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La celebración de un gran fiasco lorquiano de juventud

Una exposición en Granada conmemora el centenario del fracaso de ‘El maleficio de la mariposa’, el primer estreno comercial de una obra de Federico García Lorca

Javier Arroyo
Exposición 'El Maleficio de la Mariposa' en el Centro Federico Garcia Lorca, en la que un visitante pasa junto a un boceto del vestuario de la obra teatral.
Exposición 'El Maleficio de la Mariposa' en el Centro Federico Garcia Lorca, en la que un visitante pasa junto a un boceto del vestuario de la obra teatral.Fermin Rodriguez

Nació como un poema, se convirtió en una obra de teatro y acabó convertida en un fracaso. Ese es el recorrido con las luces cortas de El maleficio de la mariposa, la primera pieza de teatro de Federico García Lorca que se estrenó comercialmente. A las 10 de la noche del 22 de marzo de 1920, en el Teatro Eslava de Madrid, se subió el telón. Al bajarlo, lo que ocurrió fue “un hermoso pateo” en palabras del poeta. O en las del crítico teatral Aznar Navarro en el periódico La correspondencia de España, casi “un grave conflicto” en el que “no faltó gran cosa para que recurriesen al empleo de los puños” los asistentes, divididos entre los que les gustó la obra y los que no. Dos versiones más o menos líricas de lo mismo, un fracaso completo. Una exposición en el Centro Federico García Lorca de Granada rememora la historia de aquel fiasco lorquiano con Federico García Lorca. El nacimiento de una revolución teatral. 100 años del estreno de ‘El maleficio de la mariposa’.

Emilio Peral Vega es profesor de la Universidad Complutense de Madrid y comisario de la exposición. Peral da dos razones para esta exposición: “La más prosaica, que se cumple el centenario del primer estreno comercial de Lorca. La más profunda, que es la historia de un fracaso que sirvió a Federico para aprender algo. Qué debía ser él quien buscara su camino estético, incluso aunque tuviera que esperar al momento oportuno, sin precipitarse”. La obra fue, en origen, un poema. En 1919, explica el comisario de la muestra, Lorca conoce a Gregorio Martínez Sierra, escritor y empresario teatral. En una de sus reuniones, el granadino le lee el poema al empresario y este, emocionado, le dice que esa pieza esconde realmente una obra teatral y anima a Lorca a escribirla. Peral cuenta que “no es exactamente un encargo” porque no hay tal, sino un fortísimo interés de Martínez Sierra. Esto ocurre probablemente en el otoño de 1919 y a principios del 20, la comedia está concluida. No solo es una apuesta muy vanguardista, sino que es una pieza para títeres. Esto último no convence a Martínez Sierra que empuja a Lorca cambiarlo para hacerlo con actores y personajes reales. “Ahí está parte del fracaso de la obra, que no estaba concebida originalmente para eso”, cuenta Peral Vega.

La exposición del centro Lorca de Granada, que puede visitarse en principio hasta el 31 de enero de 2021, se acerca al El maleficio de la mariposa en cinco espacios y gracias a 75 piezas diferentes, aproximadamente la mitad de ellas del centro y el resto préstamos de diversas instituciones y tres coleccionistas particulares. Allí están las 48 cuartillas en las que Federico metió la historia de amor entre una mariposa y una cucaracha, “un amor imposible por razones biológicas en las que, aunque no explícitamente, ya aparecen indicios de amor homosexual, algo que no contaría de modo más abierto hasta mucho después”, dice Emilio Peral.

Las críticas en los periódicos a aquella obra fueron demoledoras. Como cuenta el comisario y puede verse en la exposición, apenas un par de ellas mostraron algo de compasión con el autor y más por lo que se veía entre líneas que por lo que se vio en escena aquella noche. Quizá por aquel mal estreno, la obra se ha llevado muy poco a escena desde entonces. “Alguna vez en España se ha representado en teatro para niños o universitario, pero no por actores profesionales. En Estados Unidos y en Italia también ha habido algunas representaciones pero, en general, la recepción escénica ha sido muy escasa y poco profesional”, recalca el comisario de la exposición. Y es que, hace un siglo, lo que hoy permitiría una representación más metafórica se puso en escena con los condicionantes propios de la época y, por qué no, con actores que en ocasiones no estaban a la altura. De hecho, participó Encarnación López Julves, la Argentinita, una actriz que tuvo una gran relación con Lorca pero que, según Peral, “tenía dificultades actorales y obligó a Lorca a reducir su parte para que bailara más y recitara menos”.

Han pasado cien años y quien entonces era un absoluto desconocido es ahora una figura poética y teatral mundialmente reconocida y estudiada. Para Emilio Peral, “estamos ante una obra que es una maravilla, y hoy día, con lo que conocemos de Lorca –entonces el público no conocía nada de él– y con los avances técnicos se podría hacer una maravilla de obra”, cree Peral. “Hace falta que un gran teatro, como el Centro Dramático Nacional o alguno similar haga una gran producción que hoy nos situaría, probablemente, frente a algo a medio camino entre el ballet y el texto, quizá una performance corporal fantástica”, concluye.





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