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Crítica | Errementari. El herrero y el diablo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Yunques y tridentes

El filme reivindica el rico acervo del folclore autóctono como generoso –y casi inexplorado- yacimiento de ideas para el cine de terrror

Imagen de 'Errementari. El herrero y el diablo'.
Imagen de 'Errementari. El herrero y el diablo'.

ERREMENTARI. EL HERRERO Y EL DIABLO

Dirección: Paul Urkijo.

Intérpretes: Kandido Uranga, Eneko Sagardoy, Uma Bracaglia, Ramón Aguirre.

Género: terror. España, 2017

Duración: 98 minutos.

Frente a un cine de terror español que oscila entre la vampirización de las claves del relato gótico victoriano y una retórica de los golpes de efecto que también se mira en espejo ajeno, Errementari. El herrero y el diablo, primer largometraje del prolífico director de cortos Paul Urkijo, viene a reivindicar el rico acervo del folclore autóctono como generoso –y casi inexplorado- yacimiento de ideas para el género. La película adapta un cuento popular vasco, recogido en 1903 en una antología de relatos europeos sobre diablos burlados en su empeño de cazar almas. A Urkijo le mueve la transparente voluntad de rendir tributo a su propia memoria sentimental –Patxi Errementaria fue su cuento de infancia favorito, confiesa- y, al tiempo, restituir una memoria colectiva: la película está hablada en un hermoso euskera alavés del siglo XIX que añade un barniz de estimulante extrañeza para el espectador sin familiaridad con ese ámbito lingüístico.

Errementari. El herrero y el diablo se atreve a manejar su candoroso imaginario de diablos con tridente y cola afilada sin caer en la tentación de la distancia irónica, o el ánimo paródico. La película, de hecho, podría parecer una hipermusculada entrega de Cuentos y leyendas, esa serie de televisión que, entre 1968 y 1976, invitó a cineastas como Mario Camus, José Luis Borau y Alfonso Ungría a adaptar textos literarios y tradicionales donde, a menudo, se manifestaba lo fantástico. Urkijo ha hecho una película más contundente en lo atmosférico que en lo estilístico: hubiesen sido preferibles menos usos enfáticos del ralentí en las escenas de acción. Con su equilibrio entre especificidad y universalidad, Errementari. El herrero y el diablo revela a un cineasta capaz de transmitir el amor pasión que siente por su material. Un planteamiento de producción más ambicioso hubiese sumado fuerza a sus logros.

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