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Un ‘blockbuster’ teatral con estreno paralelo en París y Sevilla

Pascal Rambert estrena en España 'Hermanas' pocos días después de bajar el telón en Francia

Audrey Bonnet y Marina Hands, en la versión francesa de 'Hermanas'.
Audrey Bonnet y Marina Hands, en la versión francesa de 'Hermanas'.Pauline Roussille
Álex Vicente

Como si fuera un blockbuster cinematográfico u otra temporada de una serie de éxito, el estreno de la nueva obra de Pascal Rambert, Hermanas, ha sido casi simultáneo en España y en Francia. El telón se abre en Sevilla pocos días después de cerrarse en París. La versión gala del proyecto, titulada Soeurs, terminó de representarse el pasado domingo con el público parisino en pie. Y con Rambert uniéndose al saludo final de sus dos protagonistas: Marina Hands, actriz teatral que fue Lady Chatterley en el cine, y Audrey Bonnet, la impetuosa intérprete que firma su quinta colaboración con el director.

La obra se representaba en el interior, tan decrépito como cautivador, de Les Bouffes du Nord, la escena parisina que Peter Brook dirigió entre 1974 y 2010, convertida en base de operaciones de Rambert desde que abandonó la dirección del Teatro de Gennevilliers, en la empobrecida banlieue de la capital, hace apenas dos años.

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Su nueva obra es un duelo de titanes. En él se enfrentan las hermanas del título, una periodista de poca monta y una trabajadora social, que se intercambian cada cinco minutos los papeles de David y Goliat. No será una pelea limpia, porque entre consanguíneos casi nunca lo son. De lo que se trata es de evacuar tres décadas de rivalidad y rencor en algo más de hora y media. Una escenografía austera, aunque no descuidada, rodea a sus protagonistas: algunas sillas de plástico de colores y esas luces de neón que ya son recurrentes en la gramática teatral del director. Esta vez, la crítica francesa ha acogido su nueva obra con división de opiniones. “Su devoción por las posibilidades del verbo no deja de recordar a la fe poética de Paul Claudel”, dijo Le Monde en una crítica elogiosa. En cambio, Le Figaro mostró su decepción. “Rambert se repite”, sentenció el diario, tildando el espectáculo de “vano, estéril y sin emoción”.

Es cierto que el dispositivo escogido recuerda al de Clausura del amor, que se convirtió en un inesperado éxito internacional traducido a 23 lenguas. Pero eso no es intrínsecamente malo: como en aquel doble monólogo sobre el final de una historia de amor, Rambert vuelve a recordar que la palabra es el arma más cruel que uno pueda empuñar.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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