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CRÍTICA | EN TERCERA PERSONA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Otro ‘Crash’ de Haggis

El director cae en la tendencia al subrayado en la puesta en escena

Javier Ocaña
Olivia Wilde y Liam Neeson, en 'En tercera persona'
Olivia Wilde y Liam Neeson, en 'En tercera persona'

Después de Vidas cruzadas, parecía casi temerario intentar componer una película sobre existencias más o menos paralelas o perpendiculares que compartieran un subtexto común porque la de Robert Altman parecía la obra definitiva en la materia. Y, sin embargo, unos años después llegó Paul Thomas Anderson con Magnolia y sublimó el concepto. Que la que acabase llevándose el Oscar a la mejor película fuera la posterior Crash, aparte de quedar para los anales del despropósito de los premios, marcó para siempre la carrera de Paul Haggis, veterano escritor de televisión que en apenas dos años había visto cómo le llegaba la gloria tras años de trabajo en segundo plano con el polémico galardón para Crash y su guión para Million Dollar Baby.

Con una obra irregular desde entonces, solventes libretos para Clint Eastwood (Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima) y un par de jamesbonds (Casino Royale y 007: Quantum of solace), además de la notable En el valle de Elah y la insufrible Los próximos tres días, estas como director, Haggis regresa ahora al universo coral de vidas cruzadas con En tercera persona, donde todos los defectos de Crash se agudizan y se manifiestan otros nuevos.

EN TERCERA PERSONA

Dirección: Paul Haggis.

Intérpretes: Liam Neeson, Olivia Wilde, Adrien Brody, Mila Kunis, James Franco.

Género: drama. EE UU, 2013.

Duración: 137 minutos.

Entre los antiguos: la tendencia al subrayado en la puesta en escena, por otro lado, entre plana y torpe cuando, en realidad, parece jugar al clasicismo, y el excesivo recurso a la casualidad para conjugar las tramas y obtener los giros de guión. Entre los nuevos: un tremendismo barriobajero alrededor del subtexto común, las muertes infantiles y los efectos en sus padres; la absoluta falta de verosimilitud en buena parte de las historias, sobre todo en la de Adrien Brody y la gitana rumana; el absurdo comportamiento de demasiados personajes; un abominable toque misógino, y la más cargante utilización en el cine reciente de una banda sonora, obra del reputado Dario Marianelli.

“Tu primera novela era cruel y cruda, sin piedad; leía tus galeradas cubierto en sudor. La segunda, no tanto. La tercera, la cuarta... peores aún. Ahora tienes personajes aleatorios con los que das excusas para tu vida. Das vergüenza”, le dice en una secuencia un editor al personaje del escritor interpretado por Liam Neeson. Ya.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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