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El humanismo de Avicena es la solución

Sari Nusseibeh, profesor de filosofía e infatigable activista, palestino amigo de muchos israelíes, traza una historia de Palestina hasta ahora no contada

Luz Gómez

De Palestina/Israel o Israel/Palestina se ha escrito tanto que cualquier libro nuevo se enfrenta a un recelo que hace renquear al lector mejor dispuesto. Pero Érase una vez un país: una vida palestina no se suma al montón. Sin grandes aspavientos, traza una historia de Palestina hasta ahora no contada, o no contada de esta manera, lo cual es lo mismo. No defrauda Sari Nusseibeh, profesor de filosofía e infatigable activista, palestino amigo de muchos israelíes, siempre en primera línea política y casi siempre en la sombra.

Lo que Nusseibeh ha escrito después de muchos años de enseñanza, militancia y negociación es una autobiografía, un género que junto con los diarios, las memorias y la narrativa oral resulta fundamental en la preservación de Palestina, enfrentada al memoricidio sistemático practicado por Israel desde su constitución en 1948. A la reescritura israelí de la historia, que afecta a lo colectivo y lo individual, lo material y lo simbólico, han tenido que hacer frente una y otra vez los palestinos, habitantes de una tierra de la que el sionismo pregona que no estaba habitada. Es un desafío al que todo intelectual palestino responde con su testimonio, como por ejemplo Raymonda Hawa-Tawil, Leila Khaled o Mahmud Darwix, por mencionar a algunos autores de la misma generación que Nusseibeh publicados en España.

La historia de vida de Sari Nusseibeh es muy personal, pero no por ello está menos llena de significados colectivos. En su caso, por ser hijo de una antigua familia jerosolimitana de la que se enorgullece y cuyas hazañas quiere emular, no sin ironía, en el siglo XX. Nacido en 1949, formado en Oxford y Harvard, regresó a Jerusalén en 1978 y se integró como profesor en la joven Universidad de ­Birzeit; posteriormente fue rector de la Universidad Al-Quds durante 20 años, institución palestina icónica de Jerusalén y por ello cada día más estrangulada.

Desde un punto de vista histórico, quizá lo mejor de este libro lleno de detalles sea el recorrido por los años ochenta en Cisjordania, un momento decisivo pero mal estudiado, pues entonces cobró forma el conflicto en los términos que hoy conocemos: la expansión de las colonias, la judaización de Jerusalén, la formación de una nueva generación de políticos palestinos, el protagonismo popular materializado en la Primera Intifada, la desinhibición de la represión israelí, la obsolescencia de la OLP, la deriva autoritaria de Al Fatah, la religiosización de las partes. Es también el tiempo que culmina con los Acuerdos de Oslo y su solución de dos Estados, una opción por la que medió Nusseibeh fervorosamente cuando aún nadie quería hacerlo, y de la que él mismo dudó llegado el siglo XXI.

Si bien Nusseibeh aborda con desparpajo los principales sucesos y protagonistas de la historia de Palestina/Israel (dos recomendaciones: sus incisivas pinceladas del santurrón Simon Peres y el retrato filial de las astucias de Arafat), lo más singular de la obra queda, sin embargo, al margen de la historiografía. Consiste en la actualización continua de un humanismo aviceniano como fórmula particular y pública de afrontar el futuro. Nusseibeh, profesor impenitente de filosofía, está convencido de que en la teoría de la voluntad de Avicena (que es básicamente una función dinámica, mal comprendida en Oriente y en Occidente, y en el siglo X como en el XX) se halla la clave para resolver la lucha de identidades desatada tras el robo de la tierra palestina. Porque, según recuerda, todos podemos cambiar un estado de cosas que parece irreversible, “todo lo que necesitamos es fe, amor y una visión moral”.

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Autor: Sari Nusseibeh.


Traducción: Montserrat Bermúdez Bausela.


Editorial: Berg Institute, 2020.


Formato: tapa blanda (608 páginas. 24 euros).


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