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El ‘huracán Dalí’ toca tierra en el Meadows de Dallas

El museo da a conocer la primera investigación sobre la pintura del artista en una muestra de sus obras en pequeño formato

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Si en algo coincide el ejército de biógrafos de Dalí es en el ansia de fama y dinero que empezó a manifestar casi desde su infancia. También que hizo lo imposible para triunfar en Estados Unidos. A base de trucos y talento, logró adueñarse de un mercado que muy pronto quedó a sus pies. Dalí visitó Dallas por vez primera en 1952. Ya por entonces tenía una legión de coleccionistas en todo el país y un público más que suficiente como para abarrotar un espacio en el que el artista catalán habló de la importancia del misticismo. Ahora, 66 años después de aquella visita, Dalí vuelve a protagonizar la vida cultural de Dallas con una doble exposición en el Meadows Museum: La poética de lo pequeño: 1929-1938, con una veintena de obras que han servido para estudiar la manera de pintar del artista y La Aliyah de Dalí. Un momento en la historia judía, un conjunto completo de litografías que Dalí realizó en 1968 para celebrar el vigésimo aniversario de la fundación del Estado de Israel. Ambas muestras podrán verse hasta el 9 de diciembre.

En plena temporada de huracanes, todo el estado de Texas parece vivir pendiente de la previsión meteorológica. Acaban de sortear las amenazas de Gordon y Florence que han dejado contundentes tormentas que solo a ratos rompen el calor sofocante y pegajoso propio de septiembre. El huracán Dalí tocó tierra por su parte ante la presencia de la prensa internacional en uno de los pocos museos especializados en arte español, el Meadows, ubicado en el tranquilo campus de la Universidad Metodista del Sur.

Los cuadros ocupan tres grandes salas del museo. Todos son de pequeño formato. La exposición abarca los ocho años transcurridos entre 1929 y 1936, un período muy prolífico en Dalí, más de 200 pinturas y, sobre todo, un periodo en el que define, por fin, los derroteros de su obra después de etapas de bandazos y de indefiniciones. Mark Roglán, director del museo y comisario de la muestra junto a la especialista Linda William, no duda en asegurar que es el período más fértil y genial del pintor de Cadaqués. “Se ha decantado por el Surrealismo”, explica Roglán, “y se convierte muy pronto en uno de los grandes del movimiento. Gala ha llegado a su vida y con ella, de alguna manera, termina también sus incertidumbres sexuales. Todas estas obras son muy poderosas por lo que tienen de autodefinición en todos los campos”. Y señala Roglán un detalle más: la minuciosidad y perfección con las que están ejecutados cada uno de los elementos que componen estas obras y que están inspirados en los interiores de los cuadros de Johannes Vermeer, uno de sus maestros más admirados por Dalí.

La idea de realizar esta exposición surgió en 2014, con la compra por parte del museo de L’homme poisson (Hombre pescado, 1930). El Meadows pidió al Kimbell Art un análisis técnico con radiografía de rayos X y reflectografía infrarroja, así como análisis de pigmentos. “Por raro que parezca”, asegura categórico el director, “no se había analizado nunca hasta entonces su forma de pintar, tal como se ha hecho con numerosos artistas. Decidimos pedir más cuadros de pequeño formato, estudiar la mayor parte y difundir las conclusiones”.

En total, se han analizado 9 de las 20 obra de la exposición (6 del museo de Florida, 2 de colecciones privadas y el adquirido por el Meadows). Lo más importante ha sido descubrir que Dalí afrontaba la pintura a partir de dibujos muy precisos y que aplicaba colores previamente muy estudiados. Pero no se sorprende en el artista que no se atuviera con firmeza a esos principios. En algunos casos, decide cambios en plena ejecución. Roglán recuerda que en 1948 Dalí publicó un libro sobre pintura y arte con 50 secretos mágicos para pintar. “Curiosamente, resulta que Dalí no siguió sus propios consejos, de los que él mismo se apartaba y, en ocasiones, incluso contradecía en su propia práctica”, remata Roglán. Nada de extrañar si se tiene en cuenta que Dalí es el primer artista de espíritu netamente punk. Seguir las normas, aunque fueran las suyas, hubiera sido formar parte de lo putrefacto. Y eso, nunca.

Tiempos amarillos

El período de la exposición corresponde al tiempo del Dalí más activista, al joven artista que se define como comunista, nacionalista y anticatólico, entre otras cosas.

Ya había dado a conocer el llamado Manifest antiartístic que se difundió sin título en marzo de 1928 y al que se le llamó Manifest groc (Manifiesto amarillo) por el color de sus hojas. Realizado junto a Lluís Montanyà y Sebastiá Gasch, denunciaba el "grotesco y tristísimo espectáculo de la intelectualidad catalana" de la época.

Y afirmaba que la sociedad había entrado en la época posmaquinista, con el predominio de una nueva sensibilidad simbolizada por el avión, el cine, el jazz o los transatlánticos.

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