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Emergencia climática
Tribuna
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La financiación climática será clave en la COP29 en Azerbaiyán

Capacitar a los países para que presenten planes más ambiciosos frente al calentamiento del planeta resultará fundamental en la próxima cumbre del clima de noviembre

Rugao
Maquinaria mueve carbón en el puerto de Rugao, en China, en noviembre de 2023.STR (AFP)

Acoger las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el clima es una enorme responsabilidad y una gran oportunidad para un país, y Azerbaiyán se dispone a asumir la presidencia de la próxima COP en un momento crucial. En la COP29, que se celebrará en noviembre de 2024, los países negociarán el futuro de la financiación de la lucha contra el cambio climático, uno de los aspectos más polémicos pero esenciales de la diplomacia mundial sobre el clima. Durante años, los países desarrollados no han aportado la financiación necesaria y prometida. Para que el liderazgo de Azerbaiyán en noviembre tenga éxito, será importante restablecer la confianza y lograr un resultado ambicioso en materia de financiación climática.

Tres meses después de la COP28 de Dubái, empezamos a hacernos ya una idea de las prioridades de Bakú, capital de Azerbaiyán. En su intervención en una reciente cumbre del clima en Copenhague hace unos días, el presidente entrante de la COP, Mukhatar Babayev, afirmó que “la financiación será el núcleo de la diplomacia climática” y que capacitar a los países para que presenten planes climáticos más ambiciosos será clave en la conferencia de noviembre. Estas buenas señales deben ir acompañadas del ambicioso liderazgo necesario para garantizar el éxito de Bakú. Por encima de todo, su enfoque debe guiarse por el imperativo de limitar el calentamiento global a 1,50 grados.

La necesidad de una acción climática no podría ser más clara. El año 2023 ha sido el más caluroso de la historia por un amplio margen. Los últimos nueve meses han batido todos los récords de temperatura anteriores para sus respectivos meses, siendo febrero 1,77 °C más cálido que la media preindustrial para esta época del año. Estos efectos ya son evidentes en España, donde las condiciones de sequía provocadas por las altas temperaturas y la falta de lluvias están afectando a amplias zonas del país, una situación que sabemos que no hará sino empeorar con el calentamiento. En todo el mundo ya se están dejando sentir los efectos catastróficos de la crisis climática. Desde Sudamérica hasta Asia, Oriente Medio, África, Europa y Oceanía, las consecuencias del aumento de las temperaturas están amenazando la vida de las personas, destruyendo ecosistemas y causando una carnicería económica.

En la COP28, el mundo acordó finalmente abandonar los combustibles fósiles. Este acuerdo era necesario y encomiable, pero no es suficiente: los países deben demostrar cómo van a lograrlo y debe haber una acción inmediata si queremos limitar el empeoramiento de los impactos de la crisis climática.

Cuando el mundo se reúna para la COP29, lo hará con el telón de fondo de unas tensiones geopolíticas cada vez mayores y con una serie de líderes recién elegidos tras las votaciones en más de 60 países y regiones. Esto aumentará la carga de la presidencia azerbaiyana a la hora de crear consenso entre las partes en torno a nuestros objetivos globales compartidos. La presidencia debe asegurarse de fomentar la inclusión reuniendo a la sociedad civil, las empresas y los responsables políticos, abriendo el debate y dando mayor protagonismo a las naciones en desarrollo más afectadas por la crisis y que a menudo se sienten marginadas.

Concretamente, las negociaciones lideradas por Bakú deben basarse en los resultados de la COP28 y seguir trabajando junto con la posterior presidencia brasileña de la COP30 y la presidencia saliente de los EAU de la COP28 como una troika para detener la creciente división entre el norte global y el sur global. A menos que establezcamos las expectativas políticas correctas sobre cómo reconstruir la confianza e impulsar el multilateralismo, nuestra credibilidad internacional como defensores del clima podría perderse.

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El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) tiene claro que debemos reducir las emisiones un 45% de aquí a 2030 para limitar el calentamiento global a 1,5 C. Para lograrlo, habrá que invertir 35 billones de dólares en la transición energética y hacer más en el frente de la adaptación al clima. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los flujos de financiación de la adaptación se redujeron en 4.000 millones de dólares en 2021, lo que representa solo el 27% de la financiación total de la lucha contra el cambio climático.

La presidencia de la COP29 puede desempeñar un papel clave para colmar las lagunas financieras que sufren los países en desarrollo. Bakú debe actuar como facilitador global trabajando estrechamente con las instituciones financieras internacionales y regionales, junto con los países del G7 y del G20, para alinear los flujos financieros con las necesidades de desarrollo.

Para que esta sea la “COP de las finanzas”, como se espera, Azerbaiyán no puede perder la oportunidad de abogar por un nuevo y sólido objetivo mundial de financiación climática, conocido como Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado sobre Financiación Climática (NCQG, por sus siglas en inglés). Este objetivo debe satisfacer de forma pragmática las necesidades de los países de renta baja y media, y establecer vías más claras sobre cómo equilibrar la necesidad de financiación para la adaptación.

Más allá de la cumbre de la COP, las reformas financieras mundiales son más necesarias que nunca. El sistema financiero actual no está dando resultados para los países en desarrollo, y muchos de ellos siguen atrapados en problemas de deuda y son incapaces de atraer la inversión necesaria.

También se necesitan señales y orientaciones firmes de esta COP para allanar el camino para que los países desarrollen y presenten planes climáticos nacionales mejorados, conocidos como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), en 2025. Estos planes deben presentarse antes de la COP30 de Belém (Brasil) e incluirán objetivos de reducción de emisiones para 2035. Los países también deben aprovechar esta oportunidad para mejorar sus objetivos para 2030.

En las últimas cumbres sobre el clima se ha reconocido cada vez más el papel de la naturaleza y de las soluciones basadas en ella en la acción por el clima. La Evaluación Global de la COP28 dejó claro que la protección y restauración de la naturaleza, la tierra y los océanos es una parte crucial de un esfuerzo mayor para reducir las emisiones y aumentar la resiliencia. Esta COP debería consolidar este progreso estableciendo un flujo de trabajo dedicado al clima y la naturaleza que pueda trabajar para mejorar las sinergias entre los planes de acción nacionales sobre el clima y la biodiversidad.

Cuando los países anfitriones de las negociaciones sobre el clima apuntan alto y persiguen un resultado ambicioso, se les reconoce su liderazgo. Azerbaiyán tiene ahora la oportunidad de dar un paso adelante en el escenario mundial reuniendo a naciones, pueblos y empresas en torno a nuestras prioridades comunes. Un gran avance en la cuestión de la financiación de la lucha contra el cambio climático, especialmente delicada, sería un logro significativo y podría marcar una gran diferencia en el ritmo de actuación para hacer frente a la crisis climática.

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