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Los lugares con temperaturas más altas no siempre son los más peligrosos en las olas de calor: hablemos de estrés térmico

Investigadores del ISGlobal piden tener en cuenta otros parámetros como humedad, exposición al sol o fuerza del viento en situaciones excesivamente cálidas

Olas de calor
Dos mujeres se refrescan en la fuente de la plaza de España, este miércoles en Sevilla.PACO PUENTES
Miguel Ángel Medina

Durante las olas de calor de junio y julio de 2019, las temperaturas más altas se registraron en España, pero los países que vivieron las condiciones más críticas para la población fueron Francia, Bélgica y Países Bajos, donde se produjeron más de 2.500 muertes atribuibles al calor. ¿Por qué? Según un estudio del ISGlobal publicado este jueves, esas zonas vivieron un mayor estrés térmico, un concepto que, además del termómetro, engloba otros parámetros como viento y humedad. Los investigadores piden que las autoridades empiecen a tener en cuenta este término a la hora de enviar alertas en las olas de calor que sufriremos este verano y en los próximos.

“Los índices de estrés térmico desarrollados por los científicos son una forma de describir cómo nuestro cuerpo reacciona ante las condiciones meteorológicas, así que tienen en cuenta la temperatura, pero también la humedad relativa del aire, la fuerza de las rachas de viento, o incluso la exposición al sol”, explica por teléfono Ivana Cvijanovic, primera autora del estudio, publicado en la revista científica Npj Climate and Atmospheric Science. “Por ejemplo, 35° con poca humedad puede suponer estar incómodo, pero esa misma temperatura con una humedad alta, como el 80%, se convierte en algo peligroso”, añade.

Un hombre vendía abanicos este miércoles en Sevilla.
Un hombre vendía abanicos este miércoles en Sevilla.PACO PUENTES

Por eso, el documento, en el que también han participado investigadores de la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), pide incorporar este tipo de índices de estrés térmico a la hora de lanzar alertas a la población en episodios de calor extremo. “Con el cambio climático, estamos viviendo olas de calor cada vez más intensas, así que tenemos que empezar a informar de otra forma. Si hay altas temperaturas y una humedad muy alta, hay más posibilidades de sufrir un golpe de calor, con lo que las autoridades deberían advertir a la gente de que no realice grandes esfuerzos en las horas de más calor, que se hidraten bien, y que estén pendientes de las personas más vulnerables”, señala la investigadora del ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa.

Hay diferentes índices de estrés térmico desarrollados por los científicos; todos tienen en cuenta la temperatura y la humedad relativa del aire, e incorporan diferentes factores, como las rachas de viento —que refrescan el ambiente—, la exposición al sol directo… “Es fundamental que estos parámetros se comuniquen a la población junto con las temperaturas”, incide Cvijanovic.

El informe también analiza el episodio de calor extremo que se produjo en el oeste de Canadá y el noroeste de Estados Unidos en junio de 2021. Aunque las temperaturas máximas se registraron en los Estados de Washington y Oregón (EE UU), los índices de estrés térmico revelaron que provincias canadienses como Alberta, los Territorios del Noroeste y la Columbia Británica experimentaron condiciones muy peligrosas (en la última, hubo 600 muertes relacionadas con el calor). “Las autoridades canadienses actuaron bien y lanzaron la alerta, pero la población no supo cómo actuar. La gente sana no era consciente del peligro, muchos salieron a la calle para disfrutar de un día veraniego y sufrieron golpes de calor. Con los vulnerables fue peor, siempre son los más afectados. Y llamaban a las ambulancias, pero no obtenían respuesta, porque estaban colapsadas”, señala la investigadora.

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Otro fenómeno analizado fue la ola de calor que azotó India y Pakistán en mayo de 2022, cuando se registraron temperaturas superiores a los 50 °C: los índices de estrés térmico mostraron zonas de peligro que no se limitaban a las de temperaturas más altas. Los investigadores alertan de que este tipo de episodios, que ponen a los ciudadanos al borde de la supervivencia, serán cada vez más frecuentes debido al calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero.

Síntomas del calor

“Es importante aprender a vivir con las olas de calor, porque vamos a sufrir muchas, y tener en cuenta también el estrés térmico. Por ejemplo, si tienes que trabajar en una cocina y compruebas que hace mucho calor y humedad, puedes probar fácilmente que no es seguro estar ahí. Y si vas a trabajar en la calle, tienes que tener en cuenta también la exposición al sol, que es muy peligrosa en estas condiciones”, señala la experta. “Es una labor de educación, de concienciar a la gente de que este tipo de situaciones son peligrosas. Y ahí debe jugar también un papel el periodismo, igual que en su momento lo jugó para explicar las medidas de prevención frente a la covid. Todos los años muere gente en España trabajando en el exterior durante las olas de calor”, prosigue. En su opinión, también hay que concienciar a la población de los síntomas de los efectos adversos de las altas temperaturas, como calambres, agotamiento y sed, que pueden acabar en un golpe de calor.

Precisamente para concienciar sobre el estrés térmico, un equipo de ISGlobal ha creado una calculadora del índice de calor, en la que cualquier ciudadano puede meter temperatura y humedad relativa —ambos parámetros se pueden consultar en la Agencia Estatal de Meteorología— y obtener una orientación sobre el nivel de riesgo para la salud. Además, muestra recomendaciones sobre cómo mantenerse a salvo cuando las condiciones son peligrosas. “Es fundamental empezar a concienciar sobre la importancia de la humedad y el estrés térmico, y que la gente se habitúe también a estos parámetros”, concluye Cvijanovic.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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