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El peligro de querer saber quién eres

Oriol Broggi estrena en el Romea 'Èdip’, de Sófocles, con el énfasis en la importancia de buscarse a uno mismo. Julio Manrique encarna al protagonista

Jacinto Antón
Julio Manrique como Edipo en 'Èdip' que se representa en el Teatre Romea.
Julio Manrique como Edipo en 'Èdip' que se representa en el Teatre Romea.

Oh infortunado Edipo, realmente. “Si hay un mal aún mayor que el mal, ése le alcanzó a Edipo”, señala el corifeo en Edipo rey,de Sófocles. A ver si no: “Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo”. Así se exclama en la tragedia el personaje, que se ha convertido en sinónimo de desgracia y de complejo.

Oriol Broggi, que ya ha tenido relaciones con el género de la tragedia, y Julio Manrique, que debuta en él, afrontan la compleja materia como director y protagonista respectivamente en Èdip, la versión de la obra clásica adaptada por Jeroni Rubió y producida por Focus que inició sus funciones anoche en el Teatre Romea.

“La base del espectáculo es el Edipo rey con algo añadido del Edipo en Colono, en la que Sófocles trató los últimos días del personaje” (de paso incluyendo el autor su propia localidad natal, a media hora de Atenas), explica Broggi, que dice que también han usado algunas de las ideas de Wajdi Mouawad en su adaptación moderna Las lágrimas de Edipo, y han incluido asimismo algunas referencias al mito griego (como lo relacionado con la esfinge, “la cruel cantora” a la que se alude en Edipo rey) para hacerlo más comprensible a un público general. “Hemos tratado de redondear, de explicar al máximo la historia de Edipo”.

"Hay que decidir qué es más importante si las leyes de los dioses o los deseos de los hombres”, reflexiona el director.

De la actualidad de esa historia, Broggi dice que es “tremenda, tiene muha fuerza este texto sobre una persona que vive tranquilamente creyendo saber quién es y un día le dan unos inputs que le hacen dudar de sí mismo y empieza él una investigación que le lleva al infierno y a literalmente arrancarse los ojos para no ver adónde le ha conducido todo”. El director continúa: “A todos nos pasa que necesitamos saber quién somos”. En cambio, el tan cacareado complejo de Edipo le parace algo “circunstancial”. No niega que el impulso de matar al padre y tener sexo con la madre pueda ser algo universal, como sostuvo Freud, “pero lo importante es el ser humano que se busca a sí mismo y que se ha convertido en el paradigma, la medida de todas las cosas, como sintetizó Protágoras. A la pregunta que se formula en Edipo, la respuesta es el hombre”. La cuestión de quiénes somos resuena en estos días de procés. “Sí, y en el cristo que se ha montado por preguntar, pero hay que decidir qué es más importante si las leyes de los dioses o los deseos de los hombres”.

Broggi destaca la genialidad de Sófocles, ese tipo que ganó un pleito a su propio hijo, se cuenta, que trataba de incapacitarlo, recitando en el tribunal un fragmento de Edipo en Colono, que acaba de componer, y del que se dice que murió a los noventa años ahogado al tratar de leer sin tomar aliento un pasaje de Antígona (una muerte casi tan absurda como la legendaria de Esquilo con el tortugazo: sería acaso una tradición entre los trágicos morir de maneras raras).

¿Qué lección hay en Edipo? Broggi ríe quedamente. “No lo sé, quizá te lo diga en unos años. Es peligroso buscar lecciones. No hay moraleja. Pero es bastante inevitable que lo que ves de ti no siempre te gusta, aun que no por eso dejas de ser tú. En todo caso, hablar de magia y de mito es apasionante, sientes que estás explorando la historia de Europa. No soy filósofo ni le damos mucha importancia a esa parte de trasfondo de pensamiento griego. Sin embargo, aprecio algo formal en la tragedia que es muy atractivo, como el trayecto del héroe. Ya lo ví cuando hice Antígona y flipé mucho”. Para el director, no hay duda de que “la vida es una tragedia y siempre acaba mal”.

Van a coincidir en cartelera el Èdip de Broggi y la Medea de Pasqual, en el Lliure. “Es casualidad, una coincidencia. Sea como sea, Eurípides no es Sófocles, hay algo exagerado en él, Sófocles es más humano, más esencial”.

El montaje es muy despojado, con apenas un par de canciones un vestuario que sugiere un punto el Mahabharata de Pere Brook y “ninguna modernez”.

“Los ojos me los saco fuera”, dice el actor

La decisión de cómo se muestra ese acto tremendo de Edipo de sacarse los ojos ha sido un proceso complejo. “Al final me los saco fuera de escena”, señala Julio Manrique que encabeza el reparto en el que figuran también Mercè Pons, Clara de Ramon, Carles Martínez, Marc Rius, Miquel Gelabert y Ramon Vila. “Es la primera tragedia que hago, no es fácil pero resulta apasionante. Es un texto fundacional, gran pate de nuestra cultura bebe de ahí”. ¿Más difícil Edipo o Hamlet? “Son diferentes, no sé. Con Edipo acabo mareado. Con Hamlet tenemos un vínculo más directo, nos es más familiar. La tragedia evoca un paisaje más lejano y solemne, aunque Broggi ha buscado un equilibrio entre la sencilleza y lo elevado”.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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