sus posibilidades como compositores de canciones a medida que desarrollaban sus trayectorias en solitario. En By The Fire, Moore presenta consistentes temas que navegan por terrenos ignotos (ese manejo único de la repetición y los crescendos que actúan como un vórtice que parece estar abriendo una nueva dimensión). Nada más comenzar, Hashish sorprende por su sencillez. Es rock and roll aferrado a las influencias clásicas de su creador, lo que también implica, después de 40 años de actividad, una cierta dosis de autorreferencia: su guitarra ondulante, la manera en la que la canción cabalga sobre el ritmo preciso y efectivo, nos hace regresar a ciertos pasajes del grandioso Sister, registrado en 1987 por su antigua banda.

Más de la mitad del disco está compuesto por piezas que superan los 10 minutos. En otros tiempos, esto hubiese implicado espirales de electricidad descendiendo y elevándose para devorar el silencio, generando ese efecto psicodélico que los experimentos de Moore aspiran a crear. ‘Breath’, que supera esa plusmarca, se divide en varias partes, pero ninguna de ellas está supeditada a la abstracción. La intensidad oscila hasta que entran las voces de Moore y la bajista Deb Gouge, miembro también de My Bloody Valentine, para cantar a dúo sobre una melodía que de nuevo nos pone en contacto con el rock en su vertiente más pura. Siren comienza de un modo casi pastoral, luego fluye a través de varios segmentos de frenesí para terminar casi como empezó, dulcificado ahora por la parte vocal. Locomotives tiene un largo desarrollo instrumental, hipnótico, estridente por momentos, que también tiene una desembocadura vocal y melódica. En esto reside uno de los grandes logros del disco: su autor conjuga sus dos vertientes, la de hacedor de canciones y la de explorador sonoro, en el espacio de una misma composición.

Dos canciones grabadas en solitario aportan la parte más calma e introspectiva de este álbum. Con él, Moore logra algo tan encomiable como es la continuidad de una búsqueda que lo lleve a gravitar alrededor de la perfección, algo que otros, a su edad y con su trayectoria, podrían ya dar por amortizado. By The Fire es el triunfo de la experiencia al servicio de una música que se presenta asequible sin renunciar a la complejidad. El mensaje de un artista que, como él mismo afirma, apuesta por la creatividad como vía para defender nuestra dignidad.

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