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Un viaje por la vida de la Italia confinada

El oscarizado Gabriele Salvatores prepara un documental a partir de vídeos caseros de sus compatriotas en cuarentena

El director Gabriele Salvatores, en el Festival de Venecia de 2019.
El director Gabriele Salvatores, en el Festival de Venecia de 2019.Vittorio Zunino Celotto (EL PAÍS)

Gabriele Salvatores (Nápoles, 69 años) vive el confinamiento desde el campo de Lucca, en la Toscana. “El tiempo se alarga y se acorta también. Hay días que no duran nada y otros que no terminan nunca”, dice por teléfono. Su espíritu observador le ha llevado a concebir un proyecto enteramente hecho desde teletrabajo, con un equipo de montadores y estudiantes de escuelas de cine que seleccionan, desde la web y entre los vídeos que les llegan, el material que pueda mejor contar cómo los ciudadanos han vivido la crisis del coronavirus. Se llama Viaggio in Italia (Viaje por Italia) y abordará el período que va desde el principio de la pandemia hasta septiembre, aunque el director, Oscar a la mejor película extranjera en 1992 por Mediterráneo, afirma no saberlo con seguridad.

“Al principio parecía casi un juego, sobre todo cuando la gente tocaba desde los balcones. Los italianos son capaces de bromear e ironizar sobre las cosas dramáticas. Pero luego tuve un bajón cuando entendí que el asunto era más serio de lo que nos imaginábamos. He comenzado a perder el horizonte, el futuro”, afirma. Salvatores está trabajando en este “docufilme”, como él mismo lo define —un largometraje documental—, utilizando la única forma que contempla para representar un asunto tan delicado, es decir, a través de la gente, con el montaje que plasma y da orden al relato colectivo de un país paralizado. Al mismo tiempo ha elegido como nombre del proyecto Viaggio in Italia no para rendir homenaje a la película de Rossellini (en España se estrenó como Te querré siempre), sino porque quien viaja es precisamente el montaje.

El país en su normalidad

Todo lo contrario de lo que ocurre en Italy In A Day (Italia en un día, 2014), en el que Viaggio in Italia se inspira. Ahí, el director italiano eligió un día como tantos, el 23 de octubre de 2013, para representar el país en su normalidad: se ven personas que se despiertan y se dirigen al trabajo, italianos que viven fuera del país y hablan con sus familias desde lejos, gente que reflexiona paseando por las calles y parejas a punto de casarse. Nada menos que el movimiento frenético que caracterizaba la vida preconfinamiento.

Italy In A Day era como un cuadro impresionista. Era un relato libre de lo que uno iba haciendo en esa jornada, en la que no ocurrió nada dramático. La gente nos enviaba reflexiones, momentos de soledad, de melancolía, pero la mayor parte del material era divertido. En cambio, hoy tenemos enfrente un problema grave, no alegre, no divertido, y que además se prolonga en el tiempo”, cuenta. Hasta ahora han recibido casi 15.000 vídeos que intentan transmitir las dos caras de esta crisis: la creativa, “como es el carácter de los italianos”, y la dramática. Por eso, Salvatores cuenta que le impactaron relatos muy diferentes entre sí: hay madres que entretienen a hijos con invenciones “conmovedoras”, pero también médicos y enfermeros en primera línea. Y contribuciones de un farero o de un italiano que vive en la Antártida para analizar la diferencia entre quienes han elegido el aislamiento por su cuenta y los que han sido obligados a vivirlo.

El hilo conductor serán las declaraciones de políticos y expertos, que miden la difusión del coronavirus y sirven de herramienta para organizar las reacciones de la gente común. Pero a Salvatores le gustaría empezar como en el filme Koyaanisqatsi (Godfrey Reggio, 1982), “con imágenes muy rápidas de lo que en muchos casos ha favorecido, si no el nacimiento, al menos la difusión de este virus: una globalización llevada hasta lo extremo”, zanja. De hecho, critica la expresión “esperemos que todo vuelva como antes”, precisamente por individualizar en la normalidad el problema: “Si lo seguimos masacrando, tarde o temprano será el planeta el que nos vea como un virus”.

Al cineasta, el futuro incierto le hace pensar en un final abierto: “Un final poético, de esperanza, una apertura hacia el futuro, esperando que sea positiva”. Mientras tanto, experimenta el teletrabajo, aunque extraña la atmósfera del plató y reflexiona sobre el futuro de los rodajes: “Por ejemplo, se podría rodar en sitios controlables, con no demasiada gente, sin grandes equipos de filmación o masas de figurantes para hacer, después de todos los exámenes, una cuarentena al final de la película. Hay protocolos que se están moviendo en este sentido en estos momentos. Pero el problema no es este, sino el de los actores. Hay que inventarse algo parecido a las comunas teatrales de los sesenta y los setenta. Hay que vivir juntos en una especie de clausura. No me molestaría como experimento”, dice.

En Italy In A Day, muchos participantes responden a la pregunta: “¿Cuáles son tus miedos?”. Después de un confinamiento colectivo como el que ha marcado la pandemia, la prioridad ha cambiado. El miedo más grande, según Salvatores, es no poder imaginar el futuro. “Es el momento para que los artistas, los poetas y, sobre todo, los políticos, dejen entrever una posibilidad de futuro”.

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