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ARTE

Memoria fotográfica

El artista Alejandro S. Garrido, revelación en esta edición de PHotoEspaña, pone el ojo en la calle y el dedo en sus historias paralelas

Una de las fotografías de la serie 'Corea'.
Una de las fotografías de la serie 'Corea'.

A modo de un inventario visual, Alejandro S. Garrido (Madrid, 1986) presenta en Casa Sin Fin sus más recientes incursiones fotográficas por diferentes geografías urbanas de España. Reafirmando lo fotográfico como lugar de elaboración histórica, pero también de comentario político y de debate artístico, despliega sus imágenes con un esquematismo propio de un investigador. Su producción guarda una predilección por los relatos silenciados o, más bien, por los puntos ciegos de una historia visual colectiva, que en su labor fotográfica Garrido se empeña en visibilizar.

Al dirigir su mirada hacia zonas de conflictos simbólicos, define una clara vocación narrativa para su trabajo. En la serie Corea articu­la una revisión histórica sobre las zonas de urbanización periféricas creadas durante el franquismo en ciudades como Huesca, León o Palencia. A menudo en condiciones insalubres, estos vecindarios fueron popularmente acuñados con el nombre del país asiático que, en plena época anticomunista, encarnaba el enemigo. Las fotografías demuestran de alguna manera las consecuencias visibles de dicha denominación: en ellas abundan espacios comunitarios temporalmente vacíos, donde solo se pueden intuir vestigios de humanidad. Estas presencias exclusivamente residuales confirman la persistencia de esta violencia nominativa, que convierte a esos vecinos en objetos de un estigma, basado en la sospecha y el miedo, perpetuado incesantemente en el tiempo.

Ya en Un lugar sin refugio, Garrido se desplaza de las periferias hacia el centro, encontrando en plena Gran Vía madrileña los despojos del sistema que, paradójicamente, la mantiene como icono de modernidad. Con una mirada casi arqueológica, Garrido registra las topografías gestadas por las continuas olas especulativas: locales vacantes, pasajes en penumbra y comercios caducos coexisten temporalmente con imponentes instituciones y mercados remodelados. Estos paisajes arquitectónicos transitorios, al gusto de la voracidad del capital, exponen las tensiones generadas por estos ciclos de producción. Al igual que en Corea, apenas se adivina la existencia del ciudadano en estas vistas, sustituido idealmente en este caso por el cuerpo del turista.

Para el artista, sus territorios de acción e investigación pueden cambiar; pero, sin embargo, su mirada inquisitiva es el punto fijo a través del cual su obra se organiza. No sin razón, y pese a la disparidad temática, ambas series se mezclan e interrumpen en el diseño expositivo. Después de todo, la distancia entre la “Gran Vía” y la “Corea” de Garrido tal vez sea más simbólica que geográfica.

Alejandro S. Garrido. ‘Dos proyectos’. Casa Sin Fin. Madrid. Hasta el 29 de julio.

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