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Columna
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La chica que olvidó Chanel en La Habana

Guadalupe Blázquez Suri participó en el desfile de la firma en la capital cubana

Guadalupe Blázquez Suri hunde sus pies en la cicatriz del tablón que puede lanzarla de La Habana al mundo. Nació en Camagüey el 10 de diciembre de 1995. Si entonces, en pleno periodo especial, una santera le hubiese vaticinado este suceso, nadie lo hubiese creído. Sus rasgos representan a una población joven cada vez más mestiza, fruto de las mezclas sociales engendradas dentro de esta experimental y exótica revolución socialista caribeña. A pesar de ser hija de una gimnasta y un experto en azúcar, deseaba aprender música y se trasladó a La Habana para estudiar y graduarse de saxofón.

—¿Cómo llegaste a Chanel? le pregunté.

— A Chanel me llevó la suerte. Soy una persona con mucha suerte, confiesa la delgada morena de 1.83 de estatura, ojos rasgados y un magnífico afro coronando su frente.

— ¿Tenías alguna experiencia como modelo?

— Muy poca, pero me presenté en el casting de la pasarela de Chanel al que convocó la productora Libia Batista. Una mañana ella me llamó para darme la noticia. ¡Me seleccionaron! Salté de alegría hasta golpearme la cabeza.

— ¿Cómo te fue?

— Genial, maravilloso ese equipo de Chanel París. Maquillistas, asistentes, fotógrafos. Adoré a las modelos latinoamericanas Mika y Lineisy Montero con las que Carlitos nos hizo interactuar a las tres cubanas que desfilamos.

— ¿Carlitos? ¿Qué Carlitos?

— ¡Karl Lagerfeld! Él llegó, me miró de arriba abajo y comentó que estaba excelente, creo que lo hechizó el modo con que caminaba haciendo bailar su ropa. Me sintió dentro de su colección. Estoy agradecida por la confianza que depositó en mí y en mis colegas cubanas Johana Borrego y Jessica Borroto.

— ¿Qué sentiste durante el show?

— Me había tomado un té para calmarme, estaba un poco nerviosa pero al salir fue mágico, volaba sobre el paseo pulido, veía lucecitas blancas iluminar los árboles y lo que traía puesto parecía haber nacido conmigo. Me dejé ir, era como si mi alma y mi cuerpo se unieran para sacar lo mejor de mí en ese momento. Fui feliz. Cuando vine a ver ya estaba en la conga arrollando con el resto de las modelos. La Habana se veía preciosa, y yo estaba desfilando para Chanel.

— ¿Y después de Chanel qué?

— Se me han acercado muchas personas con intenciones de ayudarme, pero no hay nada a la altura de lo que se supone te ocurra después de Chanel. ¡Escucho proposiciones!

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