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Sapos que cambian el lugar donde defecan o ratas que ligan más: así manipulan los parásitos a los animales

Existen numerosos casos de animales que son manipulados por parásitos. Y nosotros no somos la excepción

Un ejemplar de sapo de caña.
Un ejemplar de sapo de caña.Ian Waldie (Getty Images)
Laura Camón

La vida de muchos parásitos no es sencilla, ya que para desarrollarse están obligados a viajar. Hay especies que solo completan su ciclo si infectan a distintos anfitriones o si estos los depositan en el medio adecuado. Por este motivo, los parásitos han desarrollado distintas estrategias para manipular el comportamiento o la fisiología de sus anfitriones y conseguir llegar a buen puerto. En los últimos años, la ciencia ha estado documentando y estudiando numerosos casos, la mayoría muy llamativos. A continuación, les presento cinco ejemplos.

Los saltamontes saltan al agua

Los saltamontes pueden infectarse al ingerir por accidente larvas de un gusano perteneciente al grupo de los nematodos. Dentro de este insecto, la larva crece hasta desarrollarse completamente, pero una vez alcanza la madurez, al gusano no le queda otra que volver a viajar. Resulta que los adultos ya no son parásitos, sino que viven libremente en ríos o lagos, donde se aparean y ponen huevos. No es fácil llegar al agua habitando un artrópodo tan terrestre como el saltamontes, así que el gusano modifica el comportamiento de su anfitrión: por la noche, los saltamontes infectados dejan su hábitat terrestre natural y saltan al agua. En ese momento, los nematodos abandonan el cuerpo de su anfitrión y se van nadando en busca de otro gusano con el que aparearse.

Un estudio se propuso averiguar el mecanismo por el cual el parásito conseguía manipular al saltamontes. Analizaron las proteínas que liberan los gusanos adultos y dieron con unas capaces de afectar al cerebro. Entre otras cosas, estas proteínas inducen la apoptosis, es decir, provocan que las células se suiciden, lo que causa inflamación en los tejidos y altera la química del sistema nervioso. Esta podría ser la causa de que los saltamontes salten descontroladamente y terminen en un medio tan hostil para ellos como es el agua.

Ratas infectadas que se reproducen más

Toxoplasma gondii es, sin duda, uno de los grandes expertos de la manipulación. Se trata de un protozoo que infecta a las células de los felinos, pero antes de llegar a este anfitrión, necesita pasar por otras especies de mamíferos y aves, como la rata. Evidentemente, cualquier rata hembra evita reproducirse con machos infectados por virus, bacterias o parásitos para no contagiarse. Por tanto, Toxoplasma, que se transmite sexualmente, se encuentra aquí con un reto. Si consigue que su anfitrión se reproduzca, infectará a mayor número de ratas y, por tanto, tendrá más probabilidades de acabar en el estómago de un felino.

Un estudio de laboratorio demostró que T.gondii manipula a las ratas hembras para que elijan machos infectados, pues estos se reprodujeron más que los sanos ¿Cómo consigue el parásito unicelular volver más atractivo a su anfitrión? Los autores del estudio apuntan a que produce cambios en las feromonas, mensajeros químicos que las ratas liberan con la orina y juegan un papel en la comunicación sexual. Sin embargo, aún está por confirmar..

Chimpancés más vulnerables a los leopardos

Los seres humanos tampoco nos libramos de la manipulación de los parásitos, y mucho menos de Toxoplasma gondii, que, al igual que infecta ratas, también nos infecta a nosotros. Entre otras cosas, este protozoo nos cambia las preferencias olfativas. Los humanos infectados reportan que el olor a pis de gato les resulta agradable, lo que no es una opinión popular entre la gente sana. A priori, puede parecer una manipulación un tanto aleatoria y carente de sentido, pero la explicación podríamos encontrarla en nuestros antepasados. Tenemos que remontarnos a un tiempo donde aún era frecuente que los humanos fuesen devorados por felinos. En este escenario, a Toxoplasma le podría venir muy bien que nos sintiéramos cómodos cerca del orín de estos depredadores.

Para comprobar si esta explicación es correcta, la ciencia ha investigado las preferencias olfativas de los chimpancés, un primate muy cercano a nosotros que aún es presa de un felino. Existen evidencias de que los chimpancés infectados por Toxoplasma pierden su reacción aversiva a la orina de leopardo, que es su único depredador. Por el contrario, no mostraban diferencias por la orina de otros felinos con los que no comparten hábitat, como los tigres. Dado que los leopardos marcan su territorio con orina, Toxoplasma consigue de esta manera aumentar las probabilidades de que se pueda dar un encuentro entre el depredador y los chimpancés.

Hormigas que parecen frutas

En 2005, unos investigadores se toparon con una curiosa colonia de hormigas en la isla de Barro Colorado, Panamá. Los insectos parecían pertenecer a la especie Cephalotes astratus, pero bastantes individuos de la colonia tenían el abdomen de color rojo intenso en vez de negro. Al principio, pensaron que se trataba de una especie nueva, pero cuando diseccionaron los abdómenes rojos, hallaron cientos de huevos transparentes, cada uno conteniendo un pequeño gusano enroscado en su interior. No descubrieron una especie nueva de hormiga, pero sí de nematodo.

Aún se desconoce el ciclo de este parásito, pero es probable que necesite viajar a un ave. Su problema es que esta especie de hormiga tiene un exoesqueleto muy duro, espinas que las defienden e incluso sueltan feromonas desagradables, lo que no las hace muy apetecibles. Curiosamente, frecuentan árboles como el pilón (Hyeronima alchorneoides), que tiene pequeños frutos rojos. Es posible que los pájaros frugívoros confundan el abdomen de las hormigas infectadas por frutas y se las coman por error, favoreciendo que el parásito complete su ciclo vital.

El gusano que vive en los pulmones

El sapo de caña, Rhinella marina, es un anfibio tropical nativo de América que ha invadido otras zonas. En Australia, existe una población en la que aproximadamente la mitad de los individuos está infectada por un nematodo que afecta a los pulmones. Los sapos sanos y los parasitados no se comportan igual, ya que estos últimos prefieren hábitats más cálidos y húmedos, y en consecuencia defecan en zonas más próximas al agua. Dado que las larvas de este nematodo salen a través de las heces y tienen más probabilidades de sobrevivir en este tipo de ambiente, todo indica que tenemos un nuevo caso de parásito manipulador.

¿Cómo puede un gusano que vive en los pulmones y no en el cerebro afectar al comportamiento de los sapos? Existe una hipótesis principal: los efectos patológicos de los gusanos en los pulmones son casi inexistentes, por lo que parece probable que el nematodo produzca alguna molécula que afecte al sistema nervioso de los sapos. Pero, como ocurre en muchos casos, el mecanismo exacto por el cual el parásito manipula al anfitrión aún está por aclarar.

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Sobre la firma

Laura Camón
Es comunicadora científica, graduada en Biología por la Universidad de Salamanca y Máster en Primatología por la Universitat de Girona.

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